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Iñigo Goñi Davó
San Sebastián
Viernes, 23 de agosto 2024
Un verano más la convivencia entre bañistas y surfistas de la Zurriola es objeto recurrente de protestas y de debate. La playa favorita para los surfistas en San Sebastián, por sus corrientes y olas, reserva en verano espacios diferenciados para los dos tipos de usuarios, pero el reparto no satisface a todos. Los que acuden habitualmente a nadar se quejan de «desequilibrio» a favor de los amantes del surf.
«Estamos arrinconados», asegura Jon, vecino de Gros y bañista habitual en la playa en cuestión. «Es injusto para los que venimos a nadar, las zonas que nos dejan son ridículas», asegura. Maite Poarrio, habitual de la zona, se suma a la opinión de Jon diciendo que «no es proporcional el reparto que han hecho de la playa».
Para Poarrio, la solución para garantizar la convivencia pasa por «renegociar las zonas y regular los espacios de mejor forma». Como ejemplo del problema, esta vecina cuenta lo que le ocurrió una vez: «Fui a bañarme a la zona indicada para bañistas que estaba perfectamente señalizada, pero había niños pequeños con tablas, lo que me impedía nadar tranquila», así que salió del agua y, «muy indignada», buscó a un socorrista para pedir explicaciones. La única respuesta que obtuvo fue: «Señora, a bañarse a La Concha».
Algunos bañistas se han dado por vencidos y si quieren nadar se van directamente a la bahía, donde no hay surfistas, aunque también haya un pequeño espacio para la salida y entrada de cursillistas y deportistas. Así lo hace Jesús Diego Pascual, vecino de Gros: «Aquí no puedo sumergirme, si quiero nadar tranquilo tengo que irme a La Concha».
Aunque otros, como Jano Peréz, se resiste y sigue bañándose como todos los días del año, «llueva, nieve o granice», en la Zurriola. Para él, el reparto de zonas es una problemática complicada. «Entiendo que hay poco sitio para bañarse, pero esta siempre ha sido una playa de surf y hay que pensar que este deporte genera mucho público, lo que viene muy bien a la ciudad», argumenta.
El concejal responsable de las playas de la ciudad, Carlos García, explica cómo se realiza el reparto: «Sea surf o baño, se han diseñado diferentes franjas en la playa para que dé cabida a todos», afirma. «La zona para bañistas se divide en dos, la primera en el margen izquierdo del arenal, pegada al espigón y un segundo sector que abarca desde donde se situaba el club infantil Tin-Tin hasta el nuevo Zmare y que deja para ellos la mitad de la playa», expone el edil del PSE.
«Entre las dos zonas de bañistas, a la altura del Kursaal, se integra el espacio reservado para escuelas de surf y, por último, desde el Zmare hasta el muro de Sagüés se reserva para surfistas ya formados», explica el concejal. Preguntado por posibles modificaciones a este reparto para apaciguar las protestas de algunos bañistas del arenal, el edil indica que «son los socorristas quienes se encargan de señalizar las zonas».
Jesús Jiménez, fundador del club de surf Groseko Indarra defiende que la zona de bañistas se reduzca, porque «hay veces que no se pueden cumplir las zonas teóricas. Los socorristas conocen la playa y las corrientes y acotan las franjas dependiendo de las condiciones del mar». Jiménez, que lleva haciendo surf en estas aguas casi 40 años, explica que la Zurriola «no es una playa en la que puedas nadar cuando quieras. No es para tener un baño como lo puedes tener en La Concha». Al ser una playa abierta, «los fondos de arena están en constante cambio a causa de los temporales y, dependiendo de los movimientos, se generan corrientes peligrosas. Hay días que, al bañarte, te estás jugando la vida», explica.
El veterano surfista advierte que «hay que conocer la playa. Pasarte media hora si hace falta para ver cómo va la ola, dónde sale la corriente, por dónde se puede entrar, por dónde se puede salir... Y, al final, entender que no siempre te puedes bañar en una playa abierta, pues es peligroso». Para él, la solución al problema está en «que dejen a los socorristas el poder de decisión».
Jiménez pone en valor la presencia de surfistas en la playa, pues «que haya surfistas en la Zurriola da seguridad. Solemos ayudar a los socorristas a sacar a gente atrapada en las corrientes». Jano Peréz comparte la opinión del fundador del club de surf y recuerda cómo un surfista le salvó la vida.
«Solía salir a nadar con aletas, y aquel día salí solo. Cuando quise darme cuenta estaba siendo arrastrado por la corriente y no podía hacer nada. En ese instante vi cómo un surfista entraba en el agua, comencé a gritarle y después me hundí, él consiguió sacarme y me llevó hasta la orilla, donde caí desmayado. Estoy vivo gracias a un surfista», reconoce.
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