Improvisada cama en el espigón de Donostia

Las imágenes no tienen desperdicio. Por un lado por lo entrañable de la escena. Como dos bebés, uno de ellos descansa su cabeza en la barriga de su compañero, cual improvisada almohada. El otro, estirado cual veraneante tomando el sol, custodia semi-inconsciente la botella de ginebra y el móvil, además de amarrar en una de sus manos un vaso de plástico, como si su vida dependiese de ello.

No importaba el ruido ni que el sol haya hecho acto de presencia hace horas. Todavía bajo las garras de morfeo y de los efectos del alcohol, ignoraban que, como si de un espectáculo se tratara, decenas de curiosos les obsevaban desde el pretil del paseo. Y como no podía ser de otra manera, lo que es un show en la realidad acaba teniendo su prolongación en las redes sociales.

Tras el aviso de los paseantes, la guardia municipal se ha acercado hasta la zona. Un agente les ha llegado a lanzar agua para tratar de despertarlos. Pero quien más y quien menos sabe que los efectos de una larga noche bañada en alcohol no se arreglan solo con agua. Finalmente una dotación de bomberos se ha acercado a la zona y ha devuelto a los bellos durmientes a la realidad y, ya de paso, a tierra algo más firme.