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Donostia está en plena celebración de sus Euskal Jaiak y en su amplio programa festivo destaca la apuesta por revitalizar un juego que llegó a ser el deporte rey en Donostia y Gipuzkoa el siglo pasado. Los bolos, al menos durante esta semana, vuelven a ser protagonistas en San Sebastián. Todos los agentes implicados en su promoción son conscientes de que llegar al nivel de popularidad que disfrutaron los bolos durante el siglo XX es imposible, pero que su cuidado e impulso es necesario para conservar una actividad ancestral que está muy arraigada desde hace décadas en nuestra ciudad.
«El juego de los bolos es uno de los más antiguos de la humanidad. Desde la época de los romanos ya hay referencias sobre este deporte. Es mucho salto en el tiempo, pero el auge de los bolos en Donostia, y también en otros muchos lugares, se produjo a finales del siglo XIX. Tal fue su seguimiento entre nuestros antepasados que fue considerado el deporte rey», cuenta a modo de introducción Xabier Lazcano, portavoz de la Federación Guipuzcoana de Bolos y Toca y jugador de bolos.
Su impacto en nuestro territorio fue tan considerable que «cuando el artista Joaquín Sorolla pintó las diferentes provincias españolas en sus cuadros a inicios del siglo pasado, a Gipuzkoa la representó con el juego de los bolos. Ese era un poco el reflejo del nivel de popularidad que tenían los bolos entonces». Durante toda la época dorada de este deporte, San Sebastián, y más concretamente el bolatoki que estaba situado en la plaza de la Trinidad, fue la sede de las grandes finales de bolos del territorio. «Eso duró hasta que se retiró ese bolatoki, que sería a finales de los años 70 o primeros de los 80», indica.
Durante ese siglo en el que los bolatokis se convirtieron en un punto de encuentro social y deportivo de los donostiarras, fueron decenas las pistas que hubo en San Sebastián. «Es muy difícil cuantificar el número de bolatokis exacto que había en la ciudad el siglo pasado. Pero eran muchos. Hay que tener en cuenta que el bolatoki iba muy asociado a las sidrerías y prácticamente donde hubiese una sidrería podía haber un bolatoki», señala Lazcano.
Pone como ejemplo la pista de bolos que tuvo en Martutene la sidrería Barkaiztegi. Cita que Altza tuvo hasta tres bolatokis, que en Herrera también hubo varios, – «se podía decir que era un bolatoki móvil, porque pasó por la plaza San Luis y también estuvo debajo de la autopista. Según ha ido remodelándose la zona portuaria iba cambiando de ubicación. Hasta llegar al bolatoki del parque de Arrobitxulo»–, en el Antiguo aún hay restos de una pista, hubo bolatoki en la ciudad deportiva de Anoeta, en la plaza Sarriegi de la Parte Vieja, Aiete, Ategorrieta...
Sábado 7 de septiembre A partir de las 17.30 horas se disputarán las finales del IV Campeonato de Bolos de las Euskal Jaiak en Arrobitxulo.
Sábado 14 de septiembre Torneo en Aiete en memoria de Manuel Matxain, organizado por la Asociación ed Vecinos Lantxabe.
Esa cantidad de bolatokis lo que propiciaba era, más allá de la propia competición, un impulso a la cohesión social de los ciudadanos, «porque fue una actividad que tenía mucha popularidad y mucha gente participaba, además de diferentes barrios y también de otros municipios de Gipuzkoa. Lo que puede pasar hoy en día con el fútbol, que en Anoeta se juntan aficionados del Alto Deba, Goierri o Donostialdea. Eso eran los bolos. Con el epicentro en la plaza de la Trinidad, que podía ser como el Atano III con las grandes finales de pelota».
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Siguiendo con la comparación entre dos de nuestros deportes más tradicionales, en los bolos, como en la pelota, existen dinastías y lanzadores que han pasado a la historia. «En Donostia tenemos a Manuel Matxain, ya difunto, pero que fue una grandísima figura. También a Antonio Goenaga, que fue campeón de Euskadi. Tiene 90 años y aparece todavía en el bolatoki aunque sea de visita. Fue la persona que durante muchos años se dedicó a fabricar las bolas y su asa, porque se hacía manualmente. Hoy en día ya se ha conseguido automatizar, pero durante muchas décadas Antonio era nuestro hombre referente para hacer el asa de la bola. La bola tiene dos agujeros, uno en el que se meten los cuatro dedos, prácticamente toda la mano, y luego otro para el pulgar, y eso hace un poco de asa. Es un elemento muy importante dentro del juego. Digamos que el comportamiento de la bola depende bastante de ese asa». No quiere dejar la ocasión Xabier Lazcano de citar la figura de su aita, Pedro. «Falleció justo en puertas de la pandemia. Ganó muchísimos títulos oficiales, torneos y jornadas. Y era un referente aquí, cuidaba prácticamente todos los bolatokis de Donostialdea».
De todo ese legado que relata Lazcano, quedan en Donostia en la actualidad cinco bolatokis: Arrobitxulo (entre Intxaurrondo y Herrera), Altza, Aiete, Ategorrieta y Añorga. Eso sí, «activos y preparados para competiciones oficiales solo se pueden utilizar Arrobitxulo, Altza y Ategorrieta. El de Aiete no se puede utilizar para torneos oficiales porque las pistas deben estar cubiertas y por ahora no lo está. Además, el de Añorga tiene problemas estructurales y tampoco lo podemos utilizar», cuenta Lazcano, que en la actualidad es preparador de los bolatokis de Donostia junto a su hermano Josu.
El más nuevo de todos ellos es de Arrobitxulo que está acogiendo el IV Campeonato de Bolos de las Euskal Jaiak. Ayer se celebró la fase previa y el sábado que viene se juegan las finales. Es el cuarto año consecutivo en el que se organiza este torneo de la mano de Donostia Festak con la colaboración del Club Deportivo Herrera, la sociedad Euskal Giroa de Herrera y la federación. Un torneo que está funcionando «muy bien. Estamos muy contentos». Benito Loitegi, lanzador de Urnieta, es el vigente campeón del torneo.
Acudir como espectador a presenciar las finales del sábado que viene puede ser una buena ocasión para conocer y descubrir un deporte federado al que en Donostia se están acercando en los últimos años ciudadanos de mediana edad, «de entre 30 y 50 años». «Están mostrando cierto interés y curiosidad por este deporte en el que la precisión y la técnica son muy importantes. Aquí hay un grupito de media docena de personas que están participando, algo que está pasando también en el Goierri con dos grupos nuevos que han formado y se han apuntado a jugar un poco más en serio. Todo ello teniendo en cuenta que hablamos de un deporte minoritario, pues no está mal», añade.
Es un paso importante para la supervivencia de una actividad deportiva tan arraigada en Donostia y que ha sobrevivido a la pandemia provocada por el Covid-19. «Tuvimos mucho miedo durante esos meses. Hay mucho participante mayor y pensamos que íbamos a perder su presencia en los bolatokis. Pero no. El impacto no fue para tanto y además tenemos gente nueva que se ha incorporado. Así que, sabiendo que somos un deporte minoritario, nos mantenemos con nuestras competiciones y Liga».
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