«El bosque de Miramon debe rematarse»

Los vecinos reclaman una inversión de 625.000 euros en el bosque natural de Miramon «que el Gobierno Vasco desvió hacia la pasarela de acero corten que une el Museo de la Ciencia Eureka! con la Policlínica», explican desde la asociación. «El constructor del hotel-residencia junto a la Policlínica asumió el pago de la deuda de 2,1 millones que el parque tecnológico tenía con el proyecto del bosque de Miramón, con la condición de que se realizara la pasarela de acero corten. Dijeron que era para facilitar el acceso de los alumnos del Basque Culinary Center (BCC) hasta el nuevo hotel. Nosotros denunciamos en su día esta falacia puesto que el Culinary está más cerca del paseo de Oriamendi que del Eureka! Comentamos que aquellos supuestos alumnos, de poder ir al hotel, lo harían por otras vías, como así se ha demostrado».

Tienen clara su reclamación. «Para cambiar la normativa urbanística y eliminar trabas a la llegada de nuevas empresas al parque tecnológico, el Ayuntamiento de San Sebastián y la concejala delegada de Urbanismo, Nekane Arzallus, del PNV, deberían exigir que aquella deuda que no se pagó con la excusa de la crisis económica, la realice ahora el Gobierno Vasco, completando el cercenado proyecto de Lur Paisajistak, aprobado en su día por el Gobierno municipal y que no se efectuó».

Entre las tareas pendientes está la mejora de los caminos, senderos, firmes y pavimentos. También, reforzar la vía que une el caserío Katxola con el Museo de la Ciencia y la mejora del mobiliario urbano con papeleras, mesas de picnic, bancos, barandillas, fuentes, juegos, etc., en zonas de fácil acceso y materiales de poco mantenimiento, evitando la agresión al medio natural. Recuerdan los vecinos el proyecto de huertas aromáticas en el BCC y muchas actuaciones de mantenimiento y mejora de la biodiversidad y del hábitat para la fauna, así como de los elementos de luz, entre otras actuaciones pendientes.

Tienen claro que, además de impulsar un plan especial para suprimir rigideces que frenen la implantación de empresas privadas, el Gobierno municipal, debe exigir el pago de la deuda al Gobierno Vasco. «Los dos gobiernos con mayorías políticas afines, deberían poner manos a la obra en este compromiso firmado hace 15 años, y que está a la espera», dicen. «Lo que pretende el equipo de gobierno municipal debe poner en alerta a la ciudadanía donostiarra, al menos a aquella más sensible con la defensa del medio natural».

Se preguntan que «si el Ayuntamiento renuncia a cuidar la normativa municipal, ¿quién lo hará? ¿Estaban estos cambios necesarios del PGOU en el programa del PNV? ¿Es parte del programa oculto de la doctrinaria liberalización en sentido estricto? Dejar de ser un celoso guardián de la normativa de planeamiento, ¿no significa pasar de una actividad económica y medioambiental sujeta al control del Ayuntamiento, a una economía de beneficios empresariales, reduciendo la capacidad consistorial para intervenir en la construcción de la ciudad?».

Argumentan que «se van a poder subdividir parcelas, trasvasar la edificabilidad de unas a otras o modificando el Plan General de 2004, que restringió el número de accesos a uno por parcela. «Ahora se pretende flexibilizar esta normativa para autorizar nuevas entradas a las empresas y facilitar la entrada con el coche tanto desde el vial superior como del inferior. También, instalar equipamientos deportivos, habilitar un parking en rotación de uso público o levantar un edificio de 10 plantas en una de las rotondas de entrada al parque».

Se modifica el plan del año 2004, «¿cambiando qué capitulo del PGOU?», se preguntan. «En ese año, siendo alcalde Odón Elorza, el Gobierno municipal y Gobierno Vasco firmaron un trueque. Modificaron el PGOU para ampliar la superficie de techo de edificabilidad del parque tecnológico -empresa dependiente del Gobierno Vasco-. Con ese cambio el parque tecnológico se comprometía a invertir 3 millones de euros en el medio natural del parque. Esta inversión se quedó en 900.000 (IVA incluido). Es hora de reponer esa deuda. Sería, como mínimo, un ejercicio de justicia poética y prueba de buena voluntad».