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(Fauner) Andrés Uribe-Acosta: «Me vine aquí buscando sacar afuera el muchacho, el artista que hay en mí»No lleva ni un año en Donostia (llegó hace diez meses) y ya es coreógrafo, bailarín y profesor de referencia de un baile considerado patrimonio ... cultural inmaterial de su país, Colombia, la salsa. La salsa con denominación de origen de Cali, la caleña. Forma parte del elenco de la academia-escuela Saltindero de Pamplona. Que hace poco ha abierto delegación en avenida de Ametzagaña.
– Háblame primero de tus maestros. Y de las coreógrafas que te enseñaron y te inspiran.
– La mismísima Luz Aydé Moncayo, fundadora de la escuela Sondeluz. La grande muy grande Eliana Feijoo. El tremendo 'Mulato', Adrianita Ávila, campeona del mundo. Ha bailado salsa, salsa caleña, en Bratislava y Polonia. No, no te extrañes...
– No, no lo hacía.
– Me alegro. Porque en el intermedio de la Superbowl de 2020, 24 chicas y chicos que formaban parte del grupo Swing Latino bailaron nuestro ritmo, nuestro son. Conducidos por otro grande, Luis Hernández. Invitados por Jennifer López. Aquellos 30 segundos en el Hard Rock Stadium cambiaron, lo juro, la historia de Cali y su salsa. Un año antes también se había bailado caleña en el aniversario de la inauguración de Disneyland París. Otra cosa, Lady Gaga y Beyoncé me son vitales.
– Digamos que, más o menos, todo el mundo tiene una idea de lo que es la salsa pero, ¿ por qué y cómo resulta que la caleña le imprime diferencia y la vuelve (tan) especial?
– Es mezcla de muchas cosas; lo leerás en cualquier enciclopedia: pachanga, boogaloo, mambo, currulao, cumbia, mapalé, joropo... El movimiento de las piernas en la caleña es increíble. Sobre todo de rodillas para abajo. Los pies, pies, pies. Movimiento de caderas. El torso. Los brazos; rápido, muy rápido. Esos hombros... Todo sincopado. Acentuando los cortes de la música... Giros, inmersiones (las puntas y los talones marcan el tiempo en el suelo). ¿Más? 'Vertederos'; es cuando creas momentos en el tiempo.
– ¡Guau! En algunos de los muchos vídeos de tus actuaciones que hay colgados en las redes te he sentido muy urbano, casi un 'breakdancer'. Y estiloso, a lo ¿Michael, Michael Jackson?
– ¿Por qué no? Mira, yo creo que como coreógrafo tienes que ser total; admitiendo, adaptando, acoplando cualquier música, ritmo, son, baile. Me influye el jazz. El flamenco, la danza y los sonidos urbanos. Llevo poco entre Donostia y Pamplona pero seguro que en cuanto los conozca y entre en ellos, algo habrá de los bailes tradicionales vascos que se pegue a los míos. Hasta ahora lo que he podido intuir es que vosotros sabéis disfrutar mucho y bien de la música. De la vuestra y de la de los otros pueblos.
– ¿Por qué aquí? ¿Por qué te viniste aquí y no a otro lugar?
– Yo nacer no nací en Cali sino en Villavicencio, en el departamento del Meta, allá por los Llanos Orientales. Pero con dos meses mi familia se trasladó a Cali, capital mundial de la salsa. No tuvieron mis padres buena fortuna y fue mi abuela quien luchó para sacarnos a mis hermanos y a mí adelante, lejos de la calle, la droga, la muerte. A mí me encantaba bailar. Una amiga me habló de Luz Aydé y su fundación. Entré. Bailé. Tengo un primo aquí y un buen día decidí venirme. Quería empezar de cero. En un lugar donde nadie me conociera, donde nadie supiera de mí ni de mis hermanos, mi madre o mi padre. Yo sabía que en mi interior había un soñador, un bailarín, un creador. Partí y aquí estoy. Hoy, a mis 24 años, soy todo eso: bailarín, profesor, coreógrafo.
– Felicidades. Dime, ¿qué clase de profesor eres?
– De esos que se complacen en que sus alumnos lleguen a ser mejores que ellos.
– No suele ser habitual que al profesor no le moleste que sus alumnos le superen.
– Yo lo deseo. Para mí es señal de que les he enseñado todo lo que sé. Y más. De que he sido un buen profesor, un buen maestro. Yo, cuando enseño, cuando aprendo, cuando me encuentro con músicas, bailes y estilos que no son el mío (pon también, si quieres, el cabaret) lo absorbo y lo doy todo. Hasta el hueso.
– Lo que me cuentas provocará, igualmente, ser muy exigente. Contigo mismo. Y con los demás. Exigirás la excelencia. Y estamos en un mundo en que muchos aparecen por las clases para probar, para pasar el rato.
– Exijo y me exijo, sí. No me importa si te estás preparando para competir a nivel internacional o bailas simplemente por hobby. Estoy rodeado de gente, alumnas, alumnos, bailarines con mucho talante y mucho talento. Y a todos les pido que lo enseñen bien, lo aprendan bien. Siempre hay que jugar, actuar así, bien. Con clase, con exigencia. Te diré más...
– Adelante, por favor.
– Con responsabilidad. Extrema. Actuamos ante un público que nos admira. O que si aún no nos conoce, queremos que lo haga. Bailamos algo que ha sido elegido Patrimonio Cultural Inmaterial de nuestro país. Algo que ha asombrado en lugares tan distintos como Polonia, Egipto o Japón. Hemos de hacerlo bien. Muy bien.
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