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«Llegas aquí y lo que allá te parecía tan normal, de pronto deja de serlo»Habla ucraniano. Ruso. Polaco. Bielorruso. Inglés. Empieza a defenderse en castellano y a darse cuenta de que el euskera suena 'mágico'. En su país era ... directora de marketing. En su país un día vio, desde su balcón, pasar tanques. Cogió a sus hijas, que hoy tienen 11 y 7 años y se marchó. Camino de Polonia. La frontera fue dura. Hasta que alguien (recuerda su nombre, Beita) las ayudó de verdad. Llegaron aquí. De pronto dejaron de escuchar palabras y solo oían 'ruído'. Hoy han recuperado esas palabras. De tal manera que dos poemas de Olga están incluidos en 'Eguratsak', la antología poética de la fabrica Lekuona.
– ¿Y qué dejó de ser normal?
– Todo. Teníamos una casa. Era lo lógico. Lo normal. Una casa para nosotras. Nunca pensamos que un día tendríamos que compartir la cocina, el baño, el dormitorio con otra gente. Ibas a la compra y cogías lo que te apetecía. Si no había efectivo, pagabas con tarjeta. Ahora, aquí, debes mirar los precios, hacer cálculos, contar las monedas. Eres una exiliada, una expatriada. Todo lo que era normal, dejó de serlo. Lo que dábamos por seguro, dejó de estarlo. Desde aquel momento en que vi pasar tanques por debajo de nuestro balcón. ¿Sabes? En aquellos momentos ni siquiera le eché la culpa a Putin, a Rusia...
–¿No?
– No. Simplemente sentí una responsabilidad gigantesca hacia mis hijas. Tenía que sacarlas de allí. Pensaba que si les pasaba algo la culpable sería yo, no los invasores. Cogimos una maleta y nos dirigimos hacia Polonia. No fue fácil. Había gente mala por los caminos. Y también entre los buenos, entre los que ayudaban.
–¿Cambiarías tierras por paz?
– Mi propia hermana es soldado. Tengo información privilegiada sobre la realidad de los combates. Sé cosas que no se cuentan en las noticias o en los boletines oficiales. Sí, cambiaría tierras y minerales por paz pero solo si en las negociaciones se deja bien claro (y se ponen los medios para ello) que no volverá a suceder, que dentro de un tiempo no volverán a invadirnos y quitarnos espacios. Tras Afganistán, Rusia dijo que sería la última guerra en la que combatía. Mintió.
– Para una poeta (escribías ya en el colegio y lo dejaste un tiempo al crear una familia) será terrible quedarse sin palabras.
– Por eso mismo, el gozo, el placer de encontrarlas de nuevo y encontrarlas en un idioma nuevo, son muy grandes. Yo misma he traducido al castellano los poemas que aparecen también en ucraniano en la edición, tan cuidada, de 'Eguratsak'. Ni te imaginas lo bello que puede ser llegar a escribir 'Quien mejor te comprende es quien te siente profundamente, quien nunca te abandona. Alguien invisible te abraza sin importar cuán difícil sea para ti (...)'. ¿Sabes a quién me refiero?
– Pues...
– A ti misma. A tu fuerza interior. Cierto que a mí, a mis hijas y a muchos compatriotas nos habéis acogido de forma increíble pero cuando te sientes mal, cuando te preguntas qué haces en una tierra ajena, cuando sabes que tú volverías pero no vas a hacerlo porque tus hijas tienen el derecho de vivir y estudiar en paz, sufres. No volveremos tan pronto como pensábamos. Todo exiliado cree que su marcha será para poco tiempo... Y luego resulta que no es así. Pero lo que te decía, eres tú la que, tras esa pequeña muerte, tras sentirte extranjero en un planeta desconocido, revives, debes hacerlo. O te perderás, por ejemplo, el sonido mágico del euskera.
– ¿Te resulta mágico?
– Absolutamente. Es que dices 'arratsalde on' y sientes, te lo juro que la tarde está cayendo ya. Y me impresiona su antigüedad. ¿Te has parado a pensar que el idioma que fue la lengua de comunicación de todo un imperio, el romano, es hoy una lengua muerta y que a diferencia del latín, el euskera, mil veces y otras mil más pequeño y viejo, sigue vivo?
– De Ucrania vendrá quien te haga caer en esa reflexión...
– Y es que además, si está vivo es porque lo habéis hablado y lo habláis. En casa. En la calle. Un idioma que no se habla se pierde. Mi bielorruso está oxidado porque llevo mucho tiempo sin usarlo.
– Te veo versioneando al euskera tus poemas en ucraniano.
– Escribo sin parar. Desde que me despierto. No me separo de mi cuaderno. Escribo y garabateo dibujos en las hojas. Sí, tengo la suficiente fuerza interior para, con ayuda de quien quiera corregirlos, sacar poemas en ucraniano-euskara. Pero mientras...
– ¿Sí?
– El marketing es mi profesión. Quiero idear una campaña para dar a conocer esa hermosa edición de 'Eguratsak-Atmósferas'. La ha mimado la gente de la librería Noski e ilustrado Sihara Nuño, artista mexicana. Es un libro bello, lleno de poetas interesantes. Deberíais leerlo. Y tocarlo...
– María y Cristina ya no lloran, ¿verdad? O lloran poquito.
– Lloraron mucho. Si para mí el País Vasco era un planeta extraño para ellas era una galaxia desconocida. Ahora juegan. Y ríen.
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