No hay mejor despedida para un servidor que el derbi vasco. En este caso, en medio de esta maldita pandemia, se presenta un Athletic-Real que reúne menos alicientes que nunca y es que un partido entre blanquiazules y rojiblancos sin público no es lo ... mismo. Las aficiones son las que hacen más grandes este choque y sin la pasión de las gradas va a faltar el principal de los alicientes. Otra cosa es para los jugadores, que mal que bien, deberán abstraerse de unas gradas vacías para centrarse en lo suyo.
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Se suele decir que en los derbis no hay un favorito claro, que la clasificación no influye nada en el desarrollo del partido. No sé si será verdad. Lo que sí tengo claro es que esta vez se presenta más incierto que nunca. O hasta igualado. No es discutible que los de Imanol llevan una trayectoria más positiva, no solo en cuanto a resultados sino sobre todo en cuanto a juego. Pero tampoco lo es menos que los de San Mamés van asomando la cabeza poco a poco, mientras la Real está metida en una mala racha en lo que a sumar puntos se refiere. Nuestro equipo no está tan fino como hace dos meses, y por contra los de Garitano llevan semanas salvando bolas de partido, con una clara mejoría en su juego.
Por eso creo que el derbi se presenta sin un favorito claro y con más incógnitas que nunca. ¿Seguirá el Athletic con su progresión? ¿Se habrá recuperado la Real de su maratón de partidos? ¿Padecerán los blanquiazules otro arbitraje bochornoso como el de Camp Nou con este mismo colegiado? Si Oyarzabal y Silva terminan de entrar en el once, ¿regresará la alegría al fútbol realista?
Son interrogantes todas ellas que solo el desarrollo del juego se encargará de resolver, aunque hay algo que no va a sorprender a nadie. La Real saldrá a hacer lo que mejor sabe, construir el fútbol desde atrás. El Athletic presionará hasta la extenuación, especialmente mientras le duren las fuerzas en los primeros 25 minutos de cada tiempo, para evitar el ataque realista a través de la posesión. Por eso se me antoja que el que tenga más argumentos de los previstos se llevará el gato al agua.
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Por lo que respecta a la Real, que es lo que aquí nos interesa, bueno será que tenga un plan B para salir de esa presión inicial en cada tiempo, porque no quiero imaginarme a Remiro jugando el balón con parsimonia sobre la línea de gol con los 22 jugadores en el campo realista. El sistema es el sistema, lo sé, lo admito y lo comparto, pero eso no quiere decir que los nuestros no tengan otro modo de llegar a campo contrario. Lo vimos, por ejemplo, en Miranda, en el choque de vuelta de las semifinales de Copa.
No se trata, ni mucho menos, de cambiar la forma de jugar, sino de simultanear diferentes puestas en escena que hagan saltar por los aires los planes de los rojiblancos.
No digo que sea fácil. La Real ha conseguido grandes éxitos jugando a su manera y debe perseverar en ella, aunque sabiendo controlar los riesgos. Hay que administrar cada balón con inteligencia, cabeza fría y concentración. Al final, se trata de que la Real consiga que este derbi lo gane el mejor.
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Acertar sería una gran satisfacción para este servidor, que hoy suscribe su último artículo después de 37 años de una maravillosa aventura que comenzó un lejano 10 de septiembre de 1983 contra el Sporting en Atocha. Un viaje a través de cuatro décadas lleno de emociones, sentimiento y mucha pasión txuri-urdin en el que lo mejor ha sido su compañía. Sin ella, nada habría tenido sentido. ¡Aupa Real!
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