
Ciudadanos | Borja Jiménez Mohar
«Me asusta repetirme. Sigo buscando. Sin saber qué es lo que debo hallar»Secciones
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Ciudadanos | Borja Jiménez Mohar
«Me asusta repetirme. Sigo buscando. Sin saber qué es lo que debo hallar»Alas cinco de la mañana de ayer martes Borja, su primo y su tía Nina (80 inmensos años) salieron en coche hacia Sevilla para luego ... seguir, ferry incluido, a Ceuta, donde nacieron ella y la madre del escultor, María. Es un viaje pausado, ilusionante y hacia los orígenes. Borja sabe que allá encontrará algo de eso que dice estar buscando. Luego volverá a su taller, en el primer repecho de Egia hacia la clínica Quirón y se pondrá a trabajar porque el 23 inaugura exposición cerca, en el Paseo Alkolea. Borja es hijo de Juan Carlos, gran joyero que, en 1959, diseñó el broche de solapa que representaba la Concha de Oro del Festival de Cine. También fue autor de la magnífica sirena de escamas plateadas que con un perlón en la mano era el símbolo del premio La Perla del Cantábrico.
–Hemos quedado a las puertas de Le Bukowski, a medio camino entre Sakana, la galería donde expondrás, y tu taller. Al llegar al bar Egia, vecinos del barrio, el herrero Kortadi por ejemplo, te han saludado como a un habitual, a un parroquiano
– Es que lo soy. Ciertamente, mis orígenes están en paseo de Errondo donde mi padre tenía su joyería. En tiempos, cuando nuestro número de teléfono era el 114333. Verdad también que además de a Marianistas fui a La Sagrada Familia, la escuela de la calle Urdaneta donde conocí a los hermanos Jiménez, Pedro y Jesús, gitanos que me introdujeron en el mundo del flamenco verdadero. Pero llevo unos diez años en Egia. Y sí, al mediodía suelo dejarme caer por el Egia. Y al atardecer, cerveza en Le Bukowski. ¿Pasear? Hacia Loiola, tomando luego la vereda del río. Es de una gran belleza y no hay las multitudes de La Concha. Sí, me gusta este barrio donde la gente deja libros por las esquinas para que quien así lo quiera, los coja.
– En el taller hay esculturas tuyas. Catálogos, la mesa de joyero de tu padre pero también dos guitarras, bongos y unas tumbadoras o congas. Interesante...
– Una de las guitarras es de Jon Uresti que ahora anda por México. La otra, con los trastes machacados de tanto haber practicado con ella pertenece a David Escudero, ese gran guitarrista que suele acompañar a todos los participantes del concurso de cante flamenco Ciudad de San Sebastián. Y lo mío es la percusión. Tenemos una gran nave en el polígono 27 porque somos un taller de reproducción y maquetas,. Al acabar la jornada nos juntábamos todos allá (Sonakay, antes de ser Sonakay) y hacíamos flamenco. La guitarra era de ellos. A mí me dejaban la percusión. Me fascinaba, tiempo, compás y ritmo. Aprendí a tocar 'al golpe'.
– No sé lo que es tocar al golpe
– Tal como lo hacían los maestros de antaño, con la mano sobre la madera, sobre la mesa. Luego vendría el percusionista de Paco de Lucía, Tino di Geraldo, y daría ese toque al cajón que Paco se había traído de Perú.
– Bien hermoso. Está sonando Paco Ortega. ¿De qué hablamos ahora? ¿Del concepto y del mercado del arte? ¿ De lo muy interesante que resulta la escala en todo? ¿ De que si desarrollas una curva acaba apareciendo una cruz? ¿De ese castillo del siglo XIII donde expusiste en 2023?
– Hace un tiempo di una charla a empresarios e inversores en Zuatzu, en la sede de BerriUp, la aceleradora de empresas Startup. Hablamos del respeto que merece la escultura y que tampoco es cuestión de que crees lo que para muchos son 'cosas raras' y les pongas un precio desorbitado. Hablamos de que no se trata de pujar fortísimo en una subasta por un Van Gogh o un Velázquez para luego meterlo en una cámara acorazada con las necesarias medidas de temperatura, humedad y conservación. No, si gastas, cuélgalo en tu casa y llora de emoción al contemplarlo.
– ¿Y si alguien enloquece por tu obra y está dispuesto a pagar lo que sea por ella?
– Entra en juego la honestidad del artista. Si quien sufre pasión tan arrebatadora no tiene dinero, acaso hasta se la regala. Si quien pide llevársela nada en la abundancia no estaría de más que contribuyese al bienestar del artista. Una buena cifra ayuda a pagar facturas, materiales, impuestos. En cuanto al castillo...
– ¿Sí?
– Es el de Avezan en Gers, Occitania. Un castillo tipo gascón. Expuse mis cruces redondas, mi filosofía del espacio y también esa idea de que si estás cerrado sobre ti mismo ni ves ni eres visto mientras que abierto, ves y te ven.
– Trabajas con el hierro dulce.
– Me gusta, sí. Mira esta obra. Son tres cubos. Busco las tres dimensines que son, en realidad, el espacio. Dejo que la luz entre por uno de ellos... y el resto es sombra.
– Hablas de la escala...
– Otra fascinación, reproducir Gipuzkoa a 1: 5000, todo 5000 veces más pequeño. Forzar la escala vertical, como en las catedrales, para que nada quede fuera de lugar o forma.
– ¿El artista ante y antes de su próxima exposición?
– Algo muy serio. Hasta angustioso. Te gustaría que la gente viera en tu obra lo que tú querías mostrar pero al mismo tiempo, como no sabes qué estás buscando ni qué debes encontrar, si la gente la ve de otra manera, ayuda.
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