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Julen, un día de blancos, negros y grises en el puente del Kursaal con la película de su Praktika PLC 3. USOZ
«¿Foto analógica? Sí. Por la belleza del grano y de esa película a veces sucia»

Ciudadanos | Julen Santos González

«¿Foto analógica? Sí. Por la belleza del grano y de esa película a veces sucia»

El ingeniero eléctrico, sus talleres de revelado, su cuarto de baño sellado

Begoña del Teso

San Sebastián

Sábado, 27 de abril 2024, 07:42

Sábado 20 de abril, 12 personas asisten a un taller de revelado fotográfico en el número 8 de Sancho el Sabio, en la sede recuperada y reactivada de los agitadores culturales de Kontenedora. El viernes anterior, 12 de abril, habían tenido un cursillo de iniciación. Sobre reveladores, humectantes, fijadores. El 20 sacaron fotos con dos carretes marca Ilford. ¿Cuántas? 72. Se estremecieron, sí, al positivar los negativos en el cuarto oscuro. ¿Quién les enseñó a meter el carrete en la espiral y a introducirlo en el tanque estanco? Julen Santos, retratista analógico.

– Dicen que cuando estabas haciendo tu máster en Madrid se te veía mucho por el barrio de Chamberí, más exactamente en la calle Fernando de los Ríos.

– No puedo negarlo. Ahí tiene su tienda/almacén, cueva de los tesoros Don Antonio del Solar, un mecánico de cámaras apasionado por la fotografía de los planetas y del cosmos. Lo sabe todo sobre la fotografía química. Abre cuando está abierto y cierra cuando le apetece porque lleva años jubilándose. Hay colas ante su puerta porque vivimos un resurgir de las cámaras analógicas, porque él es un gran conversador, vende cosas buenas y te enseña mucho. Yo quería comprarle una cámara a mi pareja que estudió Bellas Artes y como tantos de nosotros opina que la fotografía digital, a pesar de toda su tecnología, no te permite lograr el efecto ni alcanzar la resolución que siempre te ofrecerá la analógica. Don Antonio y su tienda despertaron en mí gran curiosidad así que...

«Mi Praktika PLC3 es 100% mecánica, ideal para aprenderlo todo. A usar el Iso, (sensibilidad del sensor al captar la luz), el diafragma y la velocidad. A enfocar»

–... Compraste para tu pareja una Praktika PCL3 que, dicho sea de paso, te quedaste para ti.

– Es verdad, me la quedé. Hará unos dos años. Es buena, sólida, sencilla. Ideal para aprender todo lo que yo tenía que aprender sobre la fotografía sin pixels.

– Que era...

– Te lo he dicho, todo. Debía aprender a mirar. Porque no es como en la digital que miras y disparas. O disparas y miras. De hecho, es curioso, cuando retratas a alguien con analógica se piensa que va a ser cuestión de un instante y se asombra al ver que tardas unos minutos en eso, en mirar, en ajustar, en enfocar.

– Hay en cartelera una película sorprendente, 'Civil War', que sucede en un futuro cercano pero resulta extrañamente analógica. Los fotoreporteros usan Nikon con película de 35mm y les ves enfocando y haciendo el gesto de pasar carrete.

– Pues eso es lo que hube de aprender. A usar el ISO y el diafragma. Y a enfocar, sí. Al tiempo me compré una Canon AE1. Era buena pero tenía el mecanismo desengrasado y algunas piezas se habían solidificado. Seguía funcionando pero no al 100%. Podría haberla engrasado pero para ello habría tenido que 'desoldarla' para acceder a los cables del circuito. Más lecciones, ¿ves?

– Entusiasmado por la fotografía analógica, empezaste a interesarte igualmente por el revelado a base de líquidos químicos, espirales, tanques estancos; ese que se realiza en el laboratorio/ cuarto oscuro en cuya puerta suele haber una luz roja que advierte 'no pasar'.

– La posibilidad del enfoque infinito me parecía mágica. Jugaba mucho a abrir o cerrar más el diafragma. El primer carrete me salió fatal en todos los sentidos pero me seducía sobremanera la idea de aprender, también, en el cuarto oscuro. A base de prueba/error. Me seducía también la idea de que en la fotografía manual no hay pixeles sino que la imagen surge de la reacción química producida por la luz al incidir sobre la película. Eso sí, laboratorio no tengo. Todavía. Ampliadora tampoco. Por ahora. El papel fotográfico está caro así que recurro a la tecnología del XXI, escaneo los negativos y los positivizo con un software. Mi cuarto oscuro, si quieres saberlo, es mi baño.

– Interesante, cuenta.

– Saco el carrete de la cámara, lo meto en el espiral y lo introduzco en el tanque estanco. La película nunca verá la luz; no entrará un rayo pero sí puedo introducir los líquidos que necesito. Los has citado ya: revelador, humectante, fijador, baño de paro (que , precisamemte detiene el revelado)... Las mezclas (cada una exige sus cantidades y tiempos) las hago en la cocina. He dicho que revelo en el cuarto de baño y a ser posible de noche. Si noto que por algún resquicio se cuela luz, lo sello con cinta americana...

– Impresionante. No me extraña que haya colas en la tienda de Don Antonio ni que el sábado pasado tuvieras 12 alumnos. Intuyo que te sentirás artesano, alquimista, mago, manipulador de líquidos y emulsiones felizmente peligrosas y, supongo, difíciles de conseguir.

– Te sientes eso y más. Vas aprendiendo los misterios de la exposición, has oído que hay gente que revela añadiendo emulsiones cítricas u otros líquidos. Quiero investigar todo eso. Es que me gusta hasta cómo suenan expresiones del oficio tal que 'excitación lumínica'. Y sí, la foto analógica está de vuelta por lo mismo que lo están los vinilos; echábamos en falta lo que un día quisimos que la tecnología eliminase el ruido de la aguja en los discos, ese hermoso grano de la foto, esa suciedad viva de la película.

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