La hora 'D'

Estrujarse los unos con los otros, mover lo justo y necesario la cabeza para coger aire y hacer de las piernas la mejor fortaleza para ganar espacio. Cómodo no es, pero tiene algo. Ese algo que todos los años a la misma hora hace que cientos de personas se congreguen en el mismo sitio. Da igual que llueva, que truene, el gorro siempre protege. Y si no, siempre quedan los guantes y un buen poncho para el agua. La ilusión mueve mareas y para ver la plaza vacía se necesita mucho más.

Los minutos previos a la hora 'D' son los mejores. Se entra en calor a base de idas y venidas hacia adelante y hacia atrás. Siempre cae algún que otro pisotón, pero nada que un poco de cerveza sobre el abrigo no haga olvidar. Entre movimiento y movimiento, siempre mirando hacia la fachada, se escapa un vistazo al reloj. Menudo reloj. Siempre a punto para que nada falle. Las agujas acaparan las miradas. Nunca ver cómo pasa el tiempo fue tan entretenido. En lo que dura un minuto da tiempo a decir adiós y a recibir con ilusión un nuevo día, que empezará y acabará como todos los años y con la misma gente.

Pasan los minutos hasta que la aguja ya está en su sitio. Redoblan las campanas. Ha llegado el momento y no hay marcha atrás. No, no hay uvas. Y entonces de forma prolongada, intensa y acompasada, los tambores se apoderan de la Consti para tocar la Marcha. Es solo la primera de las muchas que se escucharán durante 24 horas. Pero este año la Tamborrada tendrá algo especial: cuenta atrás para que la Bella Easo desaparezca definitvamente. Aitor Ikastola ha descartado representar este personaje y las Damas de Honor. Faltan cinco centros con derecho a interpretar esas figuras y ya existen dudas de que lo hagan. Mientras no quiten el Tambor de Oro, que es un reconocimiento por el trabajo bien hecho. Por cierto, el de este 2020 podría tener nombre femenino.