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La Real revivió la semana pasada con un partido de Copa del Rey inolvidable en el Bernabéu y la primera victoria en Liga fuera de ... casa en cuatro meses conseguida con autoridad en Las Palmas. Tras ir al parón internacional de marzo con bastantes dudas ha regresado convencida de sus posibilidades después de marcar siete goles a domicilio en dos partidos y ver reforzadas sus opciones de pelear por la Europa League.
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En ese renacimiento ha sido clave la aportación de los dos extremos, Kubo y Barrenetxea, que han llegado a esta recta final de temporada en un buen momento. A partir de ellos, Oyarzabal ha mejorado sus cifras anotadoras, Sergio Gómez ha podido brillar más en el último tercio del campo y el equipo en general ha tenido otra cara en ataque. Y es que son dos elementos determinantes en el engranaje colectivo por el sistema y el estilo de juego que propugna Imanol.
La Real post-Sorloth se construyó en fase ofensiva alrededor de estos dos futbolistas exteriores capaces de driblar a varios rivales en una baldosa. De su mano llegaron los momentos más brillantes de la pasada temporada con exhibiciones en la Champions para ser primeros de grupo por delante de Inter y Benfica y goleadas en la primera mitad de Liga ante Granada (5-3), Getafe (4-3), Athletic (3-0) o Villarreal (0-3). Pero en diciembre de 2023 Barrenetxea se lesionó en el tobillo en Pamplona y un mes más tarde Kubo se marchó a la Copa de Asia. Nada volvió a ser igual en la segunda vuelta del curso 23/24 a pesar de que se rozó la final de Copa, se compitió bien la eliminatoria ante el PSG y se tiró de oficio para entrar en la Europa League. Pero esa alegría en ataque del primer tercio de temporada no volvió a aparecer.
La presente campaña arrancó marcada por las marchas de Le Normand y Merino y la ausencia prácticamente del once titular en pretemporada por los compromisos de los internacionales en la Eurocopa y los Juegos, con el contratiempo que ello supuso para Imanol en pleno periodo preparatorio.
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Kubo no empezó con mal pie pero Barrenetxea sufrió problemas musculares que hicieron que solo fuera titular en tres de las nueve primeras jornadas de Liga y para jugar alrededor de una hora. Su primer gol en el campeonato llegó el 8 de diciembre en Leganés en la jornada 16.
La Real de estas dos últimas campañas necesita tener enchufados a los dos para hacer daño al rival, ya que si no el contrario puede desactivar las intenciones ofensivas de los blanquiazules con las ayudas defensivas, normalmente más centradas en frenar al japonés. Cuando ambos están en un buen momento es más difícil pararles, como se vio la semana pasada en el Bernabéu, donde el donostiarra fue el protagonista en la primera parte y Kubo le tomó el relevo en la segunda cuando al Real Madrid le costó más echar una mano a Camavinga y le dejó solo en ese duelo individual ante el nipón.
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Ambos destacan por su habilidad en el regate, con un porcentaje de éxito en torno al 40% que mete el miedo en el cuerpo a los contrarios. De ahí las 71 faltas de las que ha sido objeto Kubo. A la Real le gusta acampar en campo contrario y someter al adversario con balón, por lo que necesita de la chispa de ambos para generar buenas oportunidades de ataque. Normalmente prefieren escenarios de partidos más abiertos, como los dos últimos ante Real Madrid y Las Palmas, en los que encontrar situaciones de mano a mano más favorables que combatir bloques bajos en los que siempre van a necesitar la complicidad de un 'ariete' en área que materialice sus jugadas.
También se caracterizan por su elevada producción de centros al área. Kubo ha colgado 123 balones en las tres competiciones de la presente temporada y Barrenetxea ha firmado 67, muchas veces obligados por la necesidad de remontar un marcador adverso o por que parte de la táctica en ataque consiste en que los compañeros fijen a centrales y pivotes rivales para que ellos se la jueguen en individual.
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Pero no solo tienen buenos números con balón sino que también destacan en labores defensivas, especialmente Kubo, que presenta 217 duelos ganados y un porcentaje del 48% de éxito en las disputas aéreas a pesar de medir 1,73. Barrenetxea sobresale más por leer las intenciones del contrario para la interceptación de pases. Imanol exige a los delanteros que sean competitivos en fase defensiva, bien en la primera presión o bien tapando la banda como se han encargado de hacer en el 1-4-4-2 que ha estilado la Real en los últimos tiempos, lo que les hace estar más lejos de la portería contraria cuando recuperan.
La revitalización txuri-urdin tras el parón internacional ha llegado de su mano. Contra el Valladolid no fue de la partida Barrenetxea al estar sancionado y Kubo llegó de jugar dos partidos con su selección y un largo viaje, lo que le restó chispa. Curiosamente fue el peor encuentro de los tres últimos de la Real.
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Sin embargo, desde entonces han participado en todos los goles que ha marcado el conjunto de Imanol. Barrenetxea abrió el marcador en el Bernabéu con una acción en la que destacó su control orientado y la habilidad para colar el balón por debajo de los pies de Lunin. Fue una jugada en la que Oyarzabal vació el espacio del 'nueve', Marín lo aprovechó para romper por ahí y peinar a Barrene el cambio de orientación de Zubimendi.
En los tres siguientes intervino el japonés. En el 1-2 aprovechó un balón cruzado para irse de Camavinga. Su centro lo despejó Bellingham pero Marín recogió el rechace y se coló por línea de fondo para marcar con la complicidad de Alaba. En el 1-3 Traoré le metió un pase en profundidad que utilizó para dejar atrás a Camavinga y asistir después a Oyarzabal. Y en el 3-4, en el tanto que llevó la eliminatoria a la prórroga, fue el que provocó la falta lateral a Camavinga que después hicieron buena Sergio Gómez con su centro y Oyarzabal con su remate.
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El domingo en Las Palmas Barrenetxea participó en la acción previa de los dos primeros goles, que se gestaron en sendos saques de bandas prolongados por Oyarzabal para que después hubiese un cambio de juego. En el 0-1 el donostiarra fijó a Sandro y buscó un duro remate que Horkas no pudo blocar y cuyo rechace aprovechó Oyarzabal. En el 0-2 profundizó por fuera y puso un caramelo para que Sergio Gómez empujara a puerta vacía.
La entrada de Kubo, que fue suplente, resultó clave para cerrar el partido tras el 1-2. En apenas media hora dejó solo a Marín y a Óskarsson delante de portería, marcó un golazo invalidado por un fuera de juego invisible y dio la asistencia de Aramburu en el 1-3. Como se ve la Real enamora si sus dos extremos están enchufados.
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