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La imposición de la insignia de oro y brillantes por parte de la Real es un acto de absoluta solemnidad. Comparable, por qué no, a ser Sir del Imperio británico. En clave del conjunto txuri-urdin significa el reconocimiento a una carrera superior a las de las diez temporadas en el primer equipo más allá de los éxitos cosechados por el jugador en su etapa profesional.
Hoy será el turno para David Zurutuza Veillet (Rochefort, 19 de julio de 1986) a quien Jokin Aperribay impondrá en la solapa la distinción que otorga el club por la fidelidad y en agradecimiento, a la vez. La gran diferencia es que en lugar de hacerse en los fríos salones de Buckingham Palace o el castillo de Windsor, donde es fácil perderse, Zurutuza lo hará delante de toda la gente que disfrutó con su fútbol y aplaudió sus jugadas y sus goles. Es uno de los momentos más emotivos en la carrera de todo jugador que llega a Zubieta con el sueño de ser algún día jugador de la primera plantilla de la Real.
La historia del talentoso pelirrojo como txuri-urdin tuvo muchas aristas y seguro que antes o después del abrazo con el presidente comentan la jugada del 13 de junio. Una de las más importantes que dibujó el centrocampista como jugador de la Real. Casi ante la misma gente que poblará hoy las gradas pero con una gran diferencia gracias al talento de Zurutuza. Aquel 13 de junio de 2010 es una fecha histórica para la Real. El equipo celebró el ascenso después de tres años en Segunda. Y en el show después de ganar al Celta donde cada uno tenía preparada su pequeña coreografía, Zuru cogió el micrófono y alentó al público con un glorioso y aclamado cántico: «Quita las pistas, Aperry, quita las pistas». Y entonces, Aperribay las quitó.
Nada tiene que ver el estadio en el que el chico nacido del Lengokoak hizo virguerías en el centro del campo, con el que va a pisar hoy. Con la gente en el fondo cuarenta metros más cerca del césped y con un halo de modernidad como el que dio Zurutuza a aquella Real. Porque ciertamente, el debarra fue pieza clave en el ascenso cuando muy pocos apostaban por él como brújula del equipo. Había estado cedido en el Eibar un par de temporadas antes en Segunda, volvió al filial en Segunda B y llegó la hora de decidir. Zurutuza estuvo a punto de salir cedido porque no había convencido a los responsables txuri-urdin, pero el olfato del 'Machete' fue como el de un setter.
Contaba Martín Bernardo Lasarte Arrospide que no tenía claro en la pretemporada previa al ascenso si contar o no con Zurutuza en la plantilla. «Un amigo de Uruguay vino a ver el partido del centenario contra el Real Madrid y días después me dijo, 'cómo juega el colorado ese'». Y entonces el entrenador realista tuvo claro que Zuru iba a tener un papel principal en su equipo.
El de Rochefort creció, sobrellevó la fatalidad que supuso el fallecimiento de su aita, y modernizó a una Real que vivía sin saberlo los primeros pasos de una metamorfosis que le ha llevado a lo que es hoy.
Si ahora Imanol puede hacer un dibujo con Zubimendi, Merino, Silva, Oyarzabal, Januzaj e Isak; hace una década esa zona del campo la poblaban Illarramendi, Zurutuza, Prieto, Vela, Griezmann y Agirretxe. No hay que escoger. Solo disfrutarlo. Aquel equipo ya daba muestras de vanguardismo con jugadores que preferían tener el balón en lugar de correr detrás de él o que preferían tirar una pared a realizar un centro de cuarenta metros.
Los fríos, pero tantas veces necesarios, datos dicen que Zurutuza vistió entre Segunda y Primera 303 veces la camiseta de la Real haciendo 22 goles. Pasó de jugar un partido oficial en los campos de entrenamiento del Villarreal a hacerlo en Old Trafford tres años después. De sufrir en Castalia, a liderar una remontada en Anoeta con dos goles suyos en un partido épico ante el Real Madrid en Anoeta.
Un jugador distinto, con una clase descomunal y el sentido del juego de los privilegiados. Un ejemplo para los niños que acuden a Zubieta con idea de cumplir un sueño.
Zurutuza le empezó a pegar patadas al balón de negro y blanco con el Lengokoak. Ya en edad infantil fue reclutado por la Real Sociedad y pasó más de media vida en los campos de Zubieta. Bajo el brazo se lleva, además del cariño de la afición, un ascenso, una clasificación para la Champions y una Copa del Rey.
Hoy hay un 'Sir' más en la Real Sociedad. Y saltándose el protocolo, la hinchada le tributará el último 'Zuru, Zuru'.
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Ángel López | San Sebastián e Izania Ollo | San Sebastián
Fermín Apezteguia y Josemi Benítez
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