

Secciones
Servicios
Destacamos
Lola Horcajo / J.J. Fdez. Beobide
San Sebastián
Sábado, 7 de diciembre 2024, 00:03
La tradición familiar cuenta que la inconfundible silueta de la Torre Satrústegui asomada a la bahía de San Sebastián en la falda del monte Igeldo, que mandó edificar el donostiarra Joaquín Marcos Satrústegui y Bris en 1883, fue realizada basándose en los planos de otro castillo existente en Irlanda. No sabemos si es verdad, pero si lo fue, bien pudiera ser Glin Castle, un edificio construido en 1780 por la familia FitzGerald, frente a un estuario, en el Condado de Limerick. El edificio adquirió su fisonomía de castillo almenado en 1820 y tiene una evidente similitud en cuanto a su aspecto, tamaño y distribución con la Torre Satrústegui, si bien el edificio donostiarra es algo mayor y tiene una fachada más airosa.
El capitán Joaquín Satrústegui. Joaquín Marcos Satrústegui (1817-1885) había nacido en Donostia, pero pasó su infancia en Inglaterra, exiliado con su familia, ya que su padre defendía las ideas liberales de la Constitución de 1812 contra el absolutismo real que pretendía Fernando VII. Tras la amnistía de 1832, pudieron regresar a San Sebastián y rehacer sus vidas. La precaria situación económica familiar hizo que, con tan solo 16 años, Joaquín se alistara en la Milicia Nacional al comienzo de la Guerra Carlista. Cuando en 1835 la Legión Auxiliar Británica llegó para ayudar a los liberales defensores de Isabel II, fue agregado al Estado Mayor inglés como intérprete. Así llegó a ser ayudante del comandante general de las fuerzas británicas, Lord John Hay, que desconocía el castellano. Tras el fallecimiento de su padre, también su hermano Patricio, con tan solo 12 años, se enrolaría en un barco de la Legión Británica.
Joaquín participó como agente de comunicaciones entre Lord John Hay, los generales carlistas y el general Espartero, lo que culminó en la paz de 1839 con el 'Abrazo de Vergara'. Joaquín terminó con el grado de capitán y fue el autor del detallado informe del convenio firmado que se presentó en la Cámara de los Comunes en Londres.
Joaquín Marcos Satrústegui (1817-1885) fue diplomático y a su retiro, en 1877, recibió el título nobiliario de barón de Satrústegui bajo el reinado de Alfonso XII. Construyó la torre en 1884 y murió un año después sin descendencia. El título de barón y la torre fue heredado por su hermano Patricio, quien murió en 1888 y no la habitaría pues ya tenía una casa de campo en Ulia (Toki Eder).
En 1898, fue la baronesa viuda de Satrústegui, Georgina Barrié, quien dio nueva vida a la torre, que ha acogido hasta 2019 a seis generaciones, descendientes de Patricio.
En 2017, la torre fue vendida a Víctor Madera, quien ya ha rehabilitado numerosos edificios históricos en varias comunidades de España.
La presentación del proyecto de rehabilitación está a la espera de que se apruebe el nuevo Plan General de Ordenación Urbana de la ciudad
El edificio ha sido vandalizado por okupas y grafiteros.
Comerciante y diplomático. Tras la guerra, los dos hermanos emigraron a América con el fin de prosperar. En las cartas personales de Joaquín se puede ver su preocupación por ayudar a su madre viuda y a sus hermanas, que quedaron en Donostia.
Después de pasar tres años en Inglaterra sin conseguir asentarse, se trasladó primero a Valparaíso (Chile) y, en 1848, a San Francisco (EE. UU.), cuando comenzaba la fiebre del oro. Allí logró ser nombrado cónsul honorario de España, un cargo sin retribución, pero que le ofrecía grandes oportunidades de negocio. Su carrera diplomática fue en ascenso, pasando por Newcastle (Inglaterra), Nueva York y Argel, hasta llegar a ser cónsul general de Canadá en 1870 y de Londres en 1873, cargo que ejerció durante cinco años hasta su retiro en 1877, año en que recibió el título nobiliario de barón de Satrústegui, bajo el reinado de Alfonso XII.
El marqués de Comillas y la Compañía Trasatlántica. Por su parte, su hermano Patricio emigró a Cuba con apenas 16 años y, al año siguiente, ya estaba enviando dinero a su madre, agobiada por las deudas. Allí llegaría a conocer a Antonio López, futuro marqués de Comillas, otro emigrante en busca de fortuna que estaba teniendo éxito con sus «ingenios azucareros» y el comercio de todo tipo de mercancías, incluidos los hombres, ya que la esclavitud no sería abolida en Cuba hasta 1886. En 1847, López estaba interesado en comprar un barco y Patricio, que estaba al tanto de los avances en la construcción naval, fue quien encargó en Filadelfia el vapor 'General Armero', el primer barco de hélice español.
En 1857, se refundó en Alicante la naviera A. López y Cía., de la mano de los hermanos Antonio y Claudio López como principales inversores, y la participación de los hermanos Patricio y Joaquín Satrústegui, y la de sus primos Carlos y Joaquín Eizaguirre. Consiguieron primero la concesión oficial del correo con Marsella y luego con África y América. En 1881, la compañía adoptó el nombre de 'Compañía Trasatlántica', llegando a ser una de las navieras más importantes del mundo hasta que, a mediados del siglo XX, la aviación comenzó a cambiar la forma de viajar. Los negocios del grupo empresarial López abarcaron también bancos, compañías de seguros, industrias de construcción naval, minas de carbón, tabacos e importantes inversiones en ferrocarriles, formando un imperio empresarial que enriqueció a sus accionistas principales.
Un castillo deshabitado. Con esta ajetreada vida, Patricio, establecido en Alicante, se casó con Georgina Barrié, hija del cónsul británico. Joaquín permanecería soltero. No obstante, la vida de ambos siempre estuvo unida a la de nuestra ciudad.
En 1882, Joaquín compró en la falda del monte Igeldo el caserío Eulategi con sus pertenencias, que incluían la explanada sobre el talud rocoso de la cantera de Arbizketa, con una de las mejores vistas sobre la bahía. Allí construiría su casa de campo, a la que dio el aspecto de un pequeño castillo, siguiendo la moda del neogótico inglés. Joaquín habitó su nueva casa en 1884, aunque no pudo disfrutarla por mucho tiempo, ya que falleció al año siguiente, quedando la mansión deshabitada.
La torre y el título de barón fueron heredados por su hermano Patricio, quien no la habitaría, ya que él también había construido una casa de campo en la falda de Ulia, a la que puso el nombre de Toki Eder (y que aún existe). Patricio falleció en 1888.
La familia imperial rusa en la Torre. En 1893, el Gran Duque Wladimiro Aleksandrovich Romanov, hermano del Zar Alejandro III, junto con su esposa y sus cuatro hijos, pasó varios días en San Sebastián, hospedándose en la Torre Satrústegui, «digna de albergar a un príncipe», como señalaba la prensa. Su cicerone sería Calisalvo, consignatario de la Compañía Trasatlántica en Donostia.
La baronesa Georgina Barrié, matriarca de los Satrústegui. En 1898, fue la baronesa viuda de Satrústegui, Georgina Barrié, quien dio nueva vida a la torre, convirtiéndola, a partir de entonces, en el punto de encuentro y estancia familiar durante todos los veranos para varias generaciones de los Satrústegui. Esta decidida mujer, de ascendencia escocesa, acrecentó la propiedad añadiendo el caserío Arbizketa, al pie de la cantera, y los caseríos Florindegi y Boltsagillene. La finca entonces se extendía desde Erregenea hasta las vías del funicular y desde la carretera de Igeldo hasta el parque de atracciones (usando referencias actuales). También realizó importantes reformas, construyendo un cuerpo lateral en la fachada norte, acondicionando una capilla e instalando un ascensor.
La torre por dentro. La torre tiene cuatro plantas: la inferior, en semisótano, donde se disponían los servicios de cocina, lavado y planchado, bodega, etc. Desde el jardín, una doble escalera lleva a una terraza cubierta que da entrada a la planta noble, donde se encontraban las habitaciones de recibir: salón central, comedor, salón chino y el llamado salón redondo, rodeado de ventanales, a modo de jardín interior en el anexo norte.
Completaban esta planta la capilla y otra sala. En la parte trasera estaban la biblioteca, dos salas de juegos y la escalera de servicio. En posición central se encuentra la doble escalera imperial, bajo un lucernario, que da acceso a las dos plantas superiores, donde se distribuyen los dormitorios y donde se encuentra el caprichoso 'escusado' del primer barón, dispuesto en un mirador acristalado que sobresale de la fachada, con inmejorables vistas.
La torre en la actualidad. En 1995, el Gobierno Vasco declaró la Torre Satrústegui como Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento para proteger su integridad.
Desde su construcción en 1884 y hasta 2019, han sido seis generaciones de la familia Satrústegui las que han acogido este castillo de reminiscencias irlandesas, pero estas grandes mansiones son propiedades difíciles de mantener si no están respaldadas por las capacidades económicas que tuvieron sus primitivos propietarios.
La Torre fue vendida al grupo inmobiliario de Víctor Madera, actual consejero delegado del Grupo Quirón, quien ha ido comprando una veintena de edificios históricos en buena parte de España, muchos de ellos en estado ruinoso, que ha restaurado con gran sensibilidad histórica para diferentes usos, entre los cuales está su conversión en hoteles, tal como parece que se pretende hacer en este caso.
Desde que sus antiguos propietarios dejaron la Torre, esta ha sufrido un rápido deterioro debido a la falta de mantenimiento y, sobre todo, a la vandalización por okupas y grafiteros, presentando en la actualidad un lamentable aspecto.
En espera de una nueva vida. La similitud entre Glin Castle y Torre Satrústegui va más allá de su aspecto exterior y se refiere a los posibles usos de estas grandes casas de campo, que en ambos casos se proponen como hoteles. De hecho, Glin Castle se convirtió en un pequeño hotel entre 1993 y 2008, y en la actualidad se alquila para eventos y vacaciones.
En cuanto a la Torre, en 2017, antes de su venta, se presentó un proyecto de reforma para uso hotelero, que fue bien recibido por las instituciones, aunque no llegó a concretarse. Actualmente, su nuevo propietario ha preparado un nuevo proyecto que respeta tanto la arquitectura de este monumento como su entorno, según nos ha expresado su equipo de arquitectos. Sin embargo, su presentación sigue a la espera de que el Ayuntamiento apruebe el nuevo Plan General de Ordenación Urbana en tramitación, mientras la torre continúa deteriorándose.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Julia Fernández
Beatriz Campuzano | San Sebastián y Amaia Oficialdegui
Miguel Ángel Mata | San Sebastián y Amaia Oficialdegui
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.