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Jagoba Arrasate, exentrenador de la Real Sociedad actualmente en el Mallorca, siempre se ha declarado «txuri-urdin hasta la médula», pero no concibe el fútbol, que ama, con odio. Por eso, ensalza lo que en este sentido ocurre en el fútbol vasco en una charla en el videopódcast creado por LaLiga para visibilizar y concienciar sobre el odio dentro y fuera de los estadios.
«Mi padre es de Mutriku y mi madre, de Berriatua; estoy orgulloso de ser vizcaíno, pero mi sentimiento sobre el fútbol siempre ha sido más guipuzcoano y txuri-urdin», explica el técnico de 46 años al periodista Rafa Escrig. Su pasión por la Real se forjó de la siguiente manera: «Con siete años me apunto al fútbol playero. Jugábamos allí en Deba, con las mareas. Mi padre me apuntó a un equipo de Mutriku y jugaba en Deba. Jugábamos cada 15 días y luego nos apuntábamos los que queríamos para ir a Atotxa para ir a ver a la Real. Yo iba con mi padre en un autobús y mis primeros recuerdos son en Atotxa. Te puedes imaginar qué suponía eso para un niño de siete años, esperando a que me tocara en el sorteo poder ir a Atotxa a ver a la Real».
💙 Un sentimiento único. Esto es la Real.
— Real Sociedad Fútbol (@RealSociedad) April 3, 2025
🎥 @LaLiga #WeareReal pic.twitter.com/vWIBduUv4Q
Y así se le metió el veneno dentro del cuerpo. «Era muy diferente. Una hora antes ya entrábamos a Atotxa, cogíamos nuestro sitio, veíamos el calentamiento…era una locura. Cuando viviste eso, le das mucho más valor a todo lo que estás viviendo ahora», sostiene. Jagoba fue, por ejemplo, uno de los 9.500 aficionados de la Real Sociedad que se desplazó hasta Vigo en 2003 cuando el equipo de Imanol se jugaba el título de Liga con el Real Madrid.
Para el técnico del Mallorca, el fútbol vasco y ese respeto pese a la enorme rivalidad existente «es un ejemplo, un referente» y cita el derbi entre la Real y el Athletic como máximo exponente: «Ha habido una imagen icónica, de algún aficionado mezclado, que ha sido viral; indica que tú puedes ir a pasar el día, disfrutar en los prolegómenos y juntarte con la otra afición. Y cada uno animar a los suyos dentro de una deportividad», relata.
Jagoba lo vive en primera persona: «A mí me pasa. En mi cuadrilla la mayoría son del Athletic, porque somos vizcaínos, alguno hay de la Real. Y siempre ha habido ese pique. Pero es pique sano, bromas antes, durante y después de los partidos, pero desde el respeto. No nos ha costado nada que eso sea así porque seguramente es heredado también».
No obstante, cree que será un poco más difícil trasladarlo a las siguientes generaciones porque «hay conflictos»: «Los hijos te pueden decir: 'Eso está muy bien, pero yo veo otras cosas'. No es tan fácil», dice.
En el seno de la familia de Jagoba Arrasate también hay diferencias y algún pequeño 'conflicto' que el entrenador asume con deportividad. Todo nace del hecho de que «mis hijos no son tanto de la Real como yo». Y lo explica: «Son un poco del Mallorca ahora, antes de Osasuna, el mediano es del Numancia porque nació en Soria...Tienen sus historias».
Y es aquí donde narra un caso real, personal: «Me piden la camiseta del Athletic porque a uno de ellos le gusta Nico Williams. Vale, perfecto. Yo, que soy de la Real, ¿qué voy a hacer? ¿No le voy a comprar una camiseta del Athletic porque soy de la Real y en mi casa no entra una camiseta del Athletic? Yo no quiero eso para mis hijos. Que elijan libremente y que en un momento dado, si mi hijo me pide una camiseta del Athletic y nos lo podemos permitir, no lo veo mal». Éste es el relato del técnico de Berriatua, pleno de sensatez y respeto.
«Gracia igual no me hace, pero entiendo que tengo que hacerlo», reconoce. «Ahí está lo que nosotros podemos hacer. En esas pequeñas cosas yo creo que está el futuro», añade el entrenador, que tiene una hija de 13 años y dos niños de ocho y cinco, todos ellos futboleros.
Jagoba hace un repaso asimismo a sus inicios como técnico. Él era jugador de fútbol, llegó a jugar en Segunda B, pero «a los 30 dejo de jugar y empiezo a sacar los títulos de entrenador». Es entonces cuando comenzó a compaginar su trabajo como profesor con los banquillos: «Yo no dejo la docencia hasta que no empiezo como ayudante de Philippe Montanier en la Real, ya como profesional del fútbol. En el fútbol base de la Real compaginaba las dos cosas. La pedagogía es para mí es una forma de vida».
Su madre sigue recomendándole que abandone el fútbol profesional y vuelva a las aulas: «Cree que estamos muy expuestos, muy en el foco. Y me dice que como profesor tendría los fines de semana libres y dos meses de vacaciones en verano. 'Estarías más con la familia, con los hijos', me suele decir».
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