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J.J. Fdez. Beobide | Lola Horcajo
Domingo, 4 de agosto 2024, 02:00
Los hermanos José, Manuel y Jesús Beldarrain Echeverría fueron joyeros donostiarras que gozaron de gran prestigio y para contar su historia nos ayuda la escritora donostiarra Mila Beldarrain, hija de Manuel. «Mi abuela Gervasia debía ser una mujer de armas tomar, le llamaban 'La Viuda' y ahorró, siendo lavandera en San Sebastián, para darles un oficio a los hijos. Así que, en cuanto tuvo suficiente, cogió el portante y se fue con los hijos y ¡el perro! a Madrid. Allí mi padre y el tío Jesús aprendieron joyería y el tío José se hizo relojero».
Las joyerías de los Hnos. Beldarrain. Tras su formación regresaron a Donostia, donde abrieron en 1929 su primer taller de joyería, relojería y grabado en la c/Getaria 21. Ese mismo año, la Organización Católica de la Adoración Nocturna organizó una campaña en la prensa para recaudar fondos a fin de realizar una lujosa custodia, publicándose en los periódicos los listados de los donantes y sus aportaciones. Los hermanos Beldarrain fueron los encargados de realizarla, adquiriendo por ello gran reputación como orfebres. Otros importantes encargos religiosos fueron la corona del Niño Jesús de Praga, cuya procesión se organizaba anualmente en San Sebastián, y el forro de plata para recubrir los pies del Santo Cristo de Lezo, al que tanta devoción se tenía. «Los hermanos estaban muy bien organizados: Manuel se encargaba de la compra de brillantes, perlas, etc. y de la venta en la tienda; Jesús era el jefe del taller; y José era relojero. La mayoría de los broches, sortijas y pulseras que vendían eran de fabricación propia». En 1938, en plena guerra civil, los Beldarrain trasladaron la joyería a la c/ Garibay 16, donde permanecieron 25 años.
Los hermanos José, Jesús y Manuel Beldarrain: relojeros, orfebres y joyeros.
Joyería de los Hnos Beldarrain: en c/ Getaria 21, (1929-1938) y c/ Garibay 16, (1938-1962).
Joyería de Jesús Beldarrain: en c/ Getaria 8, (1963-1972).
Joyería de Manuel Beldarrain y Mily Albaitero: en c/ Urbieta 1, (1962-1981).
La Cruz de Caravaca. En 1942 recibieron una solicitud de gran significado social y religioso: realizar una nueva Vera Cruz de Caravaca. La cruz relicario, regalada en el siglo XVIII por el duque de Alba a aquella población, había sido robada en 1934. La reproducción realizada por los Beldarrain fue magnífica y albergó un nuevo 'lignum crucis' enviado desde el Vaticano. Otra famosa obra de orfebrería de este taller fue la corona para la Virgen de Izaskun de Tolosa realizada en 1949. En 1960 falleció José Beldarrain y dos años después cerraron la joyería de Garibay. En 1963, Jesús y Manuel se establecieron por su cuenta.
Jesús Beldarrain, en c/Getaria. Jesús abrió su joyería en la calle Getaria 8. Su hijo Jesús Mari trabajaba con él y se encargaba del taller. La joyería estuvo abierta hasta 1972, en que falleció Jesús, continuando Jesús Mari con un taller propio en c/ San Lorenzo 12, hasta su jubilación.
Manuel Beldarrain en Avenida 37. En 1962, Manuel se estableció en la esquina del nuevo y moderno edificio de Avenida 37 es quina con Urbieta. Mila Beldarrain continúa con su relato de la joyería de sus padres, donde tanto ella como sus hermanas Anabel y Virginia también trabajaron: «Al abrirse este establecimiento, mi madre, Mily Albaitero, que hasta entonces había sido ama de casa, se puso a trabajar con entusiasmo en la joyería. La verdad es que mis padres le echaron valor. Compraron la esquina más cara de España, según contaron los periódicos de la época. Mi padre tenía 55 años y 44 mi madre. Pero la tienda de la Avenida fue un éxito desde el principio. El local era muy luminoso. Tenía tres escaparates. El de la Avenida exhibía las piezas más importantes, montadas en oro blanco y platino con esmeraldas, zafiros, rubíes o brillantes, las rivières, pulseras de una sola fila de soberbios brillantes, de las que llegamos a vender hasta de tres filas, los collares de perlas, solitarios, etc... El primer escaparate de la calle Urbieta estaba dedicado a los relojes y el segundo, a anillos, pulseras, medallas de oro. Las piezas importantes se solían exponer también en las vitrinas del María Cristina. La parte de debajo de los escaparates se reservaba a la plata: juegos de café, jarras, centros de mesa... ¡hasta palillos de dientes!
De 1962 a finales de los 70, fue una época boyante para las joyerías. Las joyas estaban de moda y muchísimos franceses venían aquí a comprar porque eran más baratas, al no tener impuesto de lujo. Nosotros, además, ofrecíamos un plus a nuestra clientela y es que, al tener taller, nuestras piezas propias solían estar 'inspiradas' en diseños de Cartier y de otros grandes joyeros. En aquella época, se vendían medallas y cadenas en los nacimientos, relojes y pulseritas en comuniones, anillos de pedida de mano, cualquier acontecimiento familiar era bueno para comprar una joya. En 1978, llegó la crisis del petróleo y fue una época muy dura. Nuestros padres además ya eran mayores y nosotras habíamos optado por la enseñanza, así que en 1981 se jubilaron cerrando la joyería».
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