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SAN SEBASTIÁN
Miércoles, 24 de enero 2018, 16:30
Muchos conocen la figura del Padre Arrupe, General de la Compañía de Jesús considerado 'Vasco Universal'. Pocos, sin embargo, saben de la donostiarra Mª Dolores Lasheras Aguirre, General también de otra Compañía, la de María, una congregación religiosa que al igual que los Jesuitas, nació con la vocación de educar e instruir a la juventud, con la finalidad de mejorar la sociedad, y se extendió por todo el mundo. Casualmente, Arrupe y Lasheras, coincidieron en tiempo y lugar, se conocieron y compartieron esfuerzos y experiencias.
Mª Dolores nació en la calle Urbieta en 1926. Era alumna del colegio de San Bartolomé cuando en la Guerra Civil lo convirtieron en hospital y las religiosas tuvieron que salir precipitadamente vistiendo de calle, siendo acogidas por familias de la ciudad. Terminado el bachiller, cursó Magisterio (como su madre Mª Dolores Aguirre, reconocida dramaturga euskaldun y presidenta de la Academia de la Lengua y Declamación Vasca) y se hizo Dama de la Cruz Roja. Allí conoció el dolor y las necesidades que en la postguerra pasaban muchas familias. Decidió entrar en la Compañía de María como novicia. En Madrid pasó los 9 años de 'juniorado' antes de hacer los votos, estudió Teología y se licenció en Ciencias Naturales (Biológicas) en la Complutense. Al igual que los Jesuitas, esta congregación siempre ha dado mucha importancia a la formación académica. En aquellos años 50 eran muy pocas las mujeres que iban a la universidad, siendo estas monjas las únicas mujeres en algunas aulas.
Al terminar, le propusieron establecerse en Japón, donde todavía no tenían ningún colegio, y partió con dos compañeras sin conocer el idioma ni la cultura. Allí conoció al Padre Arrupe, que se convirtió en «su consejero y amigo» y su cooperación y ayuda fue determinante en la fundación de la Compañía en Japón. Una experiencia fascinante, en una cultura muy diferente, pero en la que encontraron apoyo entre personas no cristianas para abrir su colegio en un barrio marginal de Tokio. Fueron siete años, pero Mariló Lasheras confiesa que todavía se siente japonesa. En su libro 'Silencios elocuentes' recoge pensamientos, consejos y hechos vividos con Arrupe.
Posteriormente fue enviada como Provincial a Estados Unidos y en 1973 fue elegida Madre General de la Compañía de María. Doce años en la sede central de Roma, pero viajando por todo el mundo, visitando las comunidades, en momentos de grandes cambios en la iglesia católica. En 1985 volvió a su colegio de San Bartolomé como profesora de la entonces novedosa asignatura de informática. Esta donostiarra de 92 años, de vivos ojos azules, sonrisa permanente, y memoria y lucidez extraordinarias, asegura haber sido la mujer más libre del mundo. Vive ahora en la residencia de la Compañía de María en Irun, junto a 31 compañeras. Diariamente escucha las noticias de la BBC y continúa incansable su labor, ahora desde la retaguardia.
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