Triunfo vital y con facilidad

Pocas veces se encontrará la Real en el Pizjuán un Sevilla tan flojo, en todos los aspectos del juego. Ni en la calidad técnica individual ni obviamente por ende en lo colectivo se parece a aquel equipo que reinaba en su competición fetiche, aquella en la que la Real no es capaz ni de ganar una eliminatoria. Salió Imanol con todo lo que tiene, o con el once que más se asemeja al titular ahora mismo con Oyarzabal en punta y sobre todo, un Kubo al que echábamos de menos pero que tiene que estar siempre en el campo.

Los de García Pimienta no asomaron por la meta de Remiro hasta el descuento de la primera mitad, aunque cierto es que la Real tampoco hizo sudar a Fernández pese a ser dueño y señor del partido. Las acciones a balón parado por fin generaron algo de peligro, aunque hay que seguir trabajando puesto que se le sacó poco rédito a nueve saques de esquina. Carmona primero y Gudelj después pudieron marcarse en propia tras sendos córners, mientras que el principal peligro estaba cuando Marcao y Salas tenían el balón en los pies. Con los centrales que ha tenido el Sevilla en su historia más reciente y con Badé y Nianzou en el dique seco, la pareja rojiblanca es un chollo para cualquier equipo de la liga que presiona medianamente ordenado. Oyarzabal lo entendió hasta que llegó el chispazo de Kubo.

La mejor Real necesita las individualidades del nipón, aunque el gol viene tras una salida de balón perfecta en la que Aguerd conectó con Zubimendi, que giró hasta el costado derecho y ahí Kubo es un puñal cuando se lo cree. Ayer se sentía superhéroe, bailó a Pedrosa, lo sentó y fusiló a un Fernández que todavía debe estar recriminando a sus dos centrales la inoperante labor defensiva. Golazo. Pero insisto, un chollo en el Pizjuán. Imanol tiene en Kubo un arma, y si bien el japonés es el más desequilibrante, hay que ser exigente con él puesto que tiene mucho más dentro. Un preciso centro suyo y un desmarque de nueve de Oyarzabal pudo ser el segundo. Sin noticias del Sevilla hasta que Zubeldia saltó como un jabato para repeler un disparo aislado de Romero.

No cambió demasiado el guion en la segunda mitad pese a los insistentes ánimos del fondo norte del Pizjuán. Exhibición en ese sentido. Pero cuando tus futbolistas van tan cortitos de nivel no hay empuje que valga. Tan solo destellos de Lukebakio hicieron algo de peligro, pero es que el Sevilla no remató entre los tres palos. Los de Imanol no dispusieron como otras veces tantas ocasiones para sentenciar, pero esta vez sí que le pitaron uno de los claros penaltis que en otras jornadas se han marchado al limbo.

Necesitó Muñiz Ruiz, en todo caso, hasta siete repeticiones para pitar un penalti que en directo lo vieron hasta los extranjeros que estaban haciendo el tour de la Giralda. Excelente Zubimendi pisando área, e insistiendo para que el juego no se reanudase. Míster penalti hizo el resto ante Fernández, que adivinó el lado pero fue incapaz de detener la pena máxima perfectamente ejecutada por Oyarzabal. Y ahí se murió el partido. Tan solo un pase hacia atrás de Zubimendi, de esos que se ven en infantiles, dejó al Sevilla cerca del gol. Iheanacho, con Remiro superado, no remató entre los tres palos. Resulta absurdo decir que ojalá la Real jugara siempre lejos de casa, pero ahora mismo es mucho más fiable sumar de tres lejos de Anoeta que delante de nuestra gente.