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«Disciplinada, elegí lo fiscal; ahí 1+1 es siempre 2. Hoy, acompaño»Antiguotarra, tuvo el amor incondicional de su madre, Lourdes, y de su abuela Paquita, que le decía 'niña, tú vas a ser ministra'. Estudió en ... Santa Rita y Larramendi. Cursó Primero de Económicas en Pamplona. Tuvo un buen jefe en Oiartzun al que no le importó que fuera joven y mujer. Fue la directora financiera en aquella empresa. Decidió más tarde establecerse por su cuenta. Con el tiempo aquella consultoría se transformaría en la Zuretzat actual que comparte con su socio, el abogado José Manuel Alarcia, y en la que trabajan 12 personas. Su familia es un 'dream team' formado por Josema, su marido, y por Borja, Natale, Julen, Khala y Mare. Sí, tuvo depresión post parto. Sí, cursa un master de Derecho Civil y de Familia. En Madrid.
–¿Acompañar a quién?
–¿¿!!
– El titular. Dices que de más jóven te atraía mayormente el mundo fiscal porque ahí 1+1 da siempre 2 pero ahora tu trabajo y el de tu socio consiste en acompañar. ¿A quién, cómo?
–Podríamos decir que en nuestra consultoría tratamos temas jurídicos, financieros, empresariales, inmobiliarios, laborales, contables. De manera integral. Pero hoy es el día que tengo muy claro que también realizamos el 'acompañamiento integral' de nuestros clientes y a veces, más allá de la disciplina y rigidez de los números, ejerces de psicóloga, de confesora. Y es verdad, de niña me atraía más el mundo de los impuestos que cualquier otro que pudiera estar relacionado con la inteligencia emocional. Hoy, tras estudiar, como soñé siempre, Derecho y especializarme en Civil, Familia, Patrimonio y Sucesiones comprendo y manejo la carga anímica que conlleva mi oficio, mi profesión, mi pasión. Acepto y me gusta que muchas veces mi trabajo sea el de mediadora.
– Ponme un ejemplo.
– Pongamos el caso de un divorcio con hijos. Prefiero no llegar a los juzgados. Prefiero conseguir un mal acuerdo que sea una tercera persona, alguien desconocido y togado, quien en un tribunal tenga que decidir cosas que tanto pertenecen a nuestra intimidad como si nuestros hijos pasan su cumpleaños con su padre o con su madre.
– No te falta razón. Cuando te marchaste de aquella (buena) empresa constructora de Oiartzun con la decisión de emprender por tu cuenta y de conciliar con tu vida, los comienzos no serían fáciles.
– Para nada. Sin horas. Sin posibilidad de elegir los clientes. Me llegaban muchos de rebote, desahuciados por otros asesores que habían considerado su caso imposible de gestionar. Llevaba las cuentas de sitios que intuía acabarían quebrando. Descubrí que muchos recaban tus servicios pero no siguen las normas que intentas que apliquen. Aun hoy me pregunto si no es preferible un cliente que no sabe mucho y al que debes acompañar incluso físicamente a hacer sus gestiones que el que se cree muy listo, demasiado listo.
– Te fascinaba, lo seguimos diciendo, la fiscalidad pero te apasionaba el Derecho. Sin embargo te graduaste en Leyes relativamente tarde...
– Tan tarde que nuestra hija Mare nació mientras cursaba segundo. Tan tarde que había una diferencia de 20 años con mis compañeros de grado. Eso sí, formamos un grupo magnífico. Si por trabajo o por cuestiones familiares no llegaba a alguna clase, me pasaban los apuntes sin problemas. Hoy es el día que mantenemos el contacto.
– Las prácticas que hiciste te impactaron, ¿verdad?
–Muchísimo. Las realicé en la unidad especializada en la lucha contra la violencia de género de la comisaría de la Ertzaintza en el Antiguo: la lleva gente muy formada, muy informada y de gran sensibilidad.
– ¿Cuál era tu trabajo?
–Veía y revisaba las instrucciones de los casos, daba apoyo en el momento del juicio y si la víctima debía trasladarse (incluso por vacaciones) a otro lugar entraba en contacto con las unidades de ese territorio o autonomía, para comunicar allí donde correspondiese que necesitaba protección o seguimiento.
– ¿Qué interiorizaste en aquellas prácticas?
–Por un lado, mi repulsa hacia quienes niegan la existencia de la violencia de género; claro que existe. Por otro, mi posicionamiento en contra de quienes dicen que todos los hombres son malos. No.
– ¿Hablamos de tu depresión?
– Se debe hablar de la depresión. Fue brutal. Entre otras cosas porque la interpreté como un signo de debilidad. Me vi tan vulnerable... Salí y sé que me ha hecho más fuerte. Salí con terapia, medicación (más de la que me hubiera gustado) y con un retiro en Cáceres en el que llené cuadernos y cuadernos con las cosas que me hacían bien y me hacían mal (no les permitiré que me lo vuelvan a hacer). Salí con mi familia. Yo te diría que hemos hecho Derecho los siete juntos. Y salido de la depresión juntos también.
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