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Las máquinas trabajan en el interior de la iglesia de San Bartolomé, cuyos muros y bóvedas se conservarán al estar protegidas por la normativa municipal.
Adiós a los últimos de San Bartolomé

Adiós a los últimos de San Bartolomé

La piedra que se retiró del edificio de Easo 22 ha empezado a ser recolocada en la fachada de plaza Easo 2 que da a la futura calle de subida Estella/Lizarra

JORGE F. MENDIOLA

Lunes, 25 de julio 2016, 12:45

La operación San Bartolomé avanza a velocidad de crucero. Ya se ha iniciado la demolición del antiguo convento situado en lo alto del cerro y del edificio que hay en la esquina de las calles Amara y Arroka, el último de Amara Viejo que desaparecerá del planeamiento para permitir el desarrollo urbanístico del barrio. Los dos serán historia en agosto.

Derribo manual. El bloque que comparten el número 4 de la calle Amara y el número 9 de Arroka se demuele de forma manual por su proximidad a los edificios colindantes, en concreto al número 7 de plaza Easo, con el que comparte pared. Además, tiene estructura de madera, por lo que se aplicará la misma técnica que en plaza Easo 1 y 2. Los obreros van de arriba abajo, planta por planta, poco a poco, con especial cuidado en la zona de medianera. La parte opuesta, la que da a la nueva plaza Arroka, sí se tirará con excavadoras. La previsiones que maneja la promotora, San Bartolomé Muinoa, apuntan a que harán falta otras tres semanas de trabajo. En este solar se levantará después un edificio más estrecho al que regresarán solo los residentes de Amara 4. El espacio que se libere se aprovechará como zona verde y para crear un vial que conecte en línea recta la futura calle Estella/Lizarra -que nace frente a Larramendi y llega hasta Aldapeta- con la calle de la Salud. Mientras se ejecuta el proyecto, algunos vecinos están en viviendas de realojo transitorio en la calle Amara y Benta Berri, si bien la mayoría percibe una renta compensatoria para que pueda hacer frente a un alquiler en el mercado libre hasta que les entreguen las llaves en 2018, según el cronograma de obra.

Patrimonio protegido. El antiguo convento de San Bartolomé también tiene los días contados. Entre quince y veinte hombres se afanan esta semana por vaciar el interior y separar los materiales para su posterior reciclaje. Antes se ha procedido al desamiantado de paredes y techos por personal especializado. Una vez sacado todo entrará la máquina de derribo, que en cuatro o cinco días reducirá el edificio a escombros. El proceso alcanzará su momento de mayor dificultad cuando le llegue el turno a la fachada este, apenas a tres metros del muro de San Bartolomé, por lo que será necesario cortar la calle Easo. Al estar incluidas en el Plan Especial de Protección del Patrimonio Urbanístico Construido (Peppuc), la fachada norte y la iglesia deberán conservarse. La fachada se arriostrará con una estructura metálica y la planta, muros y bóvedas de la capilla en la que tantos donostiarras se han casado se mantendrán intactos. Si no surgen contratiempos, para el 30 de agosto habrán terminado las labores de demolición y el solar estará listo para la construcción de un hotel, como recoge el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). El alojamiento, de unas 115 habitaciones, ofrecerá vistas a la bahía de La Concha, integrará los elementos protegidos con una estructura acristalada y se comunicará por varios ascensores con la calle Easo, Amara Viejo y la cuesta de Aldapeta.

Ámbito peatonal. El convento y la calle Arroka están separadas por la aún en construcción calle Estella/Lizarra, a la que se podrá acceder asimismo desde Easo y cuya urbanización también está en marcha. Será solo de subida -la bajada se hará por la cuesta de Aldapeta- y dispondrá de amplias aceras, alcorques, bidegorri y paradas de autobús. Las rampas y escaleras de acceso a la plaza Arroka son provisionales y se suprimirán cuando finalice la obra. En cuanto al frontón, según el planeamiento se conserva, pero la promotora tiene constancia de que el Ayuntamiento apuesta por eliminarlo en el proyecto de urbanización en el que trabaja. Al otro lado de la carretera, en la plaza Arroka, se reserva una parcela triangular para un edificio de equipamiento municipal de 750 metros cuadrados en el que se colocará la histórica fachada de la Casa de Baños.

Una vida entre grúas. Avanzar por Estella/Lizarra es adentrarse en un mundo de contrastes en el que camiones, obreros y andamios se mezclan con vecinos de los bloques ya terminados, vendidos y habitados. Y viceversa. Un gran agujero rasga el nuevo barrio. De él surgen casi a cota cero los cimientos de los números 4, 6, 8 y 10, mientras que en el lado de los impares hay hasta un bar en funcionamiento. Allí se encuentran las 135 primeras viviendas entregadas, 95 para realojo y 40 para la venta. Detrás de estos portales se localiza el Eroski, con previsión de apertura en febrero. Las toneladas y toneladas de tierra que salieron del socavón servirán como relleno para configurar e igualar la nueva calle.

Sillar a sillar. En la parte baja de Estella/Lizarra se alza el nuevo edificio de plaza Easo 2. En cumplimiento del Peppuc, la piedra que se retiró del bloque derribado en Easo 22 fue almacenada y limpiada y ahora ha empezado a recolocarse en la fachada que da a la nueva calle. La otra fachada, la orientada a la plaza, permanece arriostrada durante las obras. Una vez asentados los 600 sillares, San Bartolomé Muinoa prevé entregar en verano de 2017 esta doce viviendas, nueve para realojos y tres para la venta. Justo enfrente luce el cartel que anuncia la futura imagen de Easo 22, que se reconstruirá con un diseño similar al del antiguo parque de Bomberos.

Trece derribos en total. La regeneración urbanística de San Bartolomé ha supuesto la demolición de un puñado de edificios de Amara Viejo, barrio que ha cambiado de fisionomía para siempre. Por el camino se han quedado, en este orden, Amara 12, Arroka 10, Amara 14, 16 y 18, Arroka 4, Arroka 6, plaza Easo 1 y 2, calle Easo 22, Arroka 5 -donde estaban los talleres- y ahora la esquina de Amara 4-Arroka 9. En total, trece inmuebles a los que hay que sumar el convento de la Compañía de María. Según recuerda Martín Arregui, gerente de San Bartolomé Muinoa, la sociedad se creó en 2008 y en 2010 comenzaron las labores sobre el terreno. «En origen fuimos a un ritmo más lento por la crisis, porque aparte de construir hay que vender las viviendas, y sí es cierto que los años 2011 y 2012 las ventas se frenaron. Ahora se está vendiendo bien y vamos cumpliendo los plazos, aunque estos últimos derribos debían haberse ejecutado hace un año», explica.

Un barrio «abierto a la ciudad». Arregui relata que durante los primeros años el avance de las operaciones no era visible desde el Centro: «Es verdad que hemos estado escondidos mucho tiempo, pero ahora con la calle Estella/Lizarra es otra cosa. Nos hemos abierto a la ciudad». El gerente de San Bartolomé Muinoa anuncia la comercialización del nuevo edificio de Easo 22 y fija para 2021 -tras 11 años de obras- la fecha programada para completar el nuevo barrio.

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