A Leipzig se viaja en mayo

«Estar recurrentemente en Europa». Frase que acuñó el presidente Aperribay y que va cumpliendo a rajatabla en el último lustro. La Real es el cuarto mejor equipo de la liga de los últimos años, solo por detrás de Madrid, Barcelona y Atlético. Inalcanzables en un torneo largo, batibles -como ha demostrado el equipo de Imanol- en una eliminatoria o a partido único.

Volvamos a Leipzig, donde se juega la final de la Conference League en el mes de mayo la próxima temporada. No sería ninguna mancha en el extenso currículum de la Real jugar la tercera competición continental en importancia.

Ahora mismo, en los cuartos de final de la Conference el Chelsea, la Fiorentina y el Betis son los equipos más conocidos y que optan a levantar el trofeo. Seguro que les suenan el Rapid de Viena o el Legia Varsovia. Y hay otros que son ya para furibundos seguidores del balompié, casos del Djugarden sueco, el Celje esloveno o el Jagellonia de Polonia. No cabe duda de que si la Real estuviera en esta ronda sería uno de los principales favoritos al título.

Ser octavo no es una deshonra. Nadie se va a licenciar con deshonor si el equipo de Imanol ocupa ese puesto, asumiendo que allá por el mes de agosto las perspectivas eran más altas. Pongamos el foco en Leipzig. En su tranvía, sus museos, el schnitzel o la cerveza de trigo. Jugar en Europa mola, es necesario y por qué no hacerlo en la Conference.