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Amaia Berasategui, de Pescadería Espe, en los años 40-50.

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Amaia Berasategui, de Pescadería Espe, en los años 40-50. KUTXATEKA
Más de 150 años

Bretxa, un mercado que es parte de la historia

Ligado al desarrollo social, económico y urbanístico de la ciudad, siempre ha sido lugar de encuentro de generaciones de donostiarras

Jorge F. Mendiola

San Sebastián

Sábado, 17 de diciembre 2022, 07:29

La historia del mercado de la Bretxa es la historia de San Sebastián. Desde su nombre, tomado del episodio militar que precedió al asalto e incendio de la ciudad en 1813, hasta sus últimas ampliaciones y reformas, este espacio ha estado ligado siempre al desarrollo social, económico y urbanístico de la capital guipuzcoana. Ahora, sus más de 150 años de existencia inspiran un libro editado por la asociación de asentadores Bretxakoak con el patrocinio del Departamento de Turismo, Comercio y Consumo del Gobierno Vasco. La publicación, dirigida por Ramón Vera, se presenta el próximo jueves con contenidos sorpresa.

Según relata el cronista e historiador Javier Sada, quien colabora en el libro, derribadas las murallas en 1863, el Ayuntamiento consiguió que con carácter de utilidad pública se aprobara un Real Decreto permitiendo, después de años de permanente litigio, la expropiación de los terrenos donde se proyectaba construir un mercado. El problema venía de lejos: durante el sitio de 1813 se creó una fortificación en el lugar, entre las calles San Juan y Zurriola (hoy Aldamar), ocupando los solares de las casas allí existentes. Terminada la contienda, los propietarios hicieron gestiones para que les devolvieran o abonaran los terrenos que les habían quitado, cosa que no consiguieron hasta que el Ayuntamiento les pagó 293.440,88 reales (unas 75.000 pesetas) por los 2.200 metros cuadrados que se necesitaban para el mercado.

Sada cuenta que obtenida la luz verde, el proyecto del nuevo edificio se encargó al arquitecto Antonio Cortázar, siendo aprobados los planos el 19 de enero de 1870. La obra fue dirigida por los arquitectos municipales Nemesio Barrio y José Goicoa. Constaba de dos pabellones laterales de 50 por 45 metros unidos por un tercero en la parte posterior y un gran patio descubierto que daba a la Alameda. La piedra de sillería procedía de las canteras de Igeldo y Ulia.

Un libro editado por la asociación de asentadores Bretxakoak recoge los orígenes, desarrollo y cambios en los edificios

«Allí se entremezclan con algarabía de gritos la hacendosa ama de casa y la señora en busca de delicados manjares, codeándose la basta y recia cocinera vasca con la dicharachera sirvienta madrileña», escribía un cronista en 1927.

El alcalde Siro Alcain, que dejó muchos escritos sobre curiosidades donostiarras, recordaba «haber visto llegar descalzas a las casheras que, al llegar a las cinco gradas del portón de entrada al mercado, depositaban sus cestos en los pretiles que había a ambos lados, se calzaban y arreglaban para entrar airosas». En la calle San Jerónimo esperaban las revendedoras que, habiendo dejado atados sus borricos a las respectivas argollas, arramplaban con las mejores aves y verduras.

Ampliación en 1898

El importante crecimiento de la población hizo que el mercado de la Bretxa resultara escaso para las necesidades del momento, motivo por el que en 1895 se pensó en la posibilidad de destruirlo para ser sustituido por uno nuevo, pero el proyecto resultó fallido por su alto coste. Tres años más tarde, en 1898, siguiendo planos de José Goicoa y siendo adjudicada la obra a Ramón Múgica por 33.000 pesetas (unos 198 euros), se decidió ampliarlo cubriendo la parte central, que quedó convertida en el tercer pabellón, obligando a reformar la fachada del Boulevard.

Sada apunta que para adaptarse a su nueva estructura, fue necesario cerrar el hasta entonces abierto frente de la Alameda. La nueva fachada se levantó siguiendo el estilo de los dos grupos existentes, clasicismo isabelino, creando un nuevo frente que los unió con una puerta central en cuyo frontón se colocaron los escudos de la ciudad, empleando arcos de medio punto adovelados, con amplio cornisamento, pilastras estriadas y frontón así como, en su parte central un reloj y campana horaria.

Con la reforma, la primitiva forma de U del mercado quedó convertida en una compacta planta rectangular al construirse una cubierta sobre el patio central, que fue cerrado en su parte meridional evitando así a quienes estaban en los puestos los perjuicios que experimentaban los días de temporal, además de lograr una notable mejora en la ventilación e iluminación. Como novedad, se añadieron dos kioscos destinados a la Inspección Veterinaria del Laboratorio Químico y al Recaudador del Mercado.

Después llegó la inauguración de la nueva Pescadería en 1899 y los sucesivos cambios en ambos edificios hasta nuestros días. La próxima gran remodelación se estrenará en 2023.

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