
Ciudadanos | Salah Malouli
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Ciudadanos | Salah Malouli
«Cuando la idea resuena con y en la gente es fácil crear, levantar, proyectos»Llegó a Donostia (no es la primera vez que viene, tiene amigos, conoció el universo de Arteleku y tiene un discurso acerado sobre Tabakalera) hace ... unos días, invitado por su colega y amigo el cineasta y activista Iosu del Moral y por la no menos rebelde Elena Scaratti. Le han convocado desde Kontenedora (más activismo) para un encuentro hoy sobre gestión cultural y más en Mogambo. En compañía de los camaradas de Alitruta, ese proyecto poético, músico-experimental que lo mismo crea en el bosque que en cervecerías del fuste de Drop.
– Buen titular, pactado entre tú, Iosu y Elena. Gustosa la expresión de 'resonat con la gente'. Más aún a pocas horas del redoble de tantos tambores.
– Es que esa es la idea, ese debe ser el plan: organizar historias y actividades; crear activismo, proponer conciertos, festivales urbanos partiendo de aquello que resuene con y en la gente. Hemos de estar atentos a eso. Lo que no impide ni implica que también propongas cosas de la nada para provocar una reacción. La gestión cultural ha de basarse, mucho, en prueba, prueba, prueba; error, error, error: no error, adelante. Y por supuesto, nosotros cuatro hablamos de autogestión. Así lo haremos en Mogambo.
– Quedando muy claro que 'autogestión' no implica proyectos pequeños, de escaso presupuesto y llevados a cabo con pasión pero sin profesionalidad.
– Absolutamente no. La 'autogestión' es una forma de proponer y llevar adelante historias pero haciéndolo bien. Bien, en horizontal y en circular. Sin 'externalizar' ni delegar en nadie o en nada que pudiera fagocitarte o intentar patentar el eco que puedas lograr. La autogestión tiene que ver mucho con el 'software libre'.
– ¿?
– Lo conoces, es aquel que respeta la libertad de los usuarios y la comunidad. A grandes rasgos, significa que los usuarios tienen la libertad de ejecutar, copiar, distribuir, estudiar, modificar y mejorar el software. Pues de lo mismo hablamos cuando referenciamos la autogestión cultural. Yo he trabajado en proyectos de mínimo presupuesto. Y en otros que se elevaban a 400.000 euros. Yo y otras gentes. El mimo ha de ser el mismo. Y tiene que resonar con la gente. ¿Conoces Platoniq?
– No. ¿Debería?
– Creo que sí. Platoniq Lab. Para mí ahí empezó todo. Llegué a Barcelona a estudiar Traductología. Me encontré con el arte bastardo, me encontré con revueltas contra las 'leyes cívicas' municipales que pretendían 'limpiar' la ciudad del arte, la cultura y la rebeldía callejeras. Estallaba la guerra de Irak. Conocí a una banda tremenda, underground a tope, LOP (La otra parte). Tenían un tema brutal, 'Sangre por petróleo'. Conocí también a Platoniq.
– Se definen como 'civicmakers' y proponen «facilitar procesos ágiles de cooperación e innovación social».
– Justo. Me encontré con Pedro Soler, un visionario. Todo lo que estamos hablando ya lo había puesto en marcha él en El Hangar. Ahora está en Ecuador, en la montaña.
– ¿Qué cuenta? Toque de queda, motines, estado de sitio...
– La montaña no es Guayaquil. Tiene confianza en el pueblo. Los ecuatorianos están bien organizados, sus asociaciones son potentes y no se achican tan fácil.
– Estábamos en la cultura libre, que no se deja 'morder' por el sistema. En Casablanca, tu ciudad, pones en pie el Sbagha Bagha Casablanca Street Art Festival. En Rabat, el Jidar Rabat Street Art Festival. El lema seria 'Haz hablar a los muros'. Historias que resuenan con la gente.
– Mi ciudad, Casablanca, es una metrópoli de seis millones de habitantes. Más del 60% son jóvenes. Jóvenes abiertos a cualquier experiencia, a cualquier sorpresa. Jóvenes orgullosos de su lengua, lengua en la que 'otros' piensan que no se puede ni se debe escribir. Porque no es árabe clásico. Porque no es francés.
– Vaya... Te refieres a la 'dariya', ¿verdad? Hablada por el 75% de los marroquíes, una lengua viva, oral, plagada de influencias dialectales... en la que vosotros publicáis un cómic superpoderoso y satírico del que se encuentra información incluso en los archivos del Reina Sofía, 'Skefkef',
– Ajá. Muchas veces no sabes dónde está el límite, en qué revuelta te toparás con el censor Así que fuerzas los límites. Y puede pasar que el censor no esté al otro lado. Por otro lado, quieren traducir nuestras páginas a las lenguas literarias de Marruecos. Nos negamos. Deseamos leer en dariya; además en mi especialidad, la traductología, se está llegando a la conclusión de que no todo se puede traducir. Quizás solo 'interpretar'. Cada lengua, un mundo.
– ¿Quién es Zanib Fasiki?
– Una mujer valiente con quien publicamos 'Hoshuma'. Significa 'vergüenza', palabra que siempre se usa cuando aparece una referencia al cuerpo de la mujer, al sexo. Nadie había escrito ni dibujado todo eso en Marruecos; ella lo hizo. La amenazan pero hoy las mujeres 'trans' están creando palabras en dariya para poder definirse sin necesidad del inglés.
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