«No podemos estar así todos los veranos»

San Sebastián dispone de un único parking público de 44 plazas para el estacionamiento de este tipo de vehículos que se encuentra ubicado al principio del Paseo de Berio. Todos los veranos se llena, pero el Covid ha popularizado aun más las autocaravanas porque los viajeros pueden limitar sus contactos a los convivientes en el vehículo, y así la demanda de rayas para aparcar se dispara.

Las plazas siguen siendo las mismas y resultan insuficientes un año más. Con el parking completo, los caravanistas comienzan a aparcar en los alrededores, entre la biblioteca Carlos Santamaría y el Aulario de la UPV, fuera del espacio habilitado para tal fin, ocupando plazas de aparcamiento e invadiendo la vía.

La presión de esta modalidad de turismo genera fricciones con los vecinos por los problemas que generan los caravanistas al estacionar fuera del parking. Por si la proliferación de estos vehículos fuera poco, esta forma de viajar se ha comenzado a practicar también en furgonetas 'camperizadas', vehículos acondicionados para vivir en su interior.

A diferencia de las caravanas y autocaravanas, estas furgonetas son personalizadas a partir de un vehículo original, por lo que no disponen de algunos espacios esenciales para las necesidades básicas, como los aseos. La falta de baños en este tipo de transporte termina provocando problemas y situaciones desagradables en la vida diaria de los residentes. «Ponen en la parte de atrás de la furgoneta un colchón y, ¿dónde hacen sus necesidades?», pregunta en forma de denuncia la Asociación de Berio.

Los vecinos han conseguido a través de constantes reclamaciones combatir en cierta medida el tema de las acampadas. La asociación indica que este año se aprecian menos despliegues de mesas y sillas e instalaciones de toldos en plena calle. Sin embargo, todavía asisten a situaciones inimaginables debido al comportamiento de los turistas, especialmente de los que viajan en este tipo de furgonetas. «La calle termina pareciendo un camping, algunos cuelgan su ropa con cuerdas en los árboles», expresa Paula, una residente del Antiguo. Los visitantes realizan actos de su vida cotidiana en espacios públicos que los residentes ven desde la ventana de sus domicilios o en las aceras por las que pasean a diario. «Hemos visto de todo, haciendo sus necesidades fuera, en ropa interior, lavándose los dientes...», manifiesta Amaia Cilveti, una vecina de la zona.

Los problemas alcanzan también al tráfico rodado y peatonal. Debido a sus grandes dimensiones, los vehículos invaden tanto la acera como la calzada, lo que supone un peligro para conductores y transeúntes. Tal y como indica un beriotarra: «Cuando paso por allí, ya sea en moto o coche, tengo que ir por la mitad de la carretera, por espacio y seguridad».

La concejala de Movilidad, Pilar Arana, anunció en 2016 que estaba «previsto acondicionar el aparcamiento de los estudiantes» que se encuentra junto al parking de autocaravanas de Berio, y habló de ese mismo año como posible fecha de entrada en funcionamiento. Se tomaron ciertas medidas por parte del gobierno municipal en relación a horarios y plazas de residentes. Sin embargo, a día de hoy, según los vecinos, no se ha llevado a cabo dicha previsión y el problema sigue vigente. «Queremos que nos quiten de ahí las autocaravanas», declara la Asociación de Berio. A pesar de contar con espacios habilitados en dos campings de la ciudad (Igeldo e Igara), Berio sigue siendo un imán para estos turistas por su cercanía al parking oficial, su buena comunicación con el Centro y la cantidad de espacios libres para estacionar al no haber actividad lectiva en la universidad.