![«Altza está más limpio que hace años»](https://s1.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/201905/04/media/cortadas/altza-kwXF--624x403@Diario%20Vasco.jpg)
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Si hay un barrio de la ciudad que cada año saca mejor nota en limpieza, ese es sin duda Altza. Al menos esa es la ... sensación de quienes desde hace años viven en la zona más al este de la ciudad. «Llevo veinte años viviendo en el barrio y puedo asegurar que las calles cada vez están más limpias. Desde primera hora de la mañana pueden verse operarios municipales limpiando cada resquicio y para los que hacemos vida aquí es muy satisfactorio pasear sin tener que andar esquivando la basura», reconoce Charo García, vecina del entorno del paseo de Altza.
La satisfacción con la limpieza está sujeta a la percepción de cada uno. Pero lo que es un hecho es que las calles de este barrio están ahora más limpias que hace 23 semanas, cuando se puso en marcha el proyecto Smartkalea. Así lo constata un estudio que se está llevando a cabo de los residuos que se recogen a través de la limpieza de las calles. «El residuo más numeroso son las colillas de tabaco, seguido de las pipas, las servilletas y las bolsas de snacks», explican desde Fomento de San Sebastián, impulsor de la iniciativa.
«Lo de las colillas es una plaga. No es posible dar dos pasos sin encontrar una en tu camino, aunque esto ocurre un poco en todos los barrios», lamenta Jon Aguirre. «Además, no solo están en las calles. Yo las he llegado a ver dentro de autobuses y de establecimientos, donde está prohibido fumar. Esto, evidentemente, es reflejo de que nos las llevamos pegadas hasta debajo de las suelas de los zapatos», agrega.
Esta campaña se enmarca en una iniciativa piloto -de 6 meses de duración- que consiste en recoger y analizar los residuos tirados en la vía pública en cinco puntos de control distribuidos por el barrio: calles Ariberri, Arrizar, Txirrita, paseo de Altza y San Marcial. Durante la primera semana se recogieron un total de 924 colillas y esta última -la número 23- ha descendido a 658. La semana 10 se registró el menor número de ella, con un total de 513.
De las 15 tipologías de residuos analizadas semana tras semana, las pipas ocupan la segunda posición. «Esto es cosa de la gente joven, indudablemente. Se sientan a charlar y a comer pipas, cosa que me parece estupendo. Pero la mayoría no se preocupa de meter las cáscaras en un bolsita y echarlas a la basura. Tan simple como eso», señala Manoli, que pasea por el parque Harria. «Aunque debo reconocer que esta zona suele estar muy limpia, es de agradecer que existan espacios como este para pasear y que además estén limpios», apostilla.
Al inicio de la iniciativa se lanzó una campaña de sensibilización entorno a la limpieza viaria con el objetivo de concienciar a la ciudadanía y reducir el volumen de residuos que se recogen a través de la limpieza de las calles. Entre estas acciones se incluye la instalación de un depósito cilíndrico transparente con las colillas recogidas, el reparto de ceniceros portátiles y la colocación del cartel de la campaña en las marquesinas del barrio.
«La verdad es que no me había parado a pensar en el motivo de este cilindro», reconoce Antonio, que acaba de bajar del autobús número 13, al tiempo que enciende un cigarro. «Siento decir que soy de esos que apaga las colillas pisándolas con el pie», apunta, «aunque puestos a quejarnos, a mí me molestan más visualmente las bolsas de plástico en el suelo que colillas».
En lo que va de estudio se han recogido un total de 16.176 restos de cigarros en los cinco puntos de control, frente a las 802 bolsas de snacks. Según este, los puntos con mayor volumen de colillas se encuentran en las zonas del parque de Arriberri y Bersolari Txirrita. Asimismo, los lunes se recogen el 54% del volumen total de colillas registradas frente al 46% de los viernes. Desde Fomento de San Sebastián advierten que «no son biodegradables. Se fabrican con acetato de celulosa, que proviene del petróleo, y tarda alrededor de diez años en descomponerse, contaminando el agua y el suelo».
Andrea pasea con su perro por el recién inaugurado mirador de Oleta, en el paseo de Herrera. «Vengo a menudo a dar un paseo por esta zona y más de una vez me encuentro vasos de papel con restos de café abandonados. Allí mismo hay uno», dice mientras señala a un recipiente que reposa a pocos metros. «Y allí, al fondo, hay una papelera y varios contenedores de reciclaje», añade. Según esta vecina, «los donostiarras tenemos mucho que aprender todavía, falta concienciación», insiste. Aún así, subraya que Altza está «bastante limpio, de notable alto».
«Otra cuestión relativa a la limpieza y al civismo en la que aún nos falta algo que aprender es la relativa a las heces de los canes. Debería incluirse en ese estudio», dice en tono jocoso, «porque muchos altzatarras no las recogen y luego nos miran mal a todos», concluye.
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