
Ciudadanos | Ainize Txopitea Cendoya
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Ciudadanos | Ainize Txopitea Cendoya
«Hoy ser normal tiene un punto revolucionario y también de extravagancia»Hija de Daniel y Begoña. De Zarautz, ha vivido en Londres, Berlín, Río de Janeiro, Barcelona. Actualmente pasa mucho tiempo en su habitáculo de Tabakalera, su espacio de residencia artística donde ultima la exposición 'Identida_E' que inaugura el viernes 25 al otro lado del parque Cristina Enea, en la galería Sakana, Pasaje Alkolea 1. Graduada en Digital Media Production por la Universidad de las Artes del London College of Communication, en cuanto ve un trozo de mar se tira a él, la batería de su Mac explosionó un día, le han hackeado la web y robado la bicicleta.
– Dices que en estos momentos estás mudando la piel.
– Como una anaconda. Sin prisa. Pero mudando/mutando. Lo noto.
– ¿Como artista y como ser vivo?
– No hago diferencias. Soy artista porque soy humana. Y al revés.
– De acuerdo pero como humana, ¿qué textura crees que está cobrando esa nueva piel?
– Yo diría que quiere, quiero, ser una buena persona.
– ¿También con quien te robó la bicicleta?
– No, a ese o esa como intento ser buena persona, no le rompería la crisma pero sí le estropearía el pedal para que se diera un susto. Era mi bici querida. Negra. Con muchas pegatinas. Pegatinas arrancadas de las paredes y farolas de Berlín. A quien me la robó le diría que se quedase con el hierro pero me devolviese las pegatas. Por cierto, también tuve una moto. De hecho, dos. Una aquí y otra en Londres.
– Cuenta. Si quieres.
– La primera me la hizo mi padre con la ayuda de un amigo. Era una moto 'Frankenstein', hecha con trozos de otras. La llamábamos 'Horse'. Tenía pinta de choper, con un buen manillar. Me di un trastazo y desde entonces, como no fuimos capaces de enderezar el faro, aquella moto siempre estaba enfocando la luna.
– ¿Y la motocicleta londinense?
– Una Malaguti Yesterday austriaca con estilo italiano. Me recorrí todo Londres con ella. Curioso.
– ¿El qué?
– Viví casi nueve años en Londres. Desde mis 19. Yo te diría que me transformé en mujer allá. Me costó irme. Y fíjate, me costó volver. Tardé otros nueve años en regresar. Pero debía hacerlo. Para cerrar el círculo. No sé si volvería. A ratos siento que ya es la ciudad que fue, ese libro que ya leí por más que bien sabemos que los libros se releen muchas veces porque no siempre te encuentras y te encuentran en la misma situación ni en la misma frecuencia de onda, ánimo y sensaciones y has de recuperarlos. Pero sí, Londres fue y para mí , ahora, Berlín es.
– ¿Has vivido allá?
– Un año. Pateándomela. Sola. No necesitaba gente. No necesiba noches de 'rave' ni de clubs ni madrugadas de after. Necesitaba la ciudad. ¿Conoces Tempelhof?
– Claro, fue un aeropuerto cargado de historia. De los tiempos nazis pero también era el aeródromo donde aterrizaban los aviones del Puente Aéreo durante el Bloqueo de Berlín.
– Lo cerraron en 2008. En un referéndum popular, en 2014 los berlineses no quisieron recuperarlo como hagar de aviones y votaron por construir un gran parque.
– 355 hectáreas.
– El espacio urbano más grande del mundo, el parque más grande de Berlín. Ahí me pasaba yo las horas. Mirando al cielo. Como mi moto miraba a la luna.
– Berlín está muy presente, diría yo, en la exposición que inauguras el viernes. Hay seres con alas en tus fotografías. Y algunos en entornos muy urbanos.
– Cierto. Y nos recuerdan a 'El cielo sobre Berlín/De Himmel über Berlin', el filme de Win Wenders sobre esos ángeles que descienden sobre la ciudad que, cuando se hizo la película aún estaba partida en dos. Sí, he fotografiado seres humanos con alas. O ángeles con cuerpo de humano.
– ¿Por qué?
– Porque he descubierto la bondad, la magia de mucha gente. Porque veo ángeles (sin connotaciones ni románticas ni místicas) en muchos sitios, en muchas situacionea. Vi a un hombre de espaldas fumando un pitillo en la terraza de cristal, metal y fibra de uno de esos edificios tan vanguardistas de Bilbao. Lo fotografié y le puse alas. Porque me recordó a Damien y Casiel, los seres alados vestidos con gabanes negros del filme de Wenders. También vi un ángel en una de las criaturas del Madame Jasmine.
– ¿Qué es el Madame Jasmine?
– Un local mítico del Raval, el antiguo Barrio Chino de Barcelona. Ahí se organizan fiestas donde todo puede suceder. Y sucede, claro. Creo firmemente que todo el mundo tiene una historia maravillosa. Vivida y para contar. Creo en la magia de la vida.
– Y crees sin tonterías, supongo.
– Sí. Muchas de las fotos de mi exposición están atravesadas por un haz de luz. Porque pienso que las cosas más importantes de la vida no se pueden explicar.
– Buen titular has puesto...
– Antes ser normal era casi un insulto, algo parecido a 'vulgar'. Ahora, con tanto 'fake' resulta revolucionario. Una extravagancia.
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