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La gestión del mercado de la Bretxa vuelve de manera oficial a manos municipales. La caducidad impuesta por el Ayuntamiento a la concesión de Baika ... Mercados S. L. se cumplió ayer y por ello representantes de esta empresa cedieron la administración del mercado al Ayuntamiento en un acto conjunto que tuvo lugar al mediodía. El consistorio acudió a la cita, entre otros responsables, con la secretaria municipal que levantó acta del encuentro que confirmó el traspaso de poderes. Baika, por su parte, acudió a la cita con un abogado, un arquitecto y un notario para certificar la operación.
El proceso que ha desembocado en el acto celebrado ayer tiene su origen en los reiterados incumplimientos de Baika en sus obligaciones respecto a las obras del interior del edificio Pescadería y la reurbanización de sus calles. Fue determinante el retraso y paralización de los trabajos que debían finalizar con la entrega y puesta en servicio del mercado tradicional en la planta de calle en Pescadería. Según el contrato firmado entre Baika y el Ayuntamiento, el mercado tenía que estar operativo el 31 de enero de 2023.
El acto de ayer no significa ni mucho menos que los caminos de Baika y el consistorio se separen. La decisión del Ayuntamiento de declarar la caducidad de la concesión de esta empresa se dirimirá en los tribunales. Baika ya presentó un recurso en los tribunales contra la decisión municipal de dar por finalizado el contrato, que expiraba en 2049. El Ayuntamiento asume que deberá pagar una indemnización por adelantar 25 años el fin del plazo de contrato de explotación. Los servicios municipales han cifrado la compensación a realizar a Baika en 6,2 millones (exentos de IVA), una cantidad que la administración municipal espera equilibrar con la correspondiente reclamación por «daños y perjuicios» que la concesionaria ha causado.
Mientras se dirime el pleito judicial, el Ayuntamiento ya se ha hecho cargo del mercado. Las obras que ha dejado pendientes Baika afectan tanto al interior del edificio Pescadería, espacio al que deben subir los asentadores, como al exterior, en el que están pendientes de realizar las obra de reurbanización en las calles Iñigo, Aldamar y la plaza del mercado. Estas obras comenzaron ayer mismo en la calle Iñigo tras la entrega de la concesión.
En cuanto a las obras del interior del futuro centro comercial, que será gestionado por la Sociedad de Fomento, el Ayuntamiento deberá sacar la correspondiente licitación. Aún no ha podido adelantar este trámite ya que hasta ayer mismo la concesión estaba en manos de Baika. Todo este retraso va a suponer que el nuevo mercado no se abrirá, al menos, hasta dentro de una año.
«En la calle Iñigo se va a hacer un tratamiento exactamente igual al que existe en el entorno del cercano edificio de Orixe», confirma Juantxo Marrero, concejal de Proyectos Urbanos. La empresa Urbycolan será la encargada de rellenar la calzada hasta la cota de los bordillos, «con el fin de dotar a esta calle de un carácter peatonal que mejore la accesibilidad», señala. Las obras también contemplan construir una acera pegada a Pescadería, «ya que el futuro mercado tradicional tendrá puerta de acceso desde las cuatro calles», recuerda el edil del PSE.
Las obras en la calle Iñigo se prolongarán hasta el 11 de octubre y en ellas también está prevista una actuación en el bordillo de acceso al centro de salud de la Parte Vieja de la calle Aldamar. «Ese bordillo tiene un desnivel de 25 centímetros respecto a la calzada. Se va a rellenar la calzada con un aglomerado hasta que tenga una cota normal», anuncia.
En cuanto a las obras en Aldamar, que se desarrollarán del 14 de octubre al 20 de diciembre, el edil adelanta que su distribución final será «la de un carril para los vehículos y dos bandas de aparcamientos». En el sentido de avance de los coches, la banda de la izquierda va a ser aparcamiento de residentes y va a haber alguna zona para parking de motos y bicis. En la zona de la derecha se destinan tres plazas para Osakidetza, otra para carga y descarga, una plaza de aparcamiento para minusválidos y los contenedores de basura. «El carril de circulación tendrá 3,50 m., que es lo que ha pedido Bomberos, algo más estrecho que el actual», añade.
Respecto al arbolado existente en la calle, cuenta Marrero que los árboles que hay ahora mismo en la primera manzana del lado derecho de Aldamar, dirección Boulevard, «se mantienen y añaden otros en la siguiente manzana».
En la segunda fase de las obras de reurbanización que se van a realizar en la calle Aldamar, entre el 14 de octubre y el 20 de diciembre, el consistorio también incluye los trabajos que se van a hacer en la plaza del mercado que está entre los edificios Pescadería y Arkoak. «En esta fase de la obra solo se va a colocar el pavimento en el que se instalará en Arkoak la futura marquesina para las baserritarras que actualmente están ubicadas bajo una jaima delante del edificio Pescadería», explica el concejal Juantxo Marrero.
Una noticia que alegró en cierta medida la mañana ayer a la decena de asentadores que atendían sus puestos. Tampoco supuso para ellos un excesivo júbilo, ya que esperan desde hace años que el Ayuntamiento mueva ficha y les traslade a un espacio más digno para poder ejercer su profesión.
«Sí, es una buena noticia. Pero es que vinimos aquí para 3 meses de forma provisional y llevamos ya más de 5 años. Y estamos mal. En verano esta jaima se convierte en un invernadero, con un calor que no se puede aguantar. Y en invierno hace mucho frío», señalaba José María Setién, que durante los últimos 60 años viene a diario desde Segura a la Bretxa para atender su puesto de plantas de huerta. Tal es la situación que vive este baserritarra que afirmaba «que el calor afecta a mis plantas, se arrugan». Por lo que tenía claro que el próxima traslado será a mejor. «Creo que será mejor que esto, que sea peor es muy difícil. Pero no sabemos fechas ni nada», comentaba.
Junto a Setién está el puesto de verduras de María Isabel Arsuaga, de Anoeta. Durante los últimos 50 años atiende diariamente su negocio en Donostia. Ha pasado, al igual que la mayoría de sus compañeros de jaima, por la plaza Sarriegi y la calle San Juan hasta llegar al actual espacio de la Bretxa. «Este es el peor sitio de todos. Estamos encerrados por la obra. Es muy incómodo para trabajar, además de que hemos perdido clientes. A nosotros desde la calle Aldamar ni se nos ve», decía a este periódico.
Esperanza Pozuelo, de Errenteria, atendía ayer el puesto de verduras, frutas y queso de su hijo Igor Otegi. Llevan 22 años en la Bretxa, tras pasar por las ubicaciones anteriores, «y vamos tirando. Yo me veo un poco abandonada, en el sentido de que no le hacen mucho caso a la carpa. Creo que este espacio necesita más limpieza. A pesar de que el sitio no es el más ideal, por las ventas no nos podemos quejar», señalaba.
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