Martin Zubimendi y Dani García pugnan por el balón en el centro del campo. LOBO ALTUNA
El afilador

Suben las pulsaciones

Clásico derbi, jugado a mil por hora. Y cuando la Real tiene medio segundo para pensar, mucho tiempo, lo domina gracias a Sorloth y Kubo

Domingo, 15 de enero 2023, 06:59

Es feísimo el derbi para la Real. Me refiero a lo que sucede desde que echa a rodar el balón hasta que pita el árbitro. Esos noventa y tantos minutos son una tortura para la escuadra blanquiazul. Todo lo demás, precioso. El ambiente, el colorido, ... el pique, el respeto –muchos deberían mirar cómo se vive–, los cánticos... Todo eso merece matrícula de honor. La Real siempre está incómoda con el Athletic enfrente. Ha jugado contra equipos de mucho mayor potencial, más capacidad y mejor fútbol, pero no sufre tanto. El derbi saca el corazón por la boca a cualquiera. A los jugadores, por descontado. Al que presencia el partido en el campo o por la tele, también.

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Es lo que ha llevado al Athletic a sus buenas clasificaciones. Durante décadas, con el balón colgado. Desde hace algunos años, con una asfixiante presión. Elevada a su máxima potencia con la Real enfrente. Y eso que ha habido temporadas que la Real era favorita para llevarse el derbi, estaba mucho más arriba en la clasificación y jugaba como los ángeles. Pero llegaba el partido de máxima rivalidad y todo se embarraba. La Real dejaba de ser precisa, no tenía el balón, fallaba pases. Y claro, así es más complicado ganar.

Eso fue lo que se vio en los primeros minutos del partido de ayer. A sacar el balón jugado, a trenzar pases, no hay color. Sin embargo, el fútbol es más que eso y, como se esperaba, el equipo de Valverde intentó hacer el campo lo más pequeño posible. Quizá cualquier otra Real habría naufragado o habría puesto el mismo ritmo sin sentido. Esta, en cambio, no. La Real bajó las revoluciones sin perder caballos de potencia. En cuanto tuvo medio segundo más para pensar, mucho tiempo, se hizo con el partido.

Sorloth se disfraza de Kovacevic y Kubo, de Nihat. El noruego hace un gol de ariete, cazando un balón y haciendo equilibrio para no caer en fuera de juego y el nipón enciende la grada con diabluras y fusilando a Unai para jolgorio de la afición. En ese momento de máxima excitación, las revoluciones que pone el Athletic en su presión se trasladaron a las gargantas de los seguidores realistas. Remiro pudo hacer más en el gol y la habitual dosis de polémica que abraza siempre a los derbis sonrió esta vez a la Real, con penalti y expulsión. No podía haber mejor partido para que Oyarzabal marcara de nuevo. Desde que volvió, los minutos de ayer son los que más se parecen a la competición. La Real saca nueve puntos al Athletic sin acabar la primera vuelta y las pulsaciones suben.

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Ambiente: Récord de asistencia en el Reale Arena con 38.342 espectadores y una atmósfera inigualable.

Sin tiempo: Para disfrutar de la victoria en eld erbi porque en dos días vuelve la Copa a Anoeta.

Mikel Oyarzabal: Marcar, aunque sea de penalti, es marcar y volver a hacerlo tras la lesión llena de algería al realismo.

Alexander Soloth ha anotado en cuatro jornadas consecutivas y lleva siete tantos.

Penalti y expulsión: Clara bajo el prisma txuri-urdin y rigurosa para el bando zurigorri, que se quedó con uno menos.

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