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«Cada tejido tiene su novia; unas son de seda salvaje, otras de bambula»De Aiete. De toda la vida y con la intención de serlo para toda la vida. Estudió en Marianistas e hizo empresariales en Madrid. Trabajó ... mucho y duro en varias empresas. Consiguió una beca Beint (de internacionalización para jóvenes) y de pronto se vio trabajando en Praga. Y en Budapest, en una gran firma de moda de Hungría, Nanushka, fundada en 2005 por Sandra Sándor. Se enamoró de los tejidos. Volvió y se matriculó en AEG. Han pasado muchas más cosas hasta que ha establecido su atelier de ceremonia en el Alto de Errondo, donde la puerta queda abierta y huele a azahar y bergamota. Nos lo cuenta frente al espejo.
– ¿Nanushka? ¿Trabajaste para esa firma centroeuropea, con un buen sentido de la producción responsable? Creo que en algunas de sus líneas colabora con Inditex.
– Trabajé, sí. En el departamento que se encargaba de la elección y adquisición de los distintos tejidos. Y también de comprobar sus baremos de calidad. Fue allá donde descubrí un universo fascinante: sedas, lanas, punto.
– Tan fascinante que al volver a casa te matriculaste en AEG.
– No de buenas a primeras. Antes hice cursillos así en plan hobby. De costura, de confección. Pero luego sí, decidí que yo quería trabajar entre bambulas y organzas, recuperando bordados, recordando que los vestidos de nuestras madres solían ser de crepé o de guipur.
– Perdona, no sé lo que son las bambulas. Ni qué el guipur.
– En las redes leerás que la bambula es una tela suave, fresca, con una caída fluida pero con la rigidez justa para que la prenda proporcione estructura al cuerpo. Una seda con trama. En cuanto al guipur se define como un tejido de encaje de malla gruesa con 'patrones intrincados y complicados'. Dicen también que sus motivos ornamentales 'parecen flotar sobre la piel'.
– Gracias. Continúa.
– Tras los cursillos, sí. Tras los cursillos entré en AEG. Y como ya no era una adolescente recién salida del colegio sino que había cumplido 26 años me lo tomé como un auténtico trabajo.
– Significando eso...
– Que por las mañanas asistía a las clases reglamentarias y por las tardes no me perdía ningún cursillo de perfeccionamiento. Incluido aquel en el que aprendimos la técnica del 'moulage', que consiste en modelar directamente sobre el maniquí o sobre el cuerpo de la persona.
– Empezaste a diseñar tus primeros modelos...
– Para mi gente más cercana, aquella que confiaba en mí, siempre con la intención de que mis creaciones les (de)mostraran que eran piezas únicas, exclusivas, creadas para aquella persona y no para otra. Porque esa otra tendría su vestido propio, creado en un proceso que yo quería entonces y sigo queriendo ahora, fuera agradable, placentero y feliz. No deseo que una novia contemple las pruebas, la toma de medidas como algo engorroso y molesto sino que disfruten desde que se miran al espejo con ese modelo hecho en un tejido de prueba, de menor calidad hasta que se ven con sus muselinas o sus organzas antiguas, recuperadas en un anticuario. Sí, yo visito tiendas de antigüedades por ver y encontrar ajuares, bordados, telas.
– Volviste a Madrid. A hacer las prácticas en una empresa de alcurnia. Redondo Brand.
– Jorge Redondo, extremeño y arquitecto, es su fundador. Moda de fiesta creada por grandísimas modistas y modistos. Me ayudaron muchísimo.Allí entendí la importancia de los acabados. Lo entendí tan bien que, aunque para mí sí que coso, mis diseños los confeccionan grandes costureras porque aspiro a la excelencia.
– Fuiste elegida para participar en el programa Sorlekua Mentoretza, de Kutxa Fundazioa.
– Donde los bonísimos mentores que tuve, Tomás San Martín, Nerea Kortabitarte, Tytti Thusberg, me confirmaron lo que yo, licenciada en Empresariales, intuía. Carlavilla Studio tenía que tener una imagen de marca, una buena línea de comunicación y responsabilidad social. Todo casa muy bien con mi mayor interésque, repito, no consiste en vestir a una novia con tejido tecnológico o inteligente sino logrando que vuelva una tradición renovada. En eso estoy. Tanto que en mi instagram y mis redes las fotos que aparecen (obra de Paula Ortega) son analógicas. El diseño del logo me ayudó a hacerlo una amiga, Adriana, y el estudio lo he acondicionado con la total colaboración de mi familia y mi pareja.
– ¿Es cierto lo que dices en el titular? ¿Los tejidos tienen 'dueña'? ¿Hay una novia que es 'muselina', otra lino la de allá lana!!??.
– Por supuesto. Lo vamos descubriendo juntas en los primeros contactos. Lo noto en cómo tocan las telas, en su manera de imaginar el vestido. Algunas se ven más 'vaporosas', más en muselinas. Otras las veo en seda salvaje (esa que se nota trabajada, urdida), hasta en rústica (más cruda aún). Algunas prefieren ir más 'estructuradas'. Hay quien se casó con chaqueta de fina lana...
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