![Días de propina en Santa Clara](https://s1.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/202009/20/media/cortadas/isla1-k6v-U1202229459679PE-1248x770@Diario%20Vasco.jpg)
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Hay donostiarras que nunca han estado en la isla y otros para los que Santa Clara es un destino natural en verano. Los asiduos celebran que el Ayuntamiento haya permitido disfrutar de este paraje hasta el día 30, después del anuncio inicial de que la temporada terminaría el día 15. Aunque en lo climatológico el verano ha acompañado, la temporada ha sido corta por la Covid-19. En lugar del tradicional 1 de junio, empezaron en julio. «Estamos encantados de que se nos haya dado esta propina de 15 días», explica Laura Gorospe, presidenta de la Asociación de Amigos de la Isla. «El Ayuntamiento se ha portado».
El pasado martes no fue un día de despedida sino de disfrute, en el que se impuso el sol y reinó el calor. En el barco de Motoras de la Isla viajaba a las 12.00 horas Felicitas Herrero, 'casi' donostiarra «porque llevo 60 años viviendo en esta ciudad». Desde hace años acude a diario en verano a Santa Clara. «Cuando los niños eran pequeños también veníamos», relata. El martes sus amigas le esperaban ya en tierra y ella viajaba con su hija, que trabaja de cocinera en el bar de la isla. «Ana casi nace en la isla», bromea la madre. «15 días antes de nacer estábamos aquí». Ana Garmendia está encantada con su trabajo y disfruta de la «energía positiva» del viaje. Su hermano Luis es uno de los dos socios del bar. «Somos de lo Viejo y la isla era nuestro espacio natural, una prolongación delMuelle», explica Felicitas. «Koxkeros y josemaritarras somos gente de mar». De la isla le gusta «la brisa del mar; aunque todo nos encanta», dice.
Una familia donostiarra se había escapado a Santa Clara «casi sin pensar». Estaban en el carrusel por deseo de la pequeña Ane y decidieron embarcarse en el Muelle. Así que no llevaban bañador. Se habían instalado en una de las mesas cercanas a la zona de obras de la escultura de Cristina Iglesias. Allí estaban José Luis y Maribel, padres de Enara, que habían llevado a su sobrina Ane. «La niña tiene huelga en el colegio y yo estoy de Erte», comenta Enara. «Los padres de Ane están trabajando y como los míos están jubilados, nos hemos animado».
Este año han venido dos veces a la isla pero hacía años que no lo hacían. Maribel venía de niña. «Era cuando cada familia tenía su mesa», comenta. De joven, con la cuadrilla y con José Luis venían mucho. «Volvimos cuando los niños eran pequeños. Ahora con la nieta, también. Pero más de vez en cuando».
Respecto a la obra de Cristina Iglesias que se está colocando en el faro, a José Luis le parece bien que se hagan cosas nuevas, «aunque no creo que le de mucho juego a la isla, porque no tiene nada que ver con ella». A Maribel, le resulta «demasiado montaje para lo que puede aportar». La pequeña Ane se queda con la bandera pirata del barco de Motoras de la Isla. «Hasta hemos cantado su canción corsaria favorita», relatan.
Luis Fernández Mata, responsable del bar de la isla, hace un buen balance del verano a pesar del covid. «El tiempo ha acompañado, la gente ha venido y ha habido trabajo», asegura. «No hemos tenido contagios y las cosas han salido bien. Algún día sí ha habido un poco más de gente, pero ha sido una afluencia en general tranquila, ideal par un verano como este, con la tendencia a la tranquilidad que había antes en la isla».
La gente se comporta en general bien. «No hemos tenido ningún accidente. De aquí no te puedes escapar y hay que hacer las cosas bien». Lo que sí han notado es mayor carga de trabajo con la desinfección antivirus. «Este año ni me he bañado al final de la jornada, como hago otros veranos», reflexiona. Están contentos de la respuesta del Ayuntamiento. «Es de agradecer que podamos estar hasta fin de mes», dice.
Laura Gorospe disfrutaba el martes de la isla. José Mari, su marido recuerda que lleva 60 años viniendo, «la primera vez, con 14 años». «Ahora venimos todos los días». Los dos eran aficionados a acudir a Santa Clara, por sus familias. Ambos son de Egia. «Iturri, uno de los benefactores de la isla, a quien se le recuerda con un busto en el muelle de entrada también era egiatarra», comentan. Agradecen al Ayuntamiento la decisión de alargar la temporada. «Nos han hecho caso», comentan
Iñigo Caballero es marinero en el barco que enlaza la isla con el muelle. Empezó en este puesto el pasado verano. «Mi tarea consiste en cortar billetes, amarrar al llegar a la isla y al Puerto y procurar que nadie se caiga», explica. Vecino de Intxaurrondo, estudió 2 años en la escuela náutica Blas de Lezo de Trintxerpe. «Dos años de máquinas, dos de puente y luego, el grado superior, otros dos años. En total, seis». Le encanta su trabajo. «Siempre me han gustado los barcos. Tengo maquetas, marineritos que me regalaba mi abuelo y un cuadro de nudos en mi habitación. El mar me gusta. Ahí no te molesta nadie». Le gustaría llegar a patrón y de momento acumula horas de navegación. Su consejo es no tener miedo al mar pero sí, respeto. «Es traicionero», dice. «Nunca sabes lo que te puede pasar».
Iraia Artola vende tiques para las Motoras de la Isla. Es su primer año en el trabajo. «Es septiembre, se nota bastante bajón», dice. «El fin de semana, nos mantenemos». Como estudiante de ADE lo tiene claro. «Estas son unas buenas prácticas para mí».
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