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La segunda fase del programa de huertas públicas de Marrus ha empezado a recibir esta semana a los primeros usuarios. Son 77 parcelas, ya adjudicadas, ... situadas en una loma junto al caserío que da nombre a este ámbito de Altza –detrás de Garbera– y a pocos metros de la primera fase, en activo desde 2014. El Ayuntamiento ha preparado el terreno y ha habilitado un cobertizo para guardar los útiles de labranza –que también proporciona– y taquillas individuales.
Elena Amorena y su marido, Esteban Korta, son los más madrugadores. Vienen de Egia y, antes de plantar, están haciendo bancales separados por pasillos, de modo que no tengan que pisar la tierra, evitando así que se endurezca y compacte. «Hemos traído rúcula, calabacín... Es lo primero que vamos a poner», explica Amorena con la ilusión de quien lleva «14 años esperando» esta oportunidad. «En el año 2000 ya tuvimos huerta en Añorga Txiki y tenemos experiencia. Nos gusta el sitio que nos ha tocado porque está un poco inclinado. La pendiente favorece que el agua circule. En parcelas llanas, se queda estancada. Lo malo es que subir los aperos y la carretilla cuesta más», cuenta mientras su marido se afana en limpiar la tierra de piedras. «La primera cosecha, si es rúcula, saldrá en un mes. Los calabacines tardarán un poco más, para junio probablemente. Tenemos que poner semillas de tomates de varios tipos, pimientos, guindillas, pepinos también», avanza Korta. «Todo es para comer. Somos bastantes de familia y con lo cara que está la comida...», añade ella.
Su secreto para una buena cosecha es «meter horas». «Cuando hemos tenido huerta, al final nos ha crecido todo lo que hemos plantado. Venimos todos los días y hacemos un poquito. Hay gente que viene cada quince días, hay quien no viene en tres meses... Si no la cuidas, se te llena de malas hierbas», subraya Amorena.
Unas parcelas al norte, Mariano Edo prepara el terreno para iniciar la plantación. Este jubilado de Sagüés, amante de la naturaleza, tuvo huerta en Arteleku hace años, pero se vio obligado a dejarla por motivos laborales. Ahora le sobra tiempo para dedicarle a la faena. «He llegado a las diez de la mañana y traigo ocho o diez berzas, cinco o seis acelgas, cien cebollas... Poquito, para el consumo de casa. En primavera sale todo fácil, pero hay cosas que se plantan ahora y cosas que no. Las lechugas, por ejemplo, las vas poniendo por tandas y cuando crecen, las recoges y vuelves a poner más. También se puede empezar a poner vaina, guisantes...», detalla Edo, quien asegura que se acercará hasta Marrus «no todos los días, pero sí cada tres o cuatro días», aunque cuando plante calabacines tendrá que venir «al menos cada dos».
Teme que, «como pasaba en Arteleku», esta zona se convierta en la 'huerta del cogeyvete': «Algunos usuarios de la primera fase nos dicen que les han solido robar calabacines, calabaza...». Para dificultar el trabajo a los ladrones, se ha vallado el área y la puerta de entrada está asegurada con un candado.
La segunda fase de las huertas públicas de Marrus ha tenido que sortear no pocos obstáculos hasta convertirse en realidad. Tras el éxito de la fase inicial, que consta de 88 parcelas, la alta demanda ciudadana animó al gobierno municipal a ampliar el proyecto un año después, pero en 2017 los adjudicatarios advirtieron de la presencia de pequeños trozos de fibrocemento en algunas zonas. «Las analíticas confirmaron la existencia de amianto y por ello se procedió al cierre de las huertas de esa segunda fase hasta tramitar con el Gobierno Vasco la solución más adecuada», recuerda Iñigo García, concejal de Ecología. El edil del PSE apunta que «se optó por una cubrición del terreno afectado con medidas y técnicas adecuadas para estos casos».
En 2022 se aprobó el proyecto y en otoño de 2024 comenzaron las obras, primero de cubrición de la zona contaminada y posteriormente los trabajos de reacondicionamiento de las huertas en la zona limpia.
García señala que el objetivo de este parque público de huertas urbanas es «ofrecer a la ciudadanía un espacio para ejercer una agricultura ecológica de autoconsumo para, por un lado, sensibilizar a la población hacia la agricultura ecológica y una alimentación y actividad saludable y, por otro, perseguir beneficios más sociales como favorecer la salida al aire libre, con la oportunidad de socializar con otras personas, así como la opción de disponer de alimentos de calidad para gente que pueda tener problemas económicos».
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