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La Real Sociedad resurge como el Ave Fénix
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Supera al equipo más en forma de Europa gracias a un gol de Becker en un partido coral ante un Barça que no remató a puertaCuando más tocada está la Real, cuando menos se esperaba la victoria ante el equipo más en forma de toda Europa, el equipo resurge como ... un Ave Fénix para regalar un alegrón a una parroquia necesitada de felicidad. Esta Real hace cosas raras. Desecha partidos sencillos ante equipos inferiores. Pero también tiene amor propio, mucha calidad y una plantilla que no está dispuesta a que se la carguen tan pronto. Los de Imanol vencieron a un Barcelona que lo intentó, pero esta vez sí que se disfrutó de una gran versión del equipo, actuando así, como un equipo. El parón hubiese sido otro completamente diferente con un nuevo bofetón, pero ahora se va a saborear cada hora hasta que vuelva el fútbol ante el Jové.
Salió Imanol con el grueso del once más titular con algún que otro retoque tras la paliza y el golpe duro mental de Pilsen, con Becker jugando por izquierda y Oyarzabal en punta dejando en el banquillo al goleador Óskarsson. Seguro que más de uno no estaba de acuerdo con el planteamiento del oriotarra, que tiró de lógica colocando al de Surinam en un costado para aprovechar todos los espacios que se generan a la espalda de la defensa blaugrana, que tira el fuera de juego casi al medio campo.
Bien pronto se pudo poner la noche de cara con una de las cabalgadas de Aramburu. Sin ni siquiera cumplirse el minuto 1 el venezolano sentó a Balde y colocó un pase de la muerte a Sucic, pero allí apareció Casadó para desviar el cuero cuando era un gol cantado. Respondió el Barcelona en una jugada similar, y esta vez el apagafuegos fue Zubeldia. En el minuto 12 pudo cambiar el devenir del partido de no ser por la tecnología, después de que Lewandowski estuviese ligeramente adelantado en una disputa con Aguerd. El polaco remató a la red un mal despeje de Zubeldia, pero la jugada defensiva fue horrorosamente ejecutada por Brais y Sucic después de que Cubarsí encontrara por dentro a De Jong. Por milímetros la Real tuvo una vida extra.
Se activó el equipo puesto que estaba llegando tarde a cada balón, no por el buen hacer culé, sino por falta de activación y tensión. Los realistas espabilaron y vinieron las ocasiones txuri-urdin gracias a un eléctrico Kubo, muy participativo. Oyarzabal no atinó en un centro del japonés, Brais forzó a Peña en una falta directa y el propio nipón en una jugada individual de crack estuvo cerca de provocar el fallo del meta. Y sí, justo después, sucedió lo que Imanol estaba planeando desde el viaje de regreso de Pilsen. Zubeldia ganó una disputa, Sucic peinó y Becker se impuso a Cubarsí al espacio para rematar de primeras al palo contrario. Golazo. La Real terminó el primer tiempo mejor e incluso Oyarzabal perdonó un gol cantado tras otro contragolpe magistralmente llevado por Kubo. El centro de Becker fue un caramelo pero el capitán no encontró portería. Son de las que tienen que terminar en gol. Sí o sí.
El segundo acto empezó como el primero, con una ocasión clarísima de la Real para superar a Peña. Sí, una jugada ensayada de saque de centro para que una diagonal de Kubo dejara a Becker en una buena posición de remate ante la salida en falso de Peña. La vaselina del neerlandés no fue la esperada. El Barcelona apretó de lo lindo, pero lo cierto es que desde el 57, en una acción en la que Zubimendi casi se mete en propia, no hubo ocasiones culés que apuntar. Cubarsí, un poco antes, pudo marcar de cabeza a centro de Pedri. No era el día.
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Imanol refrescó el plantel con algo inaudito. ¡Cuatro cambios de golpe! Las sustituciones sentaron bien a la Real, que apretó los puños, bajó la cabeza y corrió y corrió kilómetros para frenar al Barcelona de Flick, que se quedó a cero después de ir metiendo goles de cinco en cinco por toda Europa. La diferencia respecto a otras noches fue que esta vez el equipo no concedió, no cometió ningún error individual, no puso en bandeja al rival un tanto en forma de penalti, despiste, una roja inverosímil... No, después de tanto tiempo ya tocaba un alegrón, irse a la cama feliz como aquellas veces en las que la Real superaba al Barcelona en cada visita a Donostia.
Los realistas tuvieron dos claras para ampliar la diferencia con Oyarzabal y Becker como protagonistas. El neerlandés fue agarrado por Koundé. Es igual, es un lunes para celebrar y no acordarse del VAR. Por si acaso revisan la de Lewandowski. Anoeta por fin sonríe y la Real ya está aquí, a dos puntos de Europa tras un inicio nefasto. Incluso así, este equipo se merece que crean en él. Pidan perdón los que no creían.
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