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Pasado mañana vuelve a casa –vive a orillas de la ría que acoge la regata de la Liga ARC-1– al frente de la trainera ... de Lapurdi, cuarta en la tabla pero a un solo punto de playoff. Oriotarra hasta la médula y familiarizado durante su carrera con el alto nivel de rendimiento, entrena ahora en un club de Iparralde que «aunque tenga la sede en San Juan de Luz, más cerca que Astillero o Bermeo, está a más distancia por cultura y hábitos».
–¿Cómo de grande ha tenido que ser el cambio de chip para alguien curtido en Orio y tan acostumbrado a la élite?
– He sentido un contraste en dos aspectos. Desde el punto de vista deportivo, el equipo está en Segunda y yo siempre he competido en ACT. Es un proyecto de otro nivel. Por otra parte, las circunstancias personales de los remeros son diferentes. Trato de adecuarme. Nunca me ha gustado entrar en un sitio como un elefante en una cacharrería.
–¿En qué es diferente el remero prototipo de Lapurdi al Jon Salsamendi de 20 años?
– Casi todos viven en un radio de diez kilómetros de San Juan de Luz. Es un proyecto de casa. Lapurdi surgió en 2017 y la mayoría empezaron a remar entonces. El Salsamendi de 20 años empezó muy joven y en un club muy preparado. Aunque mis remeros de ahora sean sénior, son bastante inexpertos.
–¿Quiere eso decir que le toca ejercer el rol de profesor?
– Hay una contradicción. Este equipo en 2023 fue segundo en ARC-1 y compitió en el playoff para subir a ACT. Después de dar ese nivel, hay poca excusa. Pero el grupo tiene la humildad suficiente para entender el tipo de proyecto que hay y saber que lo del año pasado fue excepcional. En 2022 estaba en ARC-2.
– Vamos, que paciencia...
– Es que como proyecto, hay limitaciones. En el mejor de los casos, si vamos al playoff y tenemos opciones de subir a ACT, está claro que para el remero sería la mayor ilusión. Ahora, quizás es desproporcionado ese logro atendiendo a la dimensión del proyecto en cuanto a estructura, medios, presupuesto... Tal vez se abriría un debate sobre si conviene o no estar en Primera, pero nosotros vamos a por lo máximo.
– El listón está muy alto.
–Pero ha habido un cambio. Para empezar, con el modelo de entrenador. Joseba Fernández era técnico y ejercía de guía desde dentro del bote. Yo desde fuera intento dar sentido al trabajo y darles herramientas, pero ellos son los protagonistas. Se nota la falta de una referencia dentro. El protagonismo se lo paso a ellos y la presión me la arrojo yo.
– ¿Tienen en mente la ACT?
–Claro, porque el deportista es deportista. Quien tiene ese gen competitivo, mira hacia arriba. Pero cuanto más arriba estás, si quieres mejorar, el margen es menor y hay más cosas que hacer bien.
– Ha hablado de limitaciones.
–Empezando por lo numérico. Somos 16 remeros. Y casi todos trabajadores autónomos: agricultores, fontaneros, carpinteros, técnicos de mantenimiento... El año pasado, muchos estuvieron en el paro y eso hasta vino bien al grupo en lo deportivo. Hay una cultura de entrenamiento de alto rendimiento diferente a la que he conocido yo. Eso no se puede cambiar de golpe. Pero a su favor tengo que decir que el nivel de compromiso respecto al club no lo he visto nunca.
– ¿Para tanto?
– En la logística y administración sería imposible funcionar sin su ayuda. Como ejemplo, te diré que son ellos mismos los que limpian el club. Si un remero me dice que no viene a entrenar, ni le pregunto por qué. Sé que no puede. Como lado bueno, hay que decir que saben muy bien qué es la competición y el mundo que le rodea, y lo separan de las cosas de la vida diaria. En algunos entornos y contextos, eso cuesta. Estos remeros no tienen ninguna intoxicación. Por mucho palo que reciban en una regata, al día siguiente vienen igual de contentos. A mí, como entrenador, me está haciendo revivir cosas de hace 30 años y, sobre todo, experimentar un proceso interno muy potente.
– ¿Quiere eso decir que va a seguir en Lapurdi más años?
– Hemos hablado para un año, pero no soy de los que me gusta danzar como un veleta de un lado a otro. Hay circunstancias personales, de trabajo y familia, que condicionan, pero por lo deportivo, no se me caen los anillos por estar en Segunda, aunque aún me estoy adaptando. Profesionalmente, por fuera, se puede ver como un paso atrás (menor categoría y condiciones más modestas) pero yo no me lo tomo así. Es un reto deportivo mayúsculo y a nivel personal, lo que estoy viviendo como ejercicio interno, aunque rodeado de mucha soledad, aislado del mundo, lo tengo que agradecer. Puedo decir que Salsamendi está mucho más agusto con Salsamendi que en años anteriores. Y también es verdad que si no fuera por Lapurdi, seguramente no seguiría en el remo porque cuando me llamaron en octubre ya estaban el resto de los puestos ocupados.
– El sábado compite en casa...
– Tal vez el mismo día sienta algo, pero ahora mismo solo pienso en que quedan cinco regatas y son cinco finales. Conocer el campo tan bien te da más trabajo porque hay muchos aspectos que sabes que tienes que tener en cuenta.
– ¿Cómo ve a Orio?
–Estamos viendo un muy buen Orio, o así lo veo yo al menos. Y me alegro. Creo que Arostegi ha hecho un ejercicio inteligente al poner los pies en el suelo a todo el mundo sobre qué se puede hacer y qué no. A partir de ahí, el rendimiento ha superado las expectativas y eso ayuda.Pese a ser un bloque nuevo, la trainera tiene una velocidad muy buena. Le ha costado redondear algunas regatas pero cada vez más es capaz de aguantar más minutos a esa velocidad alta y eso es muy buena señal. Como bloque es nuevo, pero hay calidad. Hay once remeros fijos y nueve por lo menos con banderas a sus espaldas. Conclusión, la trainera anda bien pero creo que puede andar incluso mejor.
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