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De León. Con la mirada siempre tirada hacia Portugal. Se vino a Donostia por amor (en su libro 'Periferias caminadas', la dedicatoria dice 'Garaziri, bideko ... lehen oina...'). Empezó a estudiar euskara en Ilazki y sigue haciéndolo en el euskaltegi Hitzez. Suele ir al Muelle a achicar el agua de la txalupa del padre de Garazi. A veces zozobra. Pero mientras se aferra al amarre, imagina un poema: 'Escucha el viento del faro. Sigue la lluvia gota a gota que para (..)
– Continúa
– ¿!
– Con el poema. El que empezaste a grabar en el audio de tu móvil el lunes a las 18.52. En el Muelle, junto a una barca roja.
– Vale. 'Escucha la soledad del silencio. Escucha el frío. La tumba. El cielo cerrado. El mar angosto y abierto'. Y en el audio (de 39 segundos) se oye, de fondo y también en primer plano, el mar golpeando las txalupas. Y en el vídeo las luces se reflejan en el agua.
– Tiene fuerza. Como la tuvo el puntazo de que en el recital del ciclo Poetika celebrado en el KM (Silvia Ferro al clarinete y Juan Manuel Uria como introductor) lucieras la camiseta 'Zortziko' creada en Loiola por Puntutan...
– Adoro esa camiseta. Tan conceptual. La métrica de un zortziko expresada en líneas. La adoro. Me pareció lógico llevarla a ese recital, grabado y colgado en internet. Está tan vieja la camiseta que le he pedido a mi madre (Paquita) que me la remiende. Me la acaba de enviar, con el cuello bien arreglado, reforzado.
– Te viniste aquí por amor. Con unos cuantos libros ya publicados. Te agarraste a los curros que salían. Uno hasta resultó imperiosamente literario.
– Como todos he vivido malos tiempos en cuestión de trabajo. Ahora estoy más tranquilo porque he sacado buena nota (casi notaza) en las oposiciones para celador. Y sí, fui segurata en un camping. Como Roberto Bolaño, el autor de 'Los detectives salvajes'. Trabajó en el Estrella de mar de Castelldefels. Yo es que además era vigilante pero... nocturno. Había tiempo para escribir.
– No es mala manera de ganarte no ya la vida (que si se puede, genial) sino la poesía. Porque tú a ella te la quieres ganar.
– Ajá. Llevo desde crío buscándola. Sé que forma parte de mí desde siempre pero sí, quiero ganármela. Tengo por ahí un 'librín' de adolescencia titulado 'Morir de viento'. Me lo prologó un amigo, Bruno Marcos. Me lo editó en 2015 una editorial maravillosa, Manual de Ultramarinos.
– ¿La que imprime vuestros/sus libros sobre la pulpa de papel de obras del pasado?
– La misma. Fíjate, 'Morir de viento' se imprimió en celulosa que había contenido antes las palabras de Tagore, Whitman y Rimbaud. Y se hizo con letra georgia de tipografía artística.
– En serie limitada y numerada. Has tenido buenos editores, a fe mía porque con tu 'El viento ya está escrito' Menguantes hizo un auténtico libro de artista.
– Lía Peinador y José Luis González Macías, los creadores de esa editorial, han ganado varios premios internacionales y otros tantos nacionales al libro mejor editado (en 2021 por 'Bestiario del Antropoceno'). Les gusta publicar trabajos con notas en los márgenes, fotos, dibujos, objetos.
– Y por eso en 'El viento ya está escrito' hay un billete de autobuses Pesa, otro de un cercanías, tal vez a Ordizia, y un dibujo en donde ¡llueve para arriba!
–Y al lado escribí, 'Llueve el árbol bajo la tierra de las nubes. Llueven las nubes, todo de verde'. Me gusta esa edición. Y me gusta que fuera la primera vez que me pagaron por escribir. Mi mentor fue la fundación Cerezales Antonino y Cinia, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.
– Por cierto, tú que miras tanto hacia arriba ('Me quité la tierra de los zapatos y me puse abrir el cielo con los ojos'), ¿qué criaturas has descubierto en las nubes?
– Un lagarto blanco. Una mariposa. Y muchas veces, simples garabatos. Como los que haces en la servilleta de un bar mientras hablas por el móvil.
– ¿Y lo de la jaula en lo alto de un árbol allá por Igara?
– Eso forma parte de mis 'Periferias caminadas', la interpretación poética de las zonas limítrofes de esta ciudad con la que o para la que obtuve una beca Olatuak. El libro como tal (diseñado por González Macías) está cuajado de fotos, apuntes, dibujos, planos y rutas trazadas. De hecho, el gran mapa de esas periferias se convirtió en un cartel guardado y exhibido en la biblioteca de la casa de cultura de Egia.. Yo quería más que un libro. Y haremos más que un libro. Sueño, por ejemplo, con caminar esas periferias con gente. El trabajo de campo está hecho. Mis poemas, traducidos al euskara por Nagore Perez Fernandez e Idoia Goñi. La web, puesta en marcha por Joaquín Olmo y el libro impreso el 22 de febrero del 22. Y sí, iba por Igara, oyendo cómo destruían máquinas viejas ('Sonidos de vehículos, de pasos, sonidos de pasos y tres o cuatro personas aparecen de un sendero que baja entre los árboles, más allá del cementerio de coches y chatarra'), cuando de pronto en unas ramas altas descubrí una jaula. Habitada. Por un pájaro que, estaba claro, alguien cuidaba. Entre Correos, Elkar y Pokopandegi.
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