
Josune García Larrañaga
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Josune García Larrañaga
Vive en Peña y Goñi y como además de artista y coach es madre y pareja de Andrés, se acuesta a las 10 de la ... noche para levantarse a las 5 am y regalarse tres horas de café, pintura, tranquilidad y reflexión que solo le pertenecen a ella. Estudió Diseño y Arte en Londres. Lo dejó, se encargó de formar a los trabajadores de una cadena de restaurantes asiáticos y regresó. Tuvo asesoría de imagen, fue modelo, surfea. Su estudio está en el caserío Parada, allá por el Alto de Miracruz. Imparte cursos de arte online y se ha inventado (+/-) el oficio de coach creativa. Sus obras están atesoradas en colecciones privadas de Corea del Sur y México. Pronto expondrá en Sakana, pegando a Cristina Enea.
– Achicando el titular, según tú todo lo que hacemos es un acto de creación.
– No tengo la menor duda. Fíjate si no en cómo usamos las palabras. Se dice, por supuesto, crear una obra de arte pero también crear un familia, crear polémica, crear expectativas, crear ilusión, crear un plato, crear ocasiones... Somos seres creativos. La creación no es solo potestad divina. Todos creamos.
– En tiempos muy pretéritos, ciertos idiomas reservaban, sí, el verbo crear para Dios. Los seres humanos no creábamos. Nosotros solo hacíamos.
– Pues llevamos milenios disputándonos el acto de crear con los dioses. Y para mí, hasta nos creamos a nosotros mismos. Mejor dicho, nos recreamos. Nos inventamos de nuevo.
– ¿Tú también?
– La primera. Y de continuo. Mudando la piel. Como una anaconda. Mutando, a veces un poco afectada por el síndrome del impostor pero sintiendo que ya no cabes en lo que has sido hasta hace un rato. Crearse a sí misma, (re)crearse. Yo he tardado mucho tiempo hasta definirme como artista. Pienso que hasta los 35 años. Pintaba para mí, no exponía. Tras estudiar, además de en Londres, en Artidi, Escuela de Escaparatismo y Visual Merchandising de Barcelona, me había dedicado a eso, a crear el impulso que hace que cuando te acerques a la caja de un supermercado te compres esa chocolatina, esos chicles, esas pilas que se han puesto estratégicamente ahí.
– Tiene que dar mucho placer crear esos puntos en los que sabes que el cliente va a sentir la urgencia de comprar algo.
– Resulta fascinante. Por ejemplo, cuando decides colocar el producto estrella en una zona determinada y muy estudiada porque quieres que la gente vaya hasta allá, llegue a un espacio que vete a saber por qué, sin ese foco de atracción, estaba quedando fuera del interés del cliente.
– ¿Y tus ideas sobre el escaparatismo? ¿Cómo eran tus escaparates? ¿Minimales?
– Para nada. Todo lo contrario. Discrepo con el menos es más y soy partidaria del más es más.
– No pareces alguien que atiborre un escaparate con objetos y más objetos...
– Claro que no. Que no sobre nada pero que nada falte. Que quede muy clara la filosofía de la marca, el comercio, la compañía. Un escaparate es la expresión primera del negocio que has creado.
– Ciertamente, te has reinventado unas cuantas veces. ¿Te sentías ya artista en Londres?
– Más que cuando empecé a estudiar arte aquí, donde todo me resultaba muy pero que muy académico. Consistía en copiar y volver a copiar la obra de otros hasta que el parecido fuera total. En Londres, la enseñanza me resultó muy distinta. Te acompañaban, te ayudaban a sacar la artista que había en ti. Era tu creatividad la que afloraba. Eso es lo que intento poner en práctica en mis cursos de coaching creativo. Para los que me he formado.
– Suena entre bien y extraño.
– No tengo marchante, no tengo galería y he expuesto realmente poco (ahora con mi nueva piel eso empieza a cambiar: primer paso, la muestra en Sakana dentro de nada). Mi obra se vende, se compra, se comenta por las redes. Y también, claro, en mi círculo de amistades y familiar. Descubrí que muchas amigas me hacían preguntas técnicas y otras confesaban que les gustaría pintar pero nunca se habían atrevido, así que...
– ¿Sí? Sigue...
– Me plantée dos cursos, uno de técnicas, de materiales, de manchas, de texturas, de composición. El otro sería aplicar mi experiencia y preparación como coach a ayudarte a que de tu próximo cambio de piel surja tu arte. A que expreses esa llamada. Ese desgarro. Porque ser artista es expresarte desde tu interior. Y eso, a veces, duele. Es algo espiritual y, también, como el spray, tóxico. Pero quedamos en que el spray nos gusta . Así que el desgarro, también.
– En la foto se nota que para ti pintar es un acto muy físico: grumos, texturas, botes, manchas.
– Ese giro grande, ese aprender a coger bien el spray para ese trazo que buscas, esas salpicaduras...
– Mucho rosa veo en la imagen.
– Me gusta rebajar la pasión feroz del rojo con agua. Juego con el eterno femenino/masculino.
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