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Ciudadanos | Iker García Barrenetxea
«La gente que se anima a comprar arte hace regalos muy especiales»La droguería que Espe regentó durante años en el barrio de Loiola y antes de ella, sus padres, vuelve a estar abierta al público, aunque ... dotándose de una nueva vida. El establecimiento, situado en el número 35 de la calle Sierra Aralar, se ha convertido en el espacio en el que ve la luz el universo ideado por el artista donostiarra Iker García Barrenetxea. «Es mi lugar de trabajo para crear y vender en fechas señaladas y con cita previa», afirma. El local se inauguró este sábado en medio de no poca expectación en las inmediaciones del Urumea.
– No deja de sorprender que esta droguería mantenga su nombre y parte de su esencia, pero reconvertida en su espacio creativo.
– Sí, aunque el mérito no me corresponde a mí. Hace cinco años, el calígrafo danés Allan Daastrup cogió, junto con el pintor catalán Marcos Navarro, este sitio y le dio un cambio. Yo me sumé a La Droguería en noviembre. Para entonces, hacía ya un par de años que Marcos había dejado este espacio. En la búsqueda de un lugar para trabajar en la ciudad, contacté con Daastrup. El local me encajaba. Además, reúne una serie de características que me gustan. Tiene luz natural, un escaparate bonito y la posibilidad de que la gente entre directamente.
– Y comparte comercio con el experto en caligrafía...
– A pesar de que hacemos cosas diferentes, la complicidad que tengo con Allan en el plano creativo es buena y nuestro ritmo de trabajo funciona.
– ¿Cómo han respondido los loiolatarras cuando han visto sus obras expuestas en el escaparate?
– Los tengo, cuanto menos, entretenidos. Han visto cómo he ido dando una limpieza, mientras movía bastantes cosas. Estoy ordenando muchísimas creaciones que tengo desde hace años. Hay obra gráfica, pinturas... Esto es como una ventanita. Veo que genera curiosidad y que, poco a poco, la gente ha empezado a acercarse y a hablar conmigo. Es algo que ha ocurrido, especialmente, después de las Navidades. Loiola es, al final, como un pueblo y mi tienda está en un lugar de mucho tránsito.
– O sea, que los vecinos entran y se interesan por su trabajo.
– También he tenido gente que me ha comprado obras. Esta localización me permite, asimismo, poder salir y hacer algún trabajo puntual en la calle, tirando algún spray, algo que sería impensable en el centro de la ciudad.
– ¿Cómo concibe el espacio del que dispone en La Droguería?
– Después del evento que celebré el sábado para darlo a conocer, haré más uso del almacén que hay arriba para guardar las obras. Estaré más con lienzos blancos centrado en crear obra nueva.
– ¿Y seguirá haciendo compatible la función de taller con la de sala de exposiciones?
– Así es, pero quiero dedicarme los próximos siete meses, hasta agosto probablemente, a crear obra.
– Tiene su propio comercio, pero este no funciona como una tienda al uso.
– Desde que me he metido aquí, coincidiendo con las Navidades, tenía cosas en venta en el escaparate y un horario comercial. A partir de ahora, voy a estar únicamente con cita concertada. Es importante que la gente lo sepa para que no venga y se encuentre el establecimiento cerrado. El modo de contacto será a través de mi cuenta de Instagram (@ikergarciabarrenetxea) o de mi correo electrónico (contact@ikergarciabarrenetxea.com). Me pueden consultar fácilmente cuándo quieran venir o deseen comprar una obra en concreto.
– ¿Cree que el estar ahora tan a pie de calle llevará a los vecinos a ser conscientes de que ellos también pueden adquirir una obra de arte?
– Sí. Hace poco me vino una vecina del barrio a decirme que le gustaban los trabajos que hago, pero que no sabía si se podía permitir comprar uno. Vio una serie de obras y una le encajaba en cuanto a precio. Pensaba que iba a ser mucho más caro por ser una edición limitada provista de un marco y en un tamaño bonito. Se lo llevó. Era un detalle que quería regalar a una persona cercana. A veces hay miedo a preguntar o si te fijas en una obra cara, piensas que no te puedes permitir ya ninguna.
– Así que esta ubicación está ayudando a democratizar la compra de arte.
– Es cierto que desde que me he mudado aquí, he ido vendiendo cosas. La gente que se anima a comprar arte hace regalos muy especiales. Es algo único, más memorable y personal. La persona que se compra una obra para sí misma disfruta de algo que le mueve, que le satisface y, al final, que disfruta en su casa. Es bonito que la gente apueste por los artistas emergentes y no tan emergentes, como yo, que ya llevo muchos años en esto.
– ¿En qué trabaja en la actualidad?
– Hasta ahora he estado muy centrado en este espacio. Me marqué la fecha del 24 para darlo a conocer. Afortunadamente, he contado con el apoyo de Donostia Kultura y seis patrocinadores. Me apetece un montón pintar, mancharme, pero mancharme de verdad.
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