Nuestras ciudades tienen una ambición; la de ser más amables y sostenibles en el futuro. Para ello, han empezado a poner en marcha las denominadas zonas de bajas emisiones. En San Sebastián, el Ayuntamiento quiere sacar del Centro 7.500 vehículos diarios para 2027. Es ... un objetivo que debe desarrollarse con voluntad política y gradualismo para ser sostenible en el tiempo y no caer en una caricaturesca 'guerra contra el coche'. La apuesta implicaría reducir el tráfico rodado un 10% y abortar una tendencia al alza que proyecta que dentro de tres años habrá 3.000 automóviles más si no se actúa. Se trata de una dinámica incentivada también por el auge del turismo, en especial en el centro de la capital guipuzcoana. La idea es que el tráfico vaya reduciéndose cada año. Es loable la razón de ser de este proyecto de bajas emisiones, dirigido a rebajar las emisiones por los motores de combustión, y, por ende, los índices de contaminación. Es una apuesta compartida por las ciudades europeas. Pero los planes requieren también sus tiempos, sus ritmos y sus plazos. Porque la cuestión suscita sus ventajas, pero conlleva algunas aristas que deben limarse desde el diálogo y el sentido común en un debate racional y sereno sin apriorismos sobre determinadas estrategias a largo plazo.
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No obviemos, de entrada, que un plan demasiado rápido puede implicar una discriminación de los propietarios de los vehículos más viejos, que tienen menos recursos para adquirir los nuevos mejor dotados. Se trata de una criba económica de un determinado sector de los conductores de San Sebastián que también existe. La sostenibilidad no puede crear fracturas sociales ni generacionales. De entrada porque este tipo de iniciativas ligadas a la sostenibilidad conviene hacerlas con el máximo consenso social y la complicidad ciudadana para avanzar realmente en soluciones integradoras e inclusivas en las ciudades. Estrategias que, además, necesitan potentes políticas disuasorias en favor del transporte público como alternativa al modelo actual. Tanto en Donostia como en Irun, en donde también se va a activar un proyecto de esta naturaleza. Es verdad que en el caso de San Sebastián se ha hecho de una forma paulatina y ordenada, más dirigida a la concienciación ciudadana que a la imposición de un cambio drástico en los hábitos de transporte. Que en esta fase inicial hasta 2027 solo se vea afectado un 15% del parque de vehículos de la ciudad pone en valor que el principio de realismo es la mejor base para trabajar la iniciativa y lograr su objetivo.
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