![Juan Mari Irigoyen, médico de la Vuelta durante más de tres décadas, muestra sus recuerdos en su vivienda de Aiete](https://s1.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/202105/27/media/cortadas/iri1-k0PG-U140501344990UKB-1248x770@Diario%20Vasco.jpg)
![Juan Mari Irigoyen, médico de la Vuelta durante más de tres décadas, muestra sus recuerdos en su vivienda de Aiete](https://s1.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/202105/27/media/cortadas/iri1-k0PG-U140501344990UKB-1248x770@Diario%20Vasco.jpg)
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Son 36 años de Vuelta Ciclista a España recogidos en un pequeño museo de su casa donostiarra de Aiete. El cardiólogo Juan Mari Irigoyen se convirtió por azares de la vida en médico de la carrera ciclista cuando ya había terminado Medicina pero ... estaba en 3º de Cardiología en Cruces.
Su madre regentaba en San Sebastián la juguetería El Candado de la calle Elkano. «Desde pequeñito jugaba con los ciclistas de plástico», relata. «Mi madre, que tiene 99 años, recuerda que el pasillo de casa estaba siempre con 200 ó 250 corredores. Venían amigos míos y con un dado hacíamos carreras con clasificación general, metas volantes y premio a la montaña».
Son recuerdos que, con el tiempo, adquirieron poder de vaticinio. «En Zaragoza, donde estudié la carrera, a mis amigos les decía, casi como gracia, que de mayor quería ser médico de la Vuelta Ciclista. Y luego salió que sí». En todo caso, conviene ayudar a la fortuna con un empujoncito. «Me cogieron porque se había puesto enfermo el médico de la carrera, Isidro Salinas», rememora. «Iba a ir Fernando Astorqui, un compañero mío, pero no pudo por un tema de trabajo. Yo estaba en el comedor de Cruces y oí que buscaban a alguien. Subí donde Fernando y me preguntó, '¿Tienes experiencia?'. 'Sí -solté una mentirilla-, he hecho alguna carrera'. 'Pero es dentro de 3 días...'. En una servilleta de un bar de Bilbao apunté tres nociones y me fui».
Le vino a buscar un marqués de Neguri que hacía de chófer de Isidro Salinas. «Nadie cobraba en aquella época», dice. Se fueron a Estepona, donde empezaba la Vuelta aquel año, el 76. «Al dejar la maleta, encuentro una nota pidiéndome que fuera urgentemente al hotel donde estaba el Super Ser, que, con el Kas, eran los dos equipos más importantes que había entonces en España. Habían venido de la Vuelta a Cantabria. Tamames, Pedro Torres, Ocaña... era un equipazo. Y todos estaban con catarro, tan mal que, si no se recuperaban en 24 horas, no salían. Les di un jarabe. Al día siguiente salió el sol y fue lo que les curó. Si no llegan a salir, no hubiera seguido en la vuelta».
Las 30 fotos seleccionadas en su particular museo recogen sus actuaciones médicas sobre el terreno: Cipollini con la cara ensangrentada; Quintana y su terrible caída; Chente García, a quien atendió desde el coche porque no quería parar o Tamames, primera actuación seria en su primer año de Vuelta. También Julián Gorospe, con maillot blanco como mejor joven, que tras una buena caída siguió. «Un ciclista se caracteriza por su capacidad de sufrimiento», dice. «Son deportistas diferentes».
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