
Ciudadanos | Ane Saseta Estébanez
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Ciudadanos | Ane Saseta Estébanez
«Date la vuelta. Respira. Descansa, avanza... Eres una Swin(ing) Star, ¡Salvada!»Dos oros. Nueve platas. Siete bronces. Decenas de travesías en mar abierta. Tres lesiones de hombro, la tercera la definitiva para abandonar la alta competición. ... Presidenta del Bidasoa XXI de natación. Responsable de la sección 'Mujer y Agua' de la Federación Española de Natación. Madre de Valentina (por cierto, se llama igual que la esposa de Gru, nuestro villano favorito cuya cuarta entrega irán a ver juntas). El 27 de julio inaugurará una nueva etapa vital, la empresa internacional Swin Stars la ha elegido para liderar en Donostia su proyecto de enseñar a nada a criaturas pequeñas. Y también grandes. Será en la piscina del Hospital Matía. Sábados y domingos por la mañana. Miércoles por la tarde.
– Así, de buenas a primeras, el nombre de vuestro proyecto suena a versión acuática de 'Got Talent'. O a película antigua de coreografías imposibles en plan 'Escuela de sirenas. O a Gemma Mengual y Ona Carbonell.
– Tienes razón, eso parece, pero no me dirás que no estás ya en camino de, si quieres, convertirte en una estrella de la natación si empezando a los tres años consigues enseguida lo que dice el titular.
– ¿Darte la vuelta, respirar, descansar, avanzar y... salvarte? Pues sí, eso parece. Porque es todo un reto ¿eh?
– Y sin embargo, con eso bastaría para evitar muchísimos de los sustos y muchos de los ahogamientos que suceden en las piscinas. Mayormente en las no vigiladas. En las privadas, en las de urbanizaciones, en las comunitarias. El año pasado hubo 422 muertos en el agua, un 8% más que en 2022. No te extrañará que entre nuestros planes esté el dar charlas en ikastolas y colegios para concienciar(nos) sobre la importancia de saber cómo actuar en caso de tener un susto en la piscina o de intentar ayudar a alguien que lo está teniendo. Siempre y cuando, claro, tengas ese conocimiento. No te tires al agua si no sabes sobrevivir en ella. Avisa a un adulto. ¡Ya! Pero lo que os comento del niño de cuatro años es verdad.
– Cuéntanoslo.
– Una madre vino a darme las gracias. Llevo desde 2004 enseñando a nadar a los niños. Es vocacional por más que de estudios universitarios sea nutricionista. Amo el agua. La piscina. El mar. Nadar. Competir. Me gustan los niños. A lo que íbamos, aquella madre me dio las gracias porque había enseñado a su hijo a salvarse en el agua y con cuatro años, cuando su hermanita de dos tuvo un susto, consiguió rescatarla y arrastrarla al borde de la piscina.
– Ya habrá más de uno y de una acusando a los padres de negligencia.
– A algunos les encanta hacerlo pero ¿sabes? Un pequeñín puede irse al fondo de la piscina en menos de 30 segundos. ¿Quién no se ha distraído alguna vez la mirada esos segundos? Es mucho más responsable hacer que tus hijos aprendan a sobrevivir en el agua casi desde bebitos.
– No sé cuántas veces hemos escrito la palabra 'supervivencia'.
– Es que se trata precisa, exacta y al principio exclusivamente de eso, de sobrevivir. Ya habrá tiempo después, si caes bajo el influjo del agua, de las brazadas, de los estilos de natación, de la olas, de convertirte en nadadora amateur, profesional, de competición. Piscina, aguas bravas. Travesías. Ahora basta con que si te ves en un apuro, si estás boca abajo, sepas darte la vuelta. Sepas respirar. Sepas descansar. Sepas avanzar en el agua (no te preocupes del estilo, tú avanza) y sepas salir.
– ¿Y cómo piensas (o sabes) enseñar todo eso a los peques en la piscina de Matía que estará a 36º porque con el agua fría los críos se bloquean?
– Los bebitos estarán siempre en el agua acompañados por sus padres o la persona mayor que asuma la responsabilidad. A partir de los tres años, cuando ya deben de empezar a conseguir su autonomía acuática, estaré yo en el agua con ellos. Será una atención individualizada, no más de cuatro niños a la vez. Menos, mejor.
– ¿Cómo aprendiste a nadar tú? A mí, al tercer día el profesor me subió al segundo piso de donde estaba la piscina y amenazó con tirarme si no bajaba yo misma por las escalerillas.
– Parecido. Con aquellos profesores que no se metían al agua y te guiaban, te amenazaban o te hundían con una caña de bambú. Cuando empecé a entrenar lo hice en el Bidasoa, tan pequeño él que nadábamos unos 20 por calle. Creo que salimos todos unos nadadores rapidísimos porque había que llegar al borde de la piscina antes que todo el mogollón. A los 17 años me dieron una beca y me encontré en el centro de alto rendimiento de la Blume. Tenía una calle para mí sola y hasta cámaras subacuáticas para analizar mis movimientos.
– ¿Qué tal tu misión en la sección 'Agua y mujer' de la Federación?
– Muy bien. En nuestra natación no hay discriminación, chicos y chicas cobran la misma miseria pero si no estás representada no tienes voz ni voto ni decisión. Por otra parte, las becas (Diputación, Basque Team...) son imprescindibles porque nuestros clubes no son ni muy grandes ni del todo solventes.
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