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La plantilla posa con el trofeo logrado en La Romareda.

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La plantilla posa con el trofeo logrado en La Romareda.

A repetir la gesta de Zaragoza

La última Copa ·

Era el 27 de junio de 1987 en una noche asfixiante, con 35 grados, y ante el Atlético de Luis Aragonés. La Romareda cantaba: «No pasa nada, tenemos a Arconada». La Real ganó en la tanda de penaltis

Álvaro Vicente

San Sebastián

Miércoles, 4 de marzo 2020

Aquella Copa, la Copa en Zaragoza, puso la guinda a una generación irrepetible que había ganado dos títulos de Liga y una Supercopa- Merecían ganarla. Y se ganó. En la tanda de penaltis en la que emergió la figura del portero más grande. Era el 27 de junio de 1987. Miles y miles de aficionados realistas abarrotaban La Romareda. Más de 20.000. Hacía un calor asfixiante, había mosquitos por todas partes, y los equipos no pudieron calentar sobre el terreno de juego porque antes de la final se disputó un partido internacional sub-21 que les obligó a hacer los ejercicios previos en el vestuario. Era un partido muy complicado para la Real Sociedad porque el Atlético de Madrid contaba con un equipo muy compacto y tenía la motivación extra de que hacía escasos días que Jesús Gil había sido elegido nuevo presidente y estaba presente en el palco de La Romareda, acompañado de su fichaje estrella, Paolo Futre. La trayectoria de la Real hasta la final fue asequible porque solo se cruzó con un equipo de Primera, el Athletic, en semifinales. Toshack, con su camiseta de la suerte, azul y blanca a rayas horizontales, tiró de los clásicos: Arconada; Dadie, de libre; Gorriz y Gajate, de centrales; Rekarte y el añorado Sagarzazu, en los laterales; Larrañaga, de pivote único, con una línea de tres, Zamora, López Ufarte y Begiristain y delante Bakero en punta. El Atlético de Madrid tenía a todos sus internacionales: Abel, Tomás, Arteche, Ruiz, Clemente, Marina, Setién, Rubio, Landaburu, Da Silva y Cabrera.

Real Sociedad

Arconada; Sagarzazu, Gorriz, Dadie, Gajate, Luis Mari López Rekarte; Larrañaga, Zamora (Mujika m.86), López Ufarte (Martín Begiristain m. 103), Begiristain y Bakero.

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Atlético de Madrid

Abel; Tomás, Sergio, Ruiz, Quique Ramos; Julio Prieto, Marina (Salinas m.64) , Lándaburu; Uralde (Setién m.86), Da Silva y Rubio.

  • Goles: 1-0. m.10: López Ufarte. 1-1. m. 24: Da Silva. 2-1. m.36: Begiristain. 2-2. m.75: Rubio.

  • Árbitro: Ramos Marcos. Amonestó al Atlético Sergio y a los realistas Zamora, López Rekarte y Górriz.

  • Incidencias: Llenazo absoluto en La Romareda. La Real se impuso en la tanda de penaltis por 4-2. Marcaron Larrañaga, Bakero, Mujika y Martín Begiristain.

Los ánimos blanquiazules se desbordaron con el pitido inicial de Ramos Marco, un árbitro que siempre nos había caído bien por estos lares. Y explotaron cuando a los diez minutos el pequeño diablo López Ufarte metió el primer gol. Media Romareda gritaba y agitaba las banderas realistas y la otra media estaba sencillamente muda. Porque los colchoneros se creían favoritos y la lógica no estaba de su parte. Pero Da Silva empató poco después. Los realistas sudaron para dar una alegría a su afición. Un balón le vino al pie derecho a Aitor Begiristain y la coló por el poste contrario en una gran parábola. Golazo y nueva explosión de alegría en las gradas guipuzcoanas. El descanso no sirvió para refrescarse del calor porque, simplemente, se acabaron todos los líquidos en los bares del campo. El segundo tiempo fue un drama con el Atlético apretando y la Real defendiéndose hasta que Rubio, un pequeño y hábil extremo del Atlético, volvió a empatar. No hubo más goles. Ni durante la interminable prórroga. Hasta que llegaron los penaltis. Hubo realistas que se quitaron las botas y las medias porque no tenían ni la fuerza ni la mente para lanzarlos en semejante desafío.

A Toshack le daba igual qué jugadores nuestros iban a lanzar los penaltis porque el rival tenía que mirarse cara a cara con Arconada. En ese intervalo, la Romareda rugía: «No pasa nada, tenemos a Arconada».

La Real no falló. Lanzaron Larrañaga, Musti Mujika, Martín Begiristain y Bakero. El Atlético falló uno, el segundo, y Arconada paró el cuarto. Se lanzó abajo, hacia la izquierda, y rechazó el balón. Enseguida se levantó, alzó el puño al cielo. El último en tirar iba a ser Gajate, pero no hizo falta. Ya éramos campeones. El primer título copero donostiarra desde los tiempos del Club Ciclista en 1909 se vino para Gipuzkoa. Qué noche, qué fiesta. Aquel partido fue el último de López Ufarte con la Real, el 474. El autobús pasó por todos los pueblos de nuestro territorio. La gente se agolpaba en los arcenes para aplaudir a los jugadores y técnicos. Así hasta San Sebastián. La Concha era más que nunca un mar azul y blanco.

Una temporada más tarde, la Real Sociedad volvió a rozar la gloria pero se quedó con la miel en los labios. El conjunto blanquiazul fue subcampeón de Liga y Copa con un equipo construido en torno a Bakero. Y es que desde noviembre de 1985, en la primera temporada de Toshack en la Real hasta la final de Copa de 1988, no se perdió una sola eliminatoria. Eso es otra historia.

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