Música, acrobacias y mucha luz

Nadie se quería perder el espectáculo. Los donostiarras y foráneos fueron acercándose a cuentagotas y con tiempo a las inmediaciones del puente Santa Catalina, el Hotel María Cristina y el puente del Kursaal para coger sitio. Minutos antes de que llegase la hora del inicio del evento era casi imposible encontrar un hueco. A las 18.30 horas, con puntualidad inglesa, la música empezó a sonar. El Orfeón donostiarra puso la banda sonora con 'Joy to the world' (Georg Friedrich Händel) y, poco después, llegó la sorpresa. Tres personas se elevaron sobre el Urumea propulsados por agua que salía bajo sus pies. «¡Guau, qué chulo!», se llegó a escuchar de las bocas de los más pequeños. De pronto, toda la atención de quienes se acercaron al Urumea recayó sobre las tres personas que realizaron el show de 'flyboard', el campeón del mundo de esta modalidad, Daniel Guerra, Jeff Gazzola y Oceane Corbet, la primera mujer con presencia en competiciones internacionales.

Más de uno contuvo la respiración con las acrobacias, piruetas y elevaciones de hasta 8 metros que realizaron estos especialistas. Por si fuera poco, llegaron a encender bengalas e incluso fuegos artificiales en sus trajes mientras realizaban estas imposibles acrobacias sobre el agua. Belén, que pudo ver el show desde una posición privilegiada, comentaba con una sonrisa entre oreja y oreja que los 'flyboards' le impresionaron «mucho». «Había oído hablar de de este tipo de espectáculo, pero nunca lo había visto en persona, y la verdad es que es divertido de ver. No sé si es lo más navideño del mundo, pero original es», añadía entre risas.

Sin embargo, hubo quienes no pudieron observar gran cosa del espectáculo acuático, sobre todo los más pequeños o quienes más apuraron la hora, ya que no pudieron encontrar hueco cerca de la barandilla. Paula, de 10 años, que «disfrutó mucho» del gigante 'Dundu', la marioneta de luz gigante que protaganizó el encendido el año pasado, señalaba que esta Navidad «no he podido ver mucho el show de 'flyboards'». Sus familiares, Guadalupe e Izaro, añadían que «hemos echado un poco de menos algo más infantil para los más pequeños, aunque esto también ha estado bien. Ha sido diferente, pero original».

A las 18.45 horas, un cuarto de hora después de lo previsto, llegaba el momento culmen: «Tres, dos, uno...». Tras la cuenta atrás cantada al unísono por la muchedumbre que rodeaba el Urumea, Donostia brilló a través de los más de 600 adornos repartidos por toda la ciudad. Con ello, también quedaba inaugurado oficialmente el mercadillo navideño del Paseo de Francia que sigue creciendo año tras año. En él, hasta 64 casetas -40 se dispondrán en el paseo del Urumea y 24 venderán en la plaza Ramón Labayen- donde se ofrecen turrones, juguetes, dulces, artesanía y otros muchos productos típicos de estas fechas.

Y para poner la guinda al pastel no podían faltar los fuegos artificiales. Quince minutos de color y ruido que se llevaron la ovación de las cientos de personas que rodeaban todo el perímetro del puente de Santa Catalina al de María Cristina, República Argentina y el paseo Ramón María Lili. «Es verdad que estando acostumbrados a los de Semana Grande y quizás estos fuegos queden más pequeños, pero los de Donostia no defraudan. Siempre se disfrutan mucho», aseguraban Miguel Ángel y Maripaz, una pareja de Gros.