AITOR ANSA
san sebastián.
Jueves, 3 de septiembre 2020, 08:30
Sol, una ligera brisa y buena mar. El día lucía su mejor traje para acoger una de las citas más importante del verano donostiarra, las regatas de La Concha con la clasificación femenina que tuvo lugar ayer por la tarde en la bahía de ... la capital guipuzcoana. Sin embargo, cualquiera podía percibir que faltaba uno de los actores principales de esta fiesta: el público, sus aficionados.
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La de este año, sin duda, será una de las ediciones más descoloridas de la historia. La pandemia del coronavirus dejó huérfanas ayer a las remeras, que tan solo pudieron sentir el calor del sol que brilló en el puerto donostiarra. «Es un poco rara la sensación porque ha perdido el espectáculo sin gente ni espectadores. Para nosotras es una pena porque nos gusta este día y con esta situación la regata pierde su encanto», aseguraba la remera de Orio Leire Alcalá nada más poner un pie en tierra tras haber logrado el mejor crono de la clasificatoria.
La organización transformó el muelle de San Sebastián en un auténtico búnker, al que tan solo un reducido número de personas pudieron acceder, entre ellos los vecinos del puerto. Los colores de las distintas embarcaciones no se pudieron ver ni en Urgull, cerrado desde la noche del martes, ni en el Paseo Nuevo, cortado a partir de la Sociedad Fotográfica. A algún foráneo, a buen seguro apurando sus vacaciones en Donostia, le pilló por sorpresa tanta restricción. «No se puede ir a ningún lado», le recriminaba un extranjero con marcado acento inglés a un miembro de la organización en la zona de portaletas.
Ante la imposibilidad de poder ver de cerca a las protagonistas de la jornada, algunos aficionados y curiosos decidieron seguir la clasificación femenina a pie de mar, desde la playa. Los 30 grados y el sol radiante que imperaba en la bahía invitaban sin duda a acercarse a la orilla para ver a las embarcaciones. Alguno, incluso, ayudado por unos prismáticos.
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Los que no se animaron a bajar a la arena —bastante repleta de gente, por cierto, a pesar de haber pleamar a la hora de la regata— intentaron seguirla desde el paseo, a pesar de que la barandilla se encontraba vallada desde la zona de La Perla hasta Alderdi Eder. La organización, sin embargo, se encargó de recordar a todo aquel que se paraba que no estaba permitido ubicarse de manera estática para seguir la regata.
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Oskar Ortiz de Guinea
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