Real Sociedad
No siente la presiónReal Sociedad
No siente la presiónHace una semana nos levantábamos con la desagradable sensación que había dejado la derrota ante Osasuna en casa, cuando parecía que la Real empezaba a coger velocidad de crucero. Fue un tropiezo doloroso, porque al conjunto txuri-urdin se le vio incapaz. Sin soluciones. La ... desgraciada DANA impidió que la Real pudiera quitarse ese regusto amargo en Copa y no quedaba otra que dar la talla en el Sánchez Pizjuán. Un Sevilla mejorado con respecto a los primeros partidos de Liga, pero con bajas sensibles. En ese escenario la Real se vino arriba. No sintió la presión de la situación, tampoco la del rival sobre el terreno de juego. La Real fue mejor, se zafó bien del acoso del Sevilla y construyó una victoria tan grande como valiosa. Por fútbol no será.
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Isaac Romero tuvo que sufrir una gran impotencia viendo cómo los centrales de la Real movían el balón de manera plácida entre sí y sus compañeros del centro del campo, sin que él fuera capaz siquiera de acercarse a robar el balón. García Pimienta decidió que su equipo defendiera en un dibujo 1-4-2-3-1, con solo una referencia arriba, a pesar de que en las últimas fechas había mandado hacerlo con dos jugadores. El propio Isaac y Peque. A los realistas no les pareció mal esta idea y construyeron su juego con superioridad en cada acción. Juanlu, en la posición de mediapunta, era el encargado de tapar el pase a Zubimendi, pero el donostiarra, más listo que nadie, lo que hacía era estirar y salir de la jugada para llevarse a su par y que el interior, sobre todo Brais Méndez, apareciese en la medular, provocando un baile de marcas que beneficiaba a los visitantes. La Real estaba muy cómoda en fase de iniciación, mientras los atacantes locales perseguían sombras.
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A Isaac no le iba a durar mucho la gasolina en ese plan de partido. El desgaste que vivía en fase defensiva era tremendo y el premio, inexistente. García Pimienta se dio cuenta de la situación y a la media hora de partido mandó a Juanlu, que con el catalán no juega de lateral –su posición habitual–, sino como interior o mediapunta, a que echara una mano a su compañero en la punta para hacer una presión de dos en la primera línea. Así el Sevilla pasaba a formar en un 1-4-4-2 sin balón con la intención de incomodar a los dos centrales realistas en iniciación. El cambio no tuvo ni mucho menos los efectos deseados. De hecho, el gol de Kubo nace de un envío interior de Aguerd a Zubimendi, situado entre Juanlu e Isaac, esas dos referencias que debían obstaculizar la salida blanquiazul. El donostiarra recibió libre de marca en el círculo central, porque los dos mediocentros locales, Lokonga y Gudelj, estaban emparejados con Brais y Sucic, respectivamente. El '4' abrió a Kubo y el japonés hizo el resto en el duelo contra Pedrosa.
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García Pimienta seguía dándole vueltas a cómo debían ejecutar la presión los suyos y tras el gol de Kubo volvió a la idea original de presionar solo con uno arriba: Isaac. Eso sí, alternando la función con Juanlu, ya que el atacante dejó de perseguir de un lado a otro a Zubeldia y Aguerd. Desde ese momento uno siempre se preocupaba por marcar a Zubimendi y el otro saltaba a central poseedor de balón. De todas maneras la presión de la Real obtuvo mejores réditos, con recuperaciones altas con mucho peligro que cerca estuvieron de hacer crecer la distancia en el marcador. Ese 1-4-4-2 inamovible de Imanol en fase defensiva lanzando a Brais y a Oyarzabal a por los centrales rivales, se vio reforzado por la labor de los hombres de la segunda línea. Brais, Sucic y Zubimendi hicieron mucho daño con sus robos a Gudelj y Lokonga, y Álvaro Fernández pasó a jugar casi siempre en largo al filo del descanso.
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No estaba Ejuke, el jugador más desequilibrante del Sevilla, e Idumbo se lesionó a las primeras de cambio, pero los laterales realistas hicieron un gran trabajo poniendo freno a Lukebakio y Navas por los costados. Ese temprano contratiempo hizo que el belga actuara a pierna natural por izquierda, lo que le hacía menos peligroso que por derecha, aun así Aramburu se pegó a su espalda y no le dejó girarse ni encarar. Tampoco Javi López le dio tregua a Navas, que más allá de algunos centros laterales, no pudo aportar demasiado en su último duelo ante la Real. Los movimientos por dentro de los laterales Pedrosa y Carmona tampoco inquietaron a la zaga guipuzcoana, muy pendiente en todo momento a esas internadas.
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Partidos como el de ayer dan más argumentos para pensar que la Real es ese equipo que prefiere jugar antes como visitante que como local. Esa presión que experimenta en el Reale Arena no la sufre lejos de casa. Su juego fluye, el balón corre mejor y casi siempre encuentra mecanismos para desactivar al rival. Se vio contra el Sevilla, pero también ante el Girona en Montilivi. El jueves toca ir a Pilsen para jugar Europa League. Cualquier excusa es buena para viajar con la Real.
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