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Iñigo Goñi Davó
San sebastián.
Miércoles, 28 de agosto 2024, 02:00
El tramo de la calle Larramendi que se sitúa entre Urbieta y Prim es lugar de tránsito habitual para muchos donostiarras. También es usual ... atravesar la calle en coche, sea para aparcar o para dirigirse hacia la calle Fuenterrabía. El trasiego de esos vehículos es, desde hace años, el causante de protestas por parte de comerciantes y vecinos de la vía. Por esa razón, realizaron una petición para que se peatonalizara esa zona, pero transcurridos los años, se sienten «olvidados». Así lo explica Carlos Bengoetxea, responsable de la tienda Robers. «Larramendi ha desaparecido de todos los proyectos de peatonalización».
El inicio del plan de conversión para ese tramo se remonta una década atrás. Bengoetxea recuerda que «cuando se peatonalizó Reyes Católicos, pedimos la transformación de nuestra calle, pero aquel intento quedó en agua de borrajas». Los comercios celebraron a finales de 2017 que el plan de peatonalización se incluyó dentro de los presupuestos del gobierno municipal. Pero no tardó en volver la desilusión, porque «el día que se iba a aprobar el proyecto, se notificó al pleno, por parte de Movilidad, que San Martín se iba a cortar por el tema de las obras y la peatonalización de la catedral y necesitaban que Larramendi acogiese esa función vial», cuenta Bengoetxea.
A día de hoy, los coches siguen transitando una vía que, para el responsable de Robers, «lo único que hace es colapsar todos los vehículos que vienen por Urbieta. Esto provoca que cierren la calle y la gente vaya hasta el parque de Araba». Este suceso es el causante de que Bengoetxea afirme que «el único sentido que tiene esta calle es como aparcamiento para vecinos».
Miren Beldarrain, encargada del bar Udaberri, añade que «el único uso vial que le veo a esta calle es el acceso a Fuenterrabía y al parking del Buen Pastor».
Desde el Ayuntamiento señalan que «para tomar una decisión sobre la peatonalización de las calles es necesario analizar el impacto que puede tener en la movilidad del entorno y en todos los movimientos en su conjunto». En lo referente a la función vial que desempeña Larramendi añaden que, «tras el cierre de San Martín, se trata de una vía de canalización de conexión Antiguo- Gros», aunque «se plantea seguir estudiando las peatonalizaciones de la ciudad en su conjunto para definir ejes peatonales principales».
«Esta calle se ha quedado abandonada. Con la peatonalización, reactivaríamos el comercio», expone Bengoetxea. Beldarrain comparte esta visión, «para que haya clientela tiene que haber un ambiente tranquilo». Para ella, el tráfico es el principal causante del problema, «hay veces que los coches provocan que el ambiente no sea agradable». «Sabiendo que lo único que entorperce la obra es la función vial que desempeña, propusimos en su día cambiar la dirección de la calle Sanchéz Toca. Así los coches irían a la calle Fuenterrabía sin problema», concluye Bengoetxea.
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