
J. J. Fdez. Beobide y Lola Horcajo
Domingo, 3 de marzo 2024, 08:43
Aguilar: joyería, platería y orfebrería. Desde la Belle Époque al siglo XXI'. Así se puede ver todavía grabado en el mármol verde de la fachada ... del local de Boulevard 21 esquina Garibai, donde durante más de 80 años estuvo ubicada esta prestigiosa joyería fundada por D. Ramón Aguilar en 1920.
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De Teruel a Donostia. Ramón Aguilar (1883-1953) nació en Berge, un pequeño pueblo de Teruel. Emigró bien joven para empezar a trabajar de aprendiz primero en Teruel, luego en Zaragoza, llegando finalmente a Madrid. Allí fue contratado por Juan Díaz, un prestamista y platero que en 1909 había abierto una elegante joyería en la esquina de Alcalá con la calle Cedaceros.
1913. Abre la joyería J. Diaz en la esquina de Garibai 1, siendo su encargado, Ramón Aguilar.
1920. Ramón Aguilar compra la joyería que la titula con su nombre.
1953. Fallece Ramón y se hace cargo su hijo Javier Aguilar Cabezón.
1990. A la jubilación de Javier, prosigue su hijo Javier Aguilar Martínez.
2001. Cierre de la joyería Aguilar. Javier prosiguió en la profesión y entre 2006-2009 abrió de nuevo en Avenida 1.
Importantes joyeros de París y Madrid, en verano instalaban sucursales en San Sebastián. Así, Díaz abrió su joyería en nuestra ciudad en 1912, ocupando uno de los mejores locales que podía haber, la esquina del Boulevard con Garibai, frente al más famoso de los cafés donostiarras, el Café de la Marina. Ramón Aguilar era entonces el encargado de la joyería Díaz de Madrid y durante la época estival se trasladaba a la sucursal donostiarra.
La Joyería Aguilar. En 1920 decidió hacerse con el negocio acordando el traspaso de la joyería por 25.000 pesetas «con mobiliario, caja fuerte y demás enseres, sin incluir géneros» y con el acuerdo de seguir vendiendo las piezas que le dejaba en depósito su antiguo jefe. Al año siguiente la joyería pasó a llamarse Joyería Aguilar. Para entonces había conocido a la donostiarra Adela Cabezón con quien se casó. Ella era enfiladora y entre los dos atendían la joyería.
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En aquellos tiempos de la Belle Époque y de los conciertos diarios en el quiosco del Boulevard en los atardeceres de verano, el matrimonio sacaba las sillas de la joyería, (aquellas en que se habían sentado Alfonso XIII y su madre, la reina Mª Cristina), para disfrutar de la música, charlar con los amigos y atender a algún cliente.
Proveedores de la Real Casa. El exterior del establecimiento fue revestido de mármoles verdes y rosas, con clavos dorados de bronce y en una cristalera lucía el escudo real que les acreditaba como proveedores de la Real Casa.
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Ramón Aguilar nunca tuvo fácil su trabajo. Los primeros años fueron buenos, tenía una tienda de gran prestigio aunque también era mucho lo que tuvo que pagar por el traspaso. Luego, con la dictadura de Primo de Rivera y la prohibición del juego el comercio de la ciudad decayó. Con la República el negocio de la joyería aun lo tuvo más difícil y tras la Guerra Civil, en la larga posguerra, el negocio de artículos de lujo se redujo drásticamente.
De marino mercante a joyero. En 1953, con 70 años falleció Ramón y fue su hijo menor Javier, quien dejando su profesión de marino mercante, se tuvo que hacer cargo de un negocio decaído, del que sabía bien poco. Contrató como encargado a Gonzalo Rivas García, que terminaría jubilándose en 1995. En 1956 entró a trabajar como dependienta la joven Mª Pilar Martínez Miner y poco más tarde se casaba con Javier, siendo a partir de entonces su principal soporte.
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La joyería Aguilar contó con proveedores de gran importancia como el fabricante cordobés González Espaliú o la Casa Costa (después Casa Vila). También obtuvieron la exclusividad de la Casa Carrera y Carrera, de las Joyas de Dalí y los esmaltes de la firma Morató. A éstos dedicaba un escaparate entero de la calle Garibai, siendo una de las señas de identidad de esta joyería.
Javier Aguilar Martínez, tercera generación. Con la puntualidad británica que le caracterizaba, el 9 de enero de 1990, día en que cumplía sus 65 años, D. Javier se jubiló «radicalmente», dejando el negocio en manos de su hijo Javier Aguilar Martínez. Éste, tras iniciar estudios de psicología y periodismo, se había incorporado a la joyería con 20 años estudiando más tarde gemología en Madrid y haciéndose especialista en diamantes y perlas. A mediados de los 90 Javier ocupó la presidencia de la Asociación de Joyeros de Gipuzkoa.
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El cierre de Aguilar. El conflictivo clima social y las extorsiones a los empresarios suponían una fuerte presión para este tipo de comercio en el País Vasco. Además, en 1993 sufrieron un atraco a mano armada que vació la tienda. Aguilar continuó abierta hasta el 2001 en que, tras ochenta años, cerró definitivamente uno de los establecimientos más emblemáticos del Boulevard.
Tras su cierre, Javier comenzó un nuevo proyecto en Alicante, como diseñador y fabricante de joyas y, tras volver a San Sebastián en 2006 abrió un nuevo Aguilar en Avenida 1, donde comercializó durante tres años sus piezas únicas. Desde 2010, la pastelería Aguirre ocupa este local que mantiene la elegante decoración exterior, así como el parqué del suelo, la boiserie y la magnífica araña de cristal.
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