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«200.000 ciclos de abrasión son 200.000 'sentadas' en el sofá»Estudió en Notre-Dame, en Marianistas y secretariado de dirección en Issa. Hizo también un máster en decoración de interiores y tiene su mesa de ' ... Confort & Co', flanqueada por dos sillas de yute y lino, llena de planos, catálogos y muestras de tapicería. Tuvo locales dedicados al nobilísimo arte y negocio del mobiliario, los sistemas de descanso y los sofás en Olaberria y Beasain. Antes de la pandemia ella y su marido, Jon Unanue, encontraron espacio espléndido entre lo que fue el campo de Atotxa y Maldatxo. Antes aquí hubo motos en exposición. Ahora hay cojines nórdicos que afirman 'This Is the Place' o instan a 'Do not disturb'. Hay sofás, camas, vitrinas. Luminoso y acristalado, aquí huele a ambientador de Nenuco y a la fragancia de 'muguet' de Álvarez Gómez.
– Hemos modificado el titular para no citar a las claras el punto de nuestra anatomía donde la espalda pierde su nombre. Ahora podemos hacerlo. Esos ciclos de abrasión referidos a la resistencia de las telas última generación de los sofás significan...
– Saben los lectores que la abrasión es la 'acción y efecto de raer o desgastar por fricción'. Muchas telas que tapizan nuestros sofás de hoy son nacionales y otras, de Dinamarca, Suecia o Noruega, lugares tan punteros en el confort del hogar que hasta los dígitos que utilizan para el 'tallaje' de sus camas se han internacionalizado y ya se habla de 'medidas nórdicas'. Todas presentan una resistencia prácticamente total al 'pilling' (creación de bolitas), al desplazamiento de las costuras y ofrecen ciclos larguísimos de resistencia a la abrasión. 200.000 implica las veces que podrás poner tu culo culito culete sobre ese conjunto de fibras naturales, de poliéster, acrílicos, viscolásticos o poliamidas sin que se deteriore. Son eso, 200.000 'sentadas', que no sentadillas. Además de contra nuestras posaderas, están probadas contra las travesuras de nuestras mascotas...
– ¿¿!!
– Forman parte ya de muchas familias y se han ganado, por arraigo, el derecho y el placer de estar en el salón y 'ocupar' el sofá. Los fabricantes lo saben y en un potentísimo trabajo de I+D han encontrado fórmulas para hacer sus telas resistentes a las garras de gatos y perros. Y también a sus dientes, a los rasgones de los dientes de los cachorros. Más aún, uniendo tecnología y ciencia, algunos sofás quedan protegidos con 'escudos' anti bacterias y virus. Algunas marcas incluso incorporan en sus webs consejos sobre cómo eliminar manchas terribles. La de chocolate es un clásico, pero ¿qué me dices de la de guacamole o la de betadine? Por lo demás, los buenos sofás del XXI se limpian con agua y jabón.
– Hablando de virus, ¿qué pasó en nuestras casas durante y después de la pandemia?
– Personalmente te diré que me sirvió para apreciar en todo su valor el pequeño balcón de nuestro pequeño piso de Egia. No me importó que estuviera orientado al norte, era mi ventana al exterior, a la vida, al contacto con la gente que estaba en otros balcones. En cuanto a los demás, pasamos tanto tiempo en casa que cuando abrimos puertas y ventanas de par en par y salimos a la calle, muchos decidieron derribarlo todo y 'construirse' la casa de arriba a abajo. Con planos y nuevos proyectos de decoración. La mayoría recalibró la necesidad y el placer de tener una casa en condiciones no ya de habitabilidad sino de goce y disfrute. Por otro lado, desde el confinamiento reclamamos tejidos naturales, espacios abiertos, poco recargados y llenos de luz...
– No será fácil decidirse por un sofá; menos por un sofá cama.
– Claro que no. Todos sabemos la diferencia entre una compra compulsiva (¡quiero ese bolso! ¡quiero ese reloj! pura fast fashion) y la reflexiva. Para un sofá acaso vengas hasta 7 veces, saques fotos de las páginas de los catálogos, cojas apuntes. Aunque ahora todo se compra a medida.
–¡! ¿No tenéis stock en las tiendas o almacenes? Recuerdo los cientos de metros cuadrados de la mueblería El Coliseo; estaba donde el Foster Hollywood...
– Eso me comentaba el otro día mi madre, Lourdes. Antes, hace años, las mueblerías lo tenían todo en stock y en exposición. Veías el mueble, te gustaba y te lo llevabas o te lo llevaban; ya adaptarías tú tu espacio. Ahora todo se personaliza. Eliges el armazón, la estructura, el fondo, la tela... Creo que aun empleando la más alta tecnología y el diseño más avanzado, hemos vuelto a los tiempos de los artesanos...
– ¿Por qué lo dices?
– Porque antes si encargabas una pieza única a un maestro de las artes y los oficios asumías que no la tendrías de inmediato. Pasa lo mismo con la buena mueblería personalizada de este III Milenio.
– Saltemos del sofá a la cama...
– Muelles pequeños y 'ensacados'. Fibras naturales. Sábanas perfumadas. Los domingos. Al cambiar la cama. Ayudan hasta a la estabilidad de la pareja porque los colchones están tan equilibrados que aunque peses menos que tu compañero/a nunca te hundirás en tu lado de la cama.
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