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Juan Mari Etxabe saborea las mieles del triunfo tras una temporada exigente y llena de reválidas que le ha dejado agotado mentalmente. En Arraun Lagunak ... ansían que prolongue su vínculo con el club, pero él se lo piensa. Primero quiere desconectar y luego, decidir.
– Está claro que la primera Bandera de La Concha siempre deja huella, pero no sé si esta también es especial.
– Esta edición sí que ha sido un poco especial por ver la rampa llena, porque cuando ganamos en 2021 fue la del Covid y nos quedamos un poco... Habíamos ganado, estábamos contentas, pero no lo celebramos como se celebró el domingo.
– Hay ocho remeras que repiten de aquel año así que, de alguna forma, para todas fue como la primera vez.
– Eso es. Es que La Concha es el recibimiento de la gente, el colorido de la rampa, las embarcaciones encima... Te crees que eres Dios. Después de todo un año de sacrificio, ese momento te deja muy satisfecho. Es algo muy grande. Ver a todo el equipo en el Ciudad de San Sebastián ondeando la Bandera y luego subir por la rampa, ver a tus seres queridos... Eso hay que vivirlo. Yo como remero lo había vivido varias veces y al equipo le dije que lo que iban a vivir ahí si ganaban no lo iban a vivir otro día porque es algo impresionante. Lo han conseguido y estoy súper contento porque además ha sido un año duro. Igual no éramos las grandes favoritas, pero con humildad y tranquilidad nos ha salido un año redondísimo.
– Hablemos de la regata. Ganan por más de siete segundos y rompen el récord del campo de regateo y el de la doble jornada. Poco más se puede pedir.
– Ganar la Bandera de La Concha así, batiendo todos esos récords, te produce una sensación tremenda. Antes de la regata les dije a las remeras que tenían ocasión de bajar de 10:20 y se quedaron a las puertas. Hicieron un regatón de principio a fin. La verdad es que el equipo esta semana me había dado muchísima tranquilidad porque después de Zarautz tuvimos unos problemillas de enfermedades y le costó, pero ya la primera jornada supo luchar por una calle que no era la mejor y demostró que quería ganar la Bandera; y el domingo, desde primera hora vi a las remeras muy enteras, muy centradas, muy seguras y enchufadísimas. Luego nos ayudó la calle, aunque el domingo a este equipo hubiera sido muy difícil ganarle por cualquier calle. Lo tengo clarísimo.
– Es de elogiar esa seguridad después de que Tolosaldea ganara en la primera jornada y de que Donostiarra y Orio estuvieran también con opciones.
– A ver, respeto, a todas. Cuando terminó la primera jornada sabíamos que Tolosaldea había pegado el palo. Durante la temporada ya había demostrado que podía hacer buenas regatas. Pero por mi experiencia sabía que esta semana iba a ser dura para ellas y así lo han demostrado. Toda la prensa se ha centrado en ellas, a nosotras nos han dejado tranquilas y ese nerviosismo, sin darte cuenta, se diluye. Piensas en otras cosas, quedas con otra gente. Ellas sin embargo han tenido a la afición encima, apoyándolas. Todo eso pasa factura y el domingo a Tolosaldea, como se vio, le pudo la presión porque al minuto ya iban un bote por detrás. Nosotras además hemos cogido ese temple, ese poso de equipo grande de saber estar en las batallas, de luchar y creo que eso nos vino bien. Luego teníamos dos segundos con Kaiarriba, que quitar un segundo cuesta mucho, y una ventaja de cuatro con Orio que era importante. Eso lo sabíamos dentro del vestuario y yo tenía claro que nos íbamos a jugar la Bandera con ellas. Tenía metido en la cabeza que Kaiarriba nos iba a dar mucho trabajo y que Orio iba a echar el resto como hizo, con una salida súper fuerte en la que fue a sacarnos de ritmo. Ahí supimos, con templanza y sabiduría, ir con nuestro ritmo para luego, poco a poco, ir para delante y gozar al final.
– ¿Qué piensa cuando el sorteo de calles les manda a la 1?
– No fue de mi desagrado. No creía que fuera de las peores. Quería más las centrales, pero con la 1 estaba conforme. Y luego las estadísticas algo querrán decir. Todos decimos que no queremos la 1, pero por donde más se ha ganado ha sido por la 1.
– Esta es la segunda victoria de Arraun Lagunak en La Concha. ¿Es la confirmación de que son un bote importante?
– Sí, creo que sí. Esto da solera al club y a la ciudad. Creo que es muy importante haber ganado también dos ligas, la Bandera de Zarautz, que era la primera vez que un club la ganaba para Donostia. Creo que se están haciendo cosas importantes a nivel deportivo. A nivel social irá creciendo poco a poco, pero a nivel deportivo ya están ahí arriba. Somos un equipo a tener en cuenta y hay que gozar, disfrutar e intentar seguir mejorando para que año a año seamos mejores.
– ¿Habrá continuidad en el bote de Arraun Lagunak?
– Bueno, en esta época ya sabemos que si preguntas a la gente seguramente no completes ni un batel. Pasa en todos los clubes. Vamos a ver qué pasa, qué gente viene, aunque lo primero es desconectar de todo y disfrutar de lo que hemos conseguido. Luego vendrá lo que tenga que venir. El año pasado a estas alturas estábamos igual, que no había gente, y mira lo que hemos hecho. No obstante, hay que hacer una reflexión porque el remo ahora mismo no es que tenga un futuro muy brillante. Ves las diferentes categorías, ves los clubes y no sobra gente. Estamos, no voy a decir en alerta roja, pero sí que el semáforo está en amarillo y poniéndose anaranjado. Creo que todos los clubs, los aficionados, los medios y los exremeros tenemos que mover un poco más esto para que venga más gente joven.
– Hablemos de usted. Esta es su undécima Bandera de La Concha. ¿Qué le dice?
– Me dice que cuando empecé a remar pensar en esto era un milagro. Conseguí mi primera Bandera de La Concha muy joven, con 18 años. Me vino muy rápido. Han pasado muchos años y he sufrido mucho. Primero como remero, luego como entrenador y puedo decir que he tenido una trayectoria bonita. ¿Tener once banderas? Pues supone mucho. No voy a negar que verte ahí, en el Olimpo, entre los cabezas del remo, pues te gusta. Con humildad voy haciendo mi trabajo, a veces mejor, a veces peor, pero esto me enorgullece porque además es que me gusta el remo y le debo mucho. De joven me sacó de la calle, del vicio que había en Errenteria en unos años muy complicados. Y menos mal. Estoy orgulloso de haber dado aquel paso en aquel momento.
– Sigue siendo el único entrenador que ha ganado La Concha en categoría masculina y femenina.
– Sí, tengo esa suerte. Seguimos fardando de ello aunque no sirva para mucho (risas). Es una anécdota más. Yo no le doy más importancia. Tengo la oportunidad de disfrutar de lo que me gusta hacer que es entrenar, aunque le quito horas a la familia y tengo que engañar un poco a mi mujer, que ya sabe lo que hay. Pero tengo su apoyo porque si no yo no estaría aquí todos estos años ni loco.
– ¿Cómo es ganar una Concha con su hija remando? ¿Se multiplican las emociones?
– Sí y no. Desde el primer día le dije que me tenía que demostrar más que las demás. Le dije 'no andes con txikitas ni pienses que por ser la hija de... No quiero oír ese run run. Tienes que demostrar y ponerte a la altura que tengas que ponerte. Yo aquí soy tu entrenador. Luego fuera seré tu padre'. Pero después de la regata sí, después de la regata subes por la rampa y... qué te voy a decir. Es la emoción de un padre cuya hija acaba de ganar La Concha.
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– En Zarautz les vi darse un emotivo y largo abrazo en la rampa del muelle de Getaria nada más ganar la Liga.
– Fue espectacular. Son muchas horas, muchos disgustos que hemos tenido porque al final venimos de otro club, de otros colores. Hubo gente a la que les gustó la decisión, gente a la que no. Venimos de un pueblo pequeño y en un tema como este... ya sabes. Todas esas sensaciones las tienes ahí clavadas. Y luego te acuerdas de los que faltan. Hace poco se murió una abuela y todo eso salta.
– ¿Seguirá en Arraun Lagunak?
(Resopla) Todavía no sé lo que voy a hacer. No lo sé. No voy a decir ni sí ni no. La puerta está abierta. Sé que Arraun está conmigo, que están encantados, pero yo también ya estoy un poco cansado, las remeras también. Este es el peor mes, cuando tienes que llamar a las remeras, empezar a trabajar... Ahora quiero desconectar. No sé cuántos días, si cinco, diez o quince. No sé si estaré o no estaré. Son muchas horas, lo he pensado muchas veces y alguna vez tiene que llegar la hora de. Primero tengo que consultar con mi mujer y luego veremos y tomaremos la decisión que haya que tomar.
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