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Hay días en los que ciertas actuaciones individuales merecen su distinción por encima de la penuria colectiva. El hilo de positividad ayer se extendió por la banda izquierda. Javi Galán no solo es rendimiento inmediato –tal y como se reclama a la figura del ... cedido–, también es rendimiento incesante. Juega todos los partidos y juega todo el rato. Atrás, en el medio y adelante. En defensa y en ataque. Convierte el carril izquierdo de la Real en una pista de ida y vuelta constante. Puro derroche que ni siquiera una dolorosa derrota puede esconder.
Con el partido atascado por dentro y con el extremo izquierdo más incisivo camino a la enfermería a las primeras de cambio, el extremeño ofreció a su míster una oferta irrechazable: dos por uno y con total garantía de noventa y tantos minutos. Galán fue al mismo tiempo Tierney y Barrenetxea. La contundencia del escocés y el desparpajo del donostiarra. Mantuvo a raya los avances del Villarreal por banda derecha, se anticipó en la mayoría de servicios que circularon por sus dominios y se estiró hacia la portería rival cada vez que olió peligro. Todo con determinación y velocidad. Con chispa y oficio.
Su mapa de calor El color de su área de influencia sobre el campo demuestra que rondó tanto posiciones de ataque como de defensa, recorriendo toda la banda izquierda.
La jugada del minuto 39 desveló sus descaradas dotes de atacante. Empezaban a pesar las piernas y, sin embargo, subió hasta allí, a dependencias de extremos y delanteros, a esperar (y ofrecer) un cambio de orientación. Una vez recibido el balón, encaró, recortó con maestría hacia dentro y puso un centro de exterior al segundo palo que Traoré no acertó a meter entre los tres palos.
No fue un espejismo aislado. No paró de intentarlo. Premio a la persistencia, incluso en la desesperación generalizada. Buenos ejemplos de insistencia son el desmarque para captar el centro de Brais casi a la altura del poste largo en el minuto 54 –no remató bien, pero...–, la acción en la que dobla hasta línea de fondo en el 65 para meter un servicio de oro dentro del área —termina chutando alto Zakharyan– o la jugada en la que se retuerce para no perder y habilitar a Becker en el 88.
No es que Galán acabara jugando de extremo adelantado empujado por las circunstancias. Es que desde el inicio del partido ejerció con persistencia el doble rol de defensor atacante. Lógico que su único centro malo llegara en el 94. Otra vez allí arriba, ofreciendo una opción de prolongación a Becker.
Algún día Tierney le dará un respiro. Incluso puede que algún día sea él quien lo pida. A este paso... Pero la concatenación de intervenciones del futbolista propiedad del Atlético de Madrid no deja de ser un indicador positivo en medio de la negatividad. Entre lesiones y errores, la plenitud de salud, el despliegue generoso y la soltura son valores que se agradecen.
Hay tiempo aún para que el correcaminos haga al equipo elevar el vuelo. Cuanto más inmediata e incesante sea la reacción, mucho mejor.
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