«La pondré en mi lugar favorito de casa»

Durante el día de ayer se entregaron más de cuarenta cortes de los tramos de la barandilla que se retiraron el pasado invierno de la zona de los relojes de La Concha. Javier fue uno de los primeros afortunados en pasar por el almacén a recoger uno de estos históricos trozos del litoral donostiarra. «Me lo voy a llevar a Wert, en Holanda, y se lo voy a regalar a mi hija, que vive allí», señaló este bilbaíno afincado en San Sebastián desde hace 38 años. «Más donostiarra que ella no se puede ser, porque nació un 15 de agosto en plena Semana Grande, así que va a ser un regalo que yo mismo le voy a entregar en mano», apostilló.

Roberto acudió con su coche poco antes de las diez de la mañana, con el DNI y el justificante de pago de los 145 euros en mano, un importe dos euros inferior al coste de corte de cada unidad. Al igual que al resto de afortunados, no se le permitió elegir cuál coger. «Lo primero que voy a hacer es llevarla a una empresa para que le quiten la pintura vieja, le den una nueva capa blanca y le pongan un pie. Luego se la daré a mi hija que vive en Nuremberg, en Alemania», apuntó este donostiarra. José Ángel y Merche, padre e hija, fueron los últimos de la mañana que recogieron su módulo para llevárselo fuera de la ciudad. «Lo vamos a colocar en la piscina de la casa del pueblo, en Navarra», afirmaba Merche, quien presumía de haber sido «la única de la cuadrilla a la que le ha tocado el sorteo».

La mayoría de los que se acercaron ayer a Belartza fueron donostiarras y una buena parte de ellos tenía claro que su trozo de barandilla iba a quedarse en la ciudad. «Nos la llevamos a Intxaurrondo», afirmaba José, que acudió acompañado por su hijo, con una amplia sonrisa. «En cuanto vimos que existía esta opción no tuvimos la menor duda y nos apuntamos. Nos pareció una idea muy bonita y hemos tenido suerte, así que la colocaremos en el jardín de casa», añadió.

Sin embargo, no todos se han hecho eco de su suerte. «No le hemos dicho a nadie que nos ha tocado, así que cuando podamos la sacaremos del coche sin que nadie nos vea, a eso de las seis de la mañana, y la esconderemos en casa», explicaba emocionado un matrimonio que prefería mantenerse en el anonimato. «Cuando le hayamos puesto la base la pondré en mi lugar favorito de casa y les daremos un sorpresón a nuestra familia e hijos», añadían.

Parece que todos los afortunados tienen claro la nueva vida que darán a los tramos de barandilla, aunque quizás una de las ideas más diferentes sea la de Manex, que va a convertirla en mesa, «con un cristal que la cubra». Quienes no resultaron agraciados en el sorteo del año pasado no deben perder la esperanza porque en los próximos meses nuevas remesas de barandillas serán retiradas del paseo.