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Tres grandes, Igor Prassel, Isabel Herguera y Juan Pablo. ANIMADEBA
Juan Pablo Zaramella: «Nos dicen de sufrir primero para ser felices después. No»

Ciudadanos

Juan Pablo Zaramella: «Nos dicen de sufrir primero para ser felices después. No»

Cineasta de animación, se escapó por unos días del 'eterno ciclo argentino'

BEGOÑADEL TESO

Sábado, 14 de septiembre 2024, 07:46

Durante mucho tiempo estuvo en posesión de un récord Guinness. Su corto 'Luminaris' de 2011, una maravilla luminosa accesible fácilmente en YouTube, al igual que mucha de su obra a través de su web zaramella.com.arg, logró más galardones que cualquier otro en el mundo, 324 exactamente. Invitado al festival de animación de Deba, anduvo recién por estos lares y charlamos, una cerveza en la mano, bajo todas las tempestades. En la foto hace el gamba con Igor Prassel, director del certamen esloveno Animateka y con la también multipremiada directora donostiarra Isabel Herguera, que tiene una inmensa retrospectiva en la sala Kubo.

– Así que a los ocho años te diste cuenta que la plastilina servía para algo más que para jugar o moldearla en la clase de manualidades del cole.

– Justo. Era en los 80. Salíamos de la dictadura y en todos los sitios, en todos los terrenos, había una efervescencia para programar y ver cosas que durante tanto tiempo habían estado ocultas. En la tele unos aficionados, absolutamente heridos por el cine, sacaban adelante un programa titulado 'Función privada'. Yo entonces no tenía ni idea lo que era la Stop Motion (ya sabes, los objetos se fotografían y se manipulan físicamente fotograma a fotograma) pero sí, me maravilló eso, que la plastilina sirviese para algo más que para hacer, malamente, figurillas. Pronto empecé a intentar moldear, mover y grabar. Me encantaba el contacto manual con el material...

«Mis primeros recuerdos de la animación están en los 80 cuando en la tele descubrí que la plastilina con la que jugaba se podía poner en movimiento»

– ¿Es tan tan impresionante?

– Tanto que yo creo que la sensación de fisicidad, de algo orgánico se transmite al espectador. Pero piensa también que yo vengo del humor gráfico. Es lo primero que quise ser en la vida. Hay grandes humoristas gráficos en Argentina. Más allá del mismo Quino. Por otro lado, yo me alimentaba también de revistas, tebeos españoles, Mortadelo y Filemón, por supuesto.

– En una de tus barrabasadas, ya de adulto (es un decir) metiste un faquir en una licuadora.

– En la animación, todo lo que se diría imposible en otros mundos se vuelve posible. Y de ahí surge el delirio por la experimentación.

– Y por los materiales. En 'Pasajero', una comedia en grises altamente sarcástica cuyo glorioso 'making of' está visible en las redes, descubriste que mejor que los recortables de papel era...

– ... ¡El aluminio especial que suele sellar los corchos de las botellas de champagne!. Se manipula mejor, se recorta mejor y no se dobla tanto como el papel.

– Hasta que empiezan a llover los premios y la financiación del siguiente trabajo resulta más fácil, la animación parece un asunto de amiguetes poseídos por una pasión; en los créditos de tus cortos se repiten los nombres de tus colaboradores.

– Al principio se trata de eso, sí. Recurres a amigos, a tus primeras novias. Al final se acaba creando un equipo altamene competente, donde funcionan igual de bien como actores que como guionistas o productores. Por eso en todas las piezas que presenté en Deba se repetían, sí, los nombres de Gustavo y Silvia Corbillón, de Mario y Sol Rulloni. Por eso, la complicidad, la estableces hasta con quienes ya no están. En la banda sonora de 'Luminaris' se escucha la música de Osmar Maderna, un compositor de tangos que amaba los aviones. Tanto que falleció pilotando uno. En 1951.

– Luego está también la lucha contra los elementos. Una nube puede chafarte una toma...

– Sobre todo si como en 'Luminaris' necesitas que un rayo preciso de sol incida en una parte precisa de un preciso edificio y con una cámara precisa debes atraparlo en el momento preciso. En una toma única porque no hay tiempo ni celuloide para más. Y como no eres una superproducción, no has podido obtener los precisos permisos para cortar el tráfico así que debes filmar a deshoras. Y aún así cuando has conseguido la sombra que necesitabas aparece el camión repartidor de soda y aparca justo en...

– ¡La sombra!

– Exacto.

– ¿Tiene eso algo que ver con 'el eterno ciclo argentino' del que hablabas en tus charlas con Igor, Isabel y los demás?

– Francamente, no. El 'eterno ciclo argentino' consiste en la tendencia de algunos a boicotear y desmantelar todo aquello que funciona bien en nuestro país. Pero es una actitud antigua. A las clases altas, altísimas no les interesa un país que produzca y produzca bien. Solo quieren sacar beneficio de la inmensa riqueza de nuestra tierra. Venderla, hacerse ricos. Hasta que esa riqueza inmensa se cabe. Pero para entonces ellos ya serán más ricos aún. El penúltimo desmantelamiento ha sido el del Instituto de Cine, que funcionaba a las mil maravillas. Me alegra que el Zinemaldia convoque un día de solidaridad con la cinematografía argentina, vaya si me alegra.

– Toca sufrir, parece.

– Es lo que dice Milei, suframos ahora y así llegarán tiempos mejores. Pero el sufrimiento nunca trae la felicidad.

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