Un cupido en la universidad
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No tiene alas, tampoco los ojos vendados ni va disparando flechas con un arco. Sus padres no son ni Venus ni Marte y tampoco es hijo de Afrodita, diosa del amor, la belleza y la fertilidad. El cupido del siglo XXI dista bastante del de ... la mitología romana y griega, pero eso ya lo sabíamos. Seguramente sea más como tú y como yo. Una persona sin poderes reconocidos, pero puede, quién sabe, que con una cierta habilidad para detectar si dos sujetos congeniarán en el futuro o no.
Es probable que de los que hablamos hoy ni siquiera hayan desarrollado ese olfato y hacer de cupido solo sea una diversión o un paso más en la escala del cotilleo. Pero lo cierto es que en varias universidades de San Sebastián han surgido deidades. Van a clase, se pasean por los pasillos y atienden, como buenamente pueden, las peticiones para intentar que salte la chispa. No es una tarea sencilla. Les lleva tiempo y lo tienen que hacer con suma delicadeza para no levantar sospechas.
Para la mayoría no son reconocibles. Viven en el anonimato, pero se mueven como pez en el agua por las redes sociales, que es donde todo ocurre. A sus cuentas llegan mensajes privados como «busco chico de Ade que suele llevar un abrigo azul», «la chica llevaba pantalones campana y un jersey amarillo» o «es alto, con el pelo rizado y tiene un casco amarillo fosforito». No puedo asegurar ni desmentir si surgen parejas o todo se queda ahí, pero la iniciativa está arrasando. Tanto que ya se han creado perfiles a nivel de barrio. Así que si alguien te mira más de la cuenta, asústate lo justo y necesario.
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